Las revelaciones del Padre Eterno y la Llama de Amor (I)
La epístola a los Hebreos nos dice que en el pasado Dios habló a los hombres de múltiples maneras, pero en los últimos tiempos nos ha hablado por Jesucristo su Hijo. La epístola a los Romanos nos dice en su primer capítulo cómo a través de la misma naturaleza el Padre Eterno nos habla a todos los hombres y nos revela aunque de manera limitada sus perfecciones con el objetivo de que lo conozcamos, amemos y sirvamos. Dios se ha revelado a los seres humanos desde siempre. Cuando llegó el momento previsto por Su divina Sabiduría, Dios se nos reveló de una manera total y completa en la Persona del Verbo Encarnado: Jesucristo.
Hay una Revelación Pública que contenida en la Palabra de Dios escrita y transmitida (Biblia y la Tradición); y hay revelaciones privadas: las que Dios hace a personas individuales que Él reviste de una misión con la finalidad de iluminar aspectos de la Revelación Pública. Dios no se contradice. La Revelación Pública es Palabra de Dios y debe ser aceptada como tal. Estamos obligados a creer en la Palabra de Dios precisamente porque es Su Palabra, oficialmente reconocida por la Iglesia. La palabra “obligados” no significa que somos forzados por Dios a creer cosas que son absurdas, sino que debemos acoger con humildad y amor su santísima Palabra porque es verdadera.
No estamos obligados a acoger las revelaciones “privadas” como Palabra de Dios, pero es conveniente tomar de ellas aquellas cosas que nos edifican y ayudan para vivir mejor nuestra Fe. El Diario Espiritual de la Llama de Amor, de Isabel Kindelmann, entra en la categoría de “revelaciones privadas“. Podemos libremente acoger o no lo que ella dice que el Señor y la Virgen María le manifestaron.
Muchas personas nos han transmitido sus revelaciones privadas. Santa Gertrudis, Santa Catalina de Siena, Santa Margarita María, Santa Faustina Kowalska, Pierina Gilli, etc. nos han dejado sus experiencias en diarios escritos. Los niños de La Salette, Santa Catalina Labouré (Medalla Milagrosa), Santa Bernardita, los Beatos Francisco y Jacinta y Lucía de Fátima, los videntes de Medjugorje, etc. nos transmiten las palabras de la Virgen. Todos estos escritos nos pueden ayudar muchísimo a crecer espiritualmente, pero no estamos obligados a creer en ellos ni a aceptarlos.
Estos testimonios personales son complementarios entre sí y por lo tanto parciales. Deben ser leídos y comprendidos teniendo en cuenta el contexto histórico, cultural, intencional en que nacieron. No podemos absolutizar ninguno de estos documentos sino que debemos buscar su complementariedad para comprenderlos mejor y sacar mayor fruto. Teniendo en cuenta lo anterior quiero llamar la atención de los lectores hacia el mensaje dado por Dios Padre, a Sor Eugenia Ravasio, titulado “EL PADRE LE HABLA A SUS HIJOS“. Es una revelación privada muy importante y que vale la pena estudiar con detenimiento para comprender mejor el mensaje de la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María.
Eugenia Ravasio (1907-1990) e Isabel Kindelmann (1913-1985) son contemporáneas. Eugenia recibe la revelación del Padre Eterno en Grenoble, Francia en el año 1932. Isabel escucha las palabras de Jesús y de María en Budapest, Hungría, a partir de 1961 hasta 1981. Estos personajes no se conocieron ni tuvieron la menor relación entre ellos. Los dos mensajes se complementan e iluminan. Nos interesa conocer la Revelación del Padre Eterno y cotejarla con los escritos de Isabel para comprender mejor la gracia de la Llama de Amor. Al analizar detenidamente el Diario Espiritual de Isabel nos encontramos con que hay una estrecha relación entre el Padre Eterno y la Llama de Amor.
La Virgen dice a Isabel que Ella alcanzó del Padre Celestial por los méritos de las Llagas de su Hijo Santísimo “el fuego de Amor de Unión“, es decir la Llama de Amor (p 44).
Esta gracia extraordinaria viene pues del Corazón del Padre Eterno como respuesta a las súplicas insistentes de María Santísima por la salvación de las almas que están en grave peligro de condenación. Veinte y nueve años antes de que Isabel recibiera la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María, el Padre Eterno había dicho a Eugenia Ravasio: Los sacerdotes deben llevar a los hombres la “llama de mi paternal amor”; y que “estos hombres que son mis hijos, vean brillar esta llama…”
Ambos escritos: el “Mensaje del Padre” y el “Diario Espiritual del Inmaculado Corazón de María” están en línea de continuidad y son prácticamente inseparables. Ambos apuntan a lo mismo: revelar a los seres humanos el infinito Amor de Dios hacia los hombres que viene del Corazón del Padre Eterno a través del Inmaculado Corazón de María. Ese Verbo Eterno es la Llama de Amor del Padre que se hace hombre en el seno de María Santísima para convertirse en la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María.