Tomen también … LA ESPADA DEL ESPÍRITU QUE ES LA PALABRA DE DIOS. (Ef 6.17)
Además del yelmo de la salvación San Pablo nos dice que tomemos la “espada del Espíritu” que es la Palabra de Dios en este combate a muerte contra el príncipe y dios de este mundo, Satanás. Debemos endosar la armadura, por completo, con todos sus elementos, sin que falte ninguno, para que estemos en condiciones de resistir el ataque del demonio. Ceñirse con la Verdad, protegerse el corazón con la coraza de la justicia, calzarse con el celo por la evangelización, tomar el escudo de la fe, ponerse el yelmo de la salvación, y ahora tomar la espada del espíritu que es la Palabra de Dios. Seis elementos fundamentales que conforman la armadura del discípulo de Cristo en su lucha contra los espíritus que vuelan por los aires, o contra el león rugiente que da vuelta en torno a nosotros buscando a quien devorar.
Nuestra verdadera lucha no es en primer lugar contra los hombres sino contra los demonios y en segundo lugar contra sus servidores y colaboradores humanos. El combate es desigual, porque estamos luchando contra ángeles caídos tales como “principados, potestades, gobernantes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef 6,12). En este combate no puede haber victoria de nuestra parte si no hay un auxilio que venga del Cielo. Somos incapaces de vencer a los demonios por nuestras propias fuerzas; la naturaleza humana comparada con la natura- leza angélica es inferior en fuerza y astucia. Nuestra victoria depende del Amor infinito que Dios nos tiene y de la súplica insistente que elevamos al Padre Celestial pidiéndole que no nos deje caer en la tentación. La vida entera del ser humano es una “prueba” en la que Dios ofrece al hombre la victoria sobre el enemigo infernal a condición de que solicite Su ayuda. Jesús nos da el ejemplo de cómo usar la Palabra de Dios en el combate (Mat 4,1-11) contra el Diablo. A cada ataque de Satanás Jesús responde con un texto bíblico. Conocer la Palabra de Dios es totalmente indispensable para el discípulo de Cristo. Ella nos protege de tantas ocasiones de caer en los gravísimos errores que el mundo-demonio- carne nos proponen: tales como el espiritismo, invocación de los muertos, juegos mágicos, esoterismo, magia, brujería, vudú, religiones orientales, Nueva Era, ideologías perversas y ateas, propaganda inmoral como la del aborto, homosexualidad, odio, violencia, injusticias, guerra, etc.
Por ese motivo todos los cristianos debemos estudiar en profundidad las Sagradas Escrituras y conocer la Doctrina de la iglesia (Catecismo de la iglesia católica), etc. para no dejarnos sorprender por la “presión social” que nos rodea y que favorece lo que va contra los derechos de Dios sobre nosotros. En la historia de Isabel Kindelmann no encontramos de manera explícita que ella en cada tentación se enfrentase al Demonio con un texto bíblico. Sin embargo debemos tener en cuenta que habiendo asistido a la Iglesia con fidelidad desde su juventud, y siendo miembro de la Tercera Orden del Carmelo, tenía un buen conocimiento general de las Escrituras y de la espiritualidad católica.
En el Diario Espiritual nos encontramos con un alma que vive en profunda intimidad con el Señor y Su Madre Santísima. En esa vida interior Jesús y María le hablan constantemente. “Tu alma es el receptor de mis palabras divinas” le dice Jesús (DE 278). Isabel va a enfrentar al demonio con la Palabra de Dios que ella escucha en el fondo de su corazón. Escucha y obedece. Eso le vale la victoria. Muchos católicos no conocen la Biblia más que superficialmente, pero tienen una vida espiritual de gran intimidad con las tres personas divinas, la Virgen, los Santos y los Ángeles. Oyen en su interior la Palabra de Dios y rechazan las tentaciones del maligno con las palabras que el Espiritu Santo les sugiere. Durante siglos la mayor parte de la población del mundo era analfabeta; la mayoría de los cristianos no tenían acceso a los pergaminos biblicos, sin embargo su vida espiritual era intensa. El conocimiento intelectual que tenían de la Palabra de Dios lo habían adquirido en el templo y en las prédicas y catequesis. Dios habla en el interior de los corazones y esa Palabra viva nos protege del maligno. Isabel emplea la jaculatoria y el rosario de la Llama de Amor para enfrentar las tentaciones del demonio “como Espada del Espíritu”.
El enemigo queda ciego y vencido tal como la Virgen lo había prometido: “Yo el rayo hermoso de la aurora, cegaré a Satanás”. La Palabra de Dios no es pues solamente el “texto bíblico”, sino sobre todo la acción del Espíritu Santo que habla en el interior del alma , protege de la embestida del enemigo maligno y lo derrota. La victoria del cristiano sobre Satanás tiene sus raíces en la íntima y permanente conversación con Dios”, lo que llamamos vida interior, o intensa vida espiritual. La hermosa oración dada por Jesús a Isabel “que nuestros pies vayan juntos” lo resume y explica todo. Esa vida interior es el fruto de todos los elementos que integran la normal existencia del católico: camino sacramental, “lectio divina” (oración basada en la lectura, meditación y contemplación de las Sagradas Es- crituras), vida de oración en el seno de la familia (especialmente el rosario), penitencia (ayuno, sacrificio, renuncias voluntarias…), vida parroquial, dirección espiritual, conocimiento y aceptación de la Doctrina Católica (Catecismo).
La vida externa de Isabel Kindelmann aparentemente no tiene nada de extraordinario; es la de una madre de familia como cualquier otra. La grandeza de Isabel está en lo que no se ve: su intensa relación con Jesús y María y en el combate victorioso contra el falso príncipe de este mundo.