El primer combate espiritual de la familia contra el Demonio es en los corazones de los esposos
El primer combate espiritual que libra la Llama de Amor contra el príncipe de este mundo se sitúa en el corazón de los esposos. Lo primero que hace Nuestro Señor es hacernos consciente de las intenciones del maligno: “Satanás con fuerza rabiosa quiere destrozar las familias” . …”Oh las familias destrozadas, ¡cuántos pecados acarrean en contra de Mí! ¡Repara y sufre por ellas!” (p 118). “A las almas creadas a imagen y semejanza de mi Padre Celestial que caen en las garras de Satanás, las traga el infierno” (p 183). SANTÍSIMA VIRGEN (SV) “¡Qué pena tan grande hay en mi Corazón: Satanás está barriendo vertiginosamente las almas” (p 60). “La rabia salvaje de Satanás va de aumento para acaparar hasta las almas perseverantes. ¡No se lo permitan, ayúdenme”
( p 61) “El maligno trabaja con mucho mayor éxito y empeño que ustedes. ¡Tanto me duele esto!” (p 67). JESUCRISTO (JC) “…el maligno…es él quien perturba la paz de tu familia” (p81).
Los padres de familia son en el plan de Dios los pastores de su pequeño rebaño, ¿a quién atacará primero Satanás? Lógicamente los primeros objetivos de satanás son los esposos. “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas”. Si los padres caen en el poder del maligno le será mucho más fácil herir a los hijos. El trabajo del Demonio es tomar posesión de los corazones. El resto es secundario. Quien vive en pecado mortal de manera consciente y permanente, está en las garras de Satanás.
Decía el Papa Pío XII que hoy “se ha perdido el sentido del pecado”. Lo vemos de manera palpable en cantidad de hogares fundados sobre la “unión libre” o “el matrimonio civil”. Igualmente vemos cómo la mentalidad del divorcio ha llegado a justificar el derecho a contraer nuevas nupcias. Si no nos va bien nos divorciamos y nos “volvemos a casar sólo por lo civil”, tenemos derecho a “rehacer nuestras vidas”. Quienes así razonan “no tienen sentido de lo que es el pecado” de la fornicación o del adulterio. No les angustia “vivir en pecado mortal”. No creen que morir en pecado mortal tiene como castigo el infierno eterno.
¿Qué autoridad moral tienen los padres de familia que aceptan en su propia historia el pecado? ¿Cómo pueden corregir y guiar a sus hijos de manera eficaz? ¡Les falta la gracia de Dios!
Lo mismo podemos decir de aquellos esposos que cometen aborto y lo apoyan; de aquellos que utilizan los medios anticonceptivos inmorales; de quienes mantienen relaciones extramaritales, o viven inmersos en peleas destructoras, en odios, en permanentes recriminaciones que convierten la vida familiar en un pequeño infierno. La lista sería muy larga. Lo grave es que eso no lo consideran “como pecado”. No lo valoran como “acción satánica”. No se dan cuenta de que eso es fruto de la presencia del Demonio en su vida personal y en su relación de pareja.
La familia es el primer y principal objetivo de Satanás. Para destruirla el Demonio concentra sobre ella el mayor número de ataques y de medios. JC: “Dense cuenta de que todas esas cosas desordenadas tienen su origen en Satanás, es su obra…” “Están dejando que haga su destrucción la llama del infierno. Pero, ¡Ay de ustedes que miran con cobardía , los que son responsables! ¡Se tapan los ojos y dejan que las almas sigan condenándose” (p 83). A tal grado ha avanzado la ceguera espiritual de esta sociedad “cristiana” que ya hemos “aceptado como normal” todas esas aberraciones y no nos inquietamos; caemos en la “indolencia” ante la posibilidad de la condenación eterna de quienes las cometen.
El primer fruto de la Llama de Amor es iluminar los corazones con la Luz del Espíritu Santo para que puedan darse cuenta de lo que es pecado personal y familiar. Cegar a Satanás significa en primer lugar recuperar la conciencia del pecado. Cuando se rompen voluntariamente los compromisos santos adquiridos en el Sacramento del Matrimonio válidamente contraído se comete pecado. Mucha gente se ha hecho a la idea de que “ahora la Iglesia” ha cambiado y de que uno se puede “divorciar por la Iglesia”. La Llama de Amor debe comenzar su trabajo desde el corazón del hogar. Los niños deben ser iluminados por el “efecto de gracia”. Hay que educarlos dentro de la perspectiva que el Diario Espiritual nos muestra.
Cuando los hijos sean adultos y lleguen al matrimonio, irán bien armados para enfrentar el rudo combate que significa fundar una familia consagrada a Jesucristo. Los esposos deben asumir la gracia del Sacramento del Matrimonio con el poder que emana de la Llama de Amor.
Uno de los apostolados más importantes del Movimiento debería ser la creación de pequeños grupos de oración para niños (las llamitas), para adolescentes y jóvenes.
El matrimonio no se puede preparar con cuatro charlas parroquiales. Es todo un camino espiritual que debe preceder al compromiso sacramental. Tenemos que aprender las leyes del combate espiritual tal como la Virgen nos las enseña y aplicarlas en el seno de la familia.