La crisis de los consagrados y el camino a la solución (IV)
La santificación de los Consagrados a Dios en la Vida Religiosa y en el Sacerdocio es de principal importancia en la Llama de Amor y en la Rosa Mística. En comentarios anteriores hemos puesto en evidencia las palabras de Nuestro Señor Jesucristo que llaman fuertemente la atención a aquellos consagrados que viven de manera negligente su vocación.
En el Diario Espiritual, de Isabel Kindelmann, encontramos palabras fuertes, duras. Jesús denuncia la tibieza de sus servidores, se queja con amargura de su frialdad y amenaza con la condenación eterna a aquellos religiosos y sacerdotes que no viven fervorosamente sus votos. En el caso de Pierina Gilli la visión del infierno en la que se encuentran religiosos, sacerdotes, y hasta Obispos y Papas es tremendamente sobrecogedora.
Nos impacta el hecho de que Pierina es sometida a grandes sufrimientos para lograr la conversión de algunas religiosas de su congregación que están en peligro de condenación eterna porque viven en pecado mortal.
Igualmente vemos el tremendo poder que tiene sobre el demonio la oración y la penitencia corporal.
El mensaje de María Rosa Mística a los religiosos y sacerdotes se expresa en las diversas visiones y en las palabras que la Santísima Virgen dirige a Pierina en la primera parte de las apariciones. Lo primero que captamos es que Dios es súmamente exigente con la calidad de vida espiritual de los consagrados.Espera de ellos una gran santidad. El Señor pide a Isabel y a Pierina mucha oración y grandes sufrimientos para lograr la conversión de las almas sacerdotales y religiosas y reparar sus pecados. Igualmente pide a todos los miembros de la Iglesia que oren y se sacrifiquen por sus consagrados.
En la visión del infierno una voz explica a Pierina las diversas categorías de condenados: “La primera fila está formada por las almas religiosas que han traicionado su vocación y son condenadas porque no se han convertido. La segunda está formada por las almas religiosas muertas en pecado mortal”. -“Entre estas almas condenadas vi a aquel demonio que más larga y duramente me había hecho sufrir. Observé también a una religiosa vestida de negro, espantosamente deforme, inmersa en un mar de fuego que le salía de los ojos, de la nariz, de la boca, de las orejas, hasta de la punta de los dedos y envuelta en serpientes”. “La tercera fila, continuó la voz, está formada por los Sacerdotes Judas”. “En medio de aquellas llamas altísimas vi muchos sacerdotes y distinguí dos con la mitra, no sé si eran Obispos o Papas” (Diario de Pierina p.52).
El hecho de consagrarse a Dios en la Vida Religiosa o Sacerdotal no garantiza de por sí la salvación eterna. Es preciso vivir santamente estos compromisos para salvarse. A quién mucho se le da, mucho se le pedirá, dice Jesús. De allí la gran necesidad de la oración, el sacrificio y la penitencia. El pueblo de Dios debe orar por la santificación de los Religiosos y del clero.
En la aparición del 13 de Julio de 1947 la Virgen pide que cada 13 de mes se realice una jornada mariana que sea preparada por doce días de oraciones. Tal jornada debe ser de reparación por las ofensas cometidas contra Nuestro Señor por las almas consagradas “que con sus culpas hacen penetrar en mi Corazón y en el Corazón de mi divino Hijo Jesús tres punzantes espadas. En tal día haré descender sobre los Institutos o Congregaciones religiosas que me habrán honrado, abundancia de gracia y santidad de vocaciones. Que tal día sea santificado con oraciones particulares, como la Santa Misa, la Santa Comunión, el Rosario, la ora de adoración. Deseo que el 13 de Julio de cada año sea festejado en cada Instituto Religioso”.
En el Diario de Isabel no encontramos ninguna “aparición” de la Virgen María. Isabel no es una vidente. Las comunicaciones que recibe son más bien de tipo intelectual. Su carisma es diferente al de Pierina, pero el mensaje es el mismo. Grandes sufrimientos envuelven la vida de Isabel. Jesús la lleva a la renuncia total de su propia voluntad. La va despojando de todo placer, de todo gusto, y la sume en noches oscuras recurrentes hasta el fin de su vida. El demonio la atormenta constantemente y de manera terrible.
Estos grandes sacrificios deben ser ofrecidos por la salvación de las almas y especialmente por las almas de los sacerdotes, tanto vivos como difuntos.
Jesús le pide mucha oración por los sacerdotes agonizantes, por los doce que deben llevar la Llama de Amor adelante, por aquellos que tienen dificultades, para que haya muchos confesores santos, por las almas de los sacerdotes que están en el purgatorio y por los que nadie ora. Tanto en la vida de Isabel como en la de Pierina la oración, el sacrificio, la penitencia por la santificación del clero ocupa un lugar destacado.
Las devociones a la Llama de Amor y a la Rosa Mística nos llevan a amar profundamente a nuestros religiosos y sacerdotes, a orar y sacrificarnos constantemente por su santificación. Estos dos mensajes son totalmente “proféticos” porque están iluminando el “hoy” de la Iglesia: la crisis de los consagrados y del clero secular y proponiendo el camino de la solución.