CEÑIDA SU CINTURA CON LA VERDAD, EFESIOS 6,14

En el Diario no tenemos una enseñanza sistemática sobre el combate espiritual sino episodios de la vida de una madre de familia que lucha contra los ataques del príncipe de este mundo. Estudiándolo aprenderemos a combatir al enemigo de nuestra salvación. Isabel descubre con horror que a su lado está la presencia de Satanás (DE23-24). Oye su voz, siente que está allí. Afortunadamente también se da cuenta de que no está sola en esta angustiante coyuntura. Jesús y María la acompañan, guían y protegen. Su ángel custodio también está con ella para reconfortarla.  Quedamos impactados y aterrorizados al descubrir que también nosotros podemos ser víctimas de esa perversa presencia que hasta ahora ignorábamos. La verdad es que Satanás solamente tiene un cierto poder para hacer daño a aquel que lo escucha y se le somete. Busca cómo destruirnos pero solamente logra su objetivo en aquellos que no se le enfrentan con las armas de Cristo. Está a nuestro lado aunque la mayor parte de las veces no seamos conscientes de su presencia. 

La lucha de Isabel contra Satanás termina en una victoria escalonada, algo así como el boxeador que va minando las fuerzas de su enemigo hasta derribarlo. Esta es la gran enseñanza del Diario Espiritual: ¡Satanás no es invencible! Ha sido derrotado por Jesucristo y también será derrotado por todos aquellos que acojan en su vida al Hijo de Dios. El mensaje de la Virgen María es luminoso:“Yo, el rayo Hermoso de la aurora cegaré a Satanás”(DE183). Los dolores de esta vida ocasionados por el combate contra el enemigo no deben amedrentarnos, más bien son ocasión de méritos para el Cielo.  Dios ha querido darnos en Isabel Kindelmann un modelo de lucha contra los poderes de las tinieblas. Aprendamos de su experiencia para organizar nuestra propia defensa personal y familiar.  Lo primero que según San Pablo debemos hacer al endosar la armadura  (Ef 6,14) es ceñirnos con el cinturón de la Verdad. ¿Qué es el ceñidor? En el uniforme del soldado era una faja muy fuerte que apretaba la cintura y mantenía sólidamente atados los diversos elementos del vestido y la coraza. No se podía combatir eficazmente sin el cinturón. 

Esa faja que nos mantiene recios en el combate contra Satanás es Jesús.“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. En el caso de Isabel vemos cómo Él es su Maestro. Isabel oye su Palabra en el fondo de su corazón y busca generosamente llevarla a la práctica. La vida de Isabel está centrada en Cristo. No se trata de un conocimiento intelectual y memorístico de la Palabra De Dios sino de una gran intimidad con el Cristo vivo. Mucha gente conoce la Biblia como los escribas, fariseos y sacerdotes de Israel pero de nada les sirve porque no la viven. El Santo Sacrificio de la Misa, la comunión sacramental al Cuerpo y Sangre de Jesús, la vida de sentida amistad con el Señor constituyen la fuerza que dan la victoria a Isabel. Satanás queda ciego por la Llama de Amor que habita a la Sierva de Dios.  San Pablo enseña que debemos en primer lugar y como base del combate espiritual acoger y conocer la Palabra de Dios. 

Una mente llena de la Palabra está en realidad llena de Cristo. La Escritura se proclama oficialmente en la liturgia, pero debe ser meditada y llevada a la práctica. Aquí tenemos el gran talón de Aquiles de los católicos: la ignorancia de la Palabra de Dios. La inmensa mayoría se contenta con lo que se lee en la Misa, pero no la profundizan, no la estudian asiduamente en familia. ** De allí viene la gran crisis de Fe que ataca a la Iglesia actualmente: desconocimiento del Evangelio.** Ceñirse el cinturón de la Verdad es proteger la mente contra el ataque directo del enemigo. Los versículos memorizados de la Biblia nos defienden contra las ideas equivocadas que el demonio trae a nuestra mente. 

Lo primero que ataca Satanás es la capacidad que Dios ha dado al hombre de conocer la Verdad. Busca confundirlo y engañarlo para que no sepa dónde está lo verdadero. Una vez confundida la mente, el corazón se extravía. Leamos el Diario Espiritual y tratemos de ver cómo podemos en nuestra propia vida y familia estudiar y conocer la Palabra de Dios. La Lectio Divina debe ser en todas las familias católicas la base de la reunión familiar diaria de oración. El Rosario es una especie de Lectio Divina familiar, pero desgraciadamente “en general” no se cumple ese deseo de la Virgen María porque se reza de manera superficial. La Virgen con la jaculatoria de la Llama de Amor trata de renovar la devoción al Santo Rosario para volverlo “liberador”.

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