La Oración que Jesús da a Isabel
El Diario de Isabel Kindelmann es una verdadera escuela de Vida Espiritual en la que vamos aprendiendo los principios fundamentales del seguimiento de Cristo. El problema de muchísimos bautizados es que se quedan estáticos en su proceso de maduración en la Fe. No tienen verdaderos maestros de vida cristiana y el bautismo se pierde prácticamente. Es como una semilla que no se desarrolla. Esta deficiencia está en el fondo de los hogares porque los padres de familia, al no tener ellos mismos formación en la vivencia de la Fe, son incapaces de transmitir a sus hijos las riquezas del Evangelio. Tristemente muchísimos se quedan en una religión esquemática, seca, acartonada, compuesta de reglas, de preceptos, de obligaciones. Es una “religión que decepciona”. Jesús no es para ellos ni siquiera una persona viva, mucho menos un amigo, un hermano. El Señor es para ellos como un ser lejano, desconocido, con el cual no conversan ni tiene incidencia decisiva en sus vidas.
El Diario nos lleva a descubrir a Jesús como una persona viva con la cual podemos interactuar y llegar a construir una verdadera amistad. Para ayudarnos en este descubrimiento Jesús da a Isabel una oración que resume admirablemente el mensaje de la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María: “Que nuestros pies vayan juntos, que nuestras manos recojan unidas, que nuestros corazones latan al unísono, que nuestro interior sienta lo mismo, que el pensamiento de nuestras mentes sea uno, que nuestros oídos escuchen juntos el silencio, que nuestras miradas se compenetren profundamente fundiéndose la una en la otra y que nuestros labios supliquen juntos al Eterno Padre para alcanzar misericordia para toda la Humanidad” (DE 64).
Jesús recalca: “También esta oración es un instrumento en vuestras manos porque colaborando de esta manera conmigo, Satanás también por ello se quedará ciego y por su ceguera las almas no serán inducidas al pecado” (DE63). “Esta oración la hice completamente mía dice Isabel . (Jesús) La meditó tantas veces junto conmigo; aseverando que esos son sus eternos anhelos. Me enseñó esta oración a fin de que yo la enseñe a los demás. Hagamos nuestros sus eternos pensamientos, sus deseos con todas nuestras fuerza y con toda nuestra mente” (DE 63). En realidad el todo Diario es una explicación de esta oración. A lo largo de sus páginas Jesús y María van desarrollando los “eternos anhelos” del Corazón de Cristo . Para que podamos comprender el sentido secreto del Mensaje, de la Devoción y del Instrumento de la Llama de Amor debemos meditar en profundidad y con frecuencia esos sentimientos del Corazón de Jesús.
El Señor nos habla de: pies, manos, corazones, interior, pensamiento, oídos, miradas y labios. Estas palabras son como un eco de las de San Pablo: “ya no soy yo quien vivo sino que es Cristo quien vive en mí”. Se trata de la unidad perfecta entre Cristo y el alma. Estos “anhelos del Corazón de Jesús” son para cada una de las almas: que vivamos tan unidos a Él que lleguemos a ser una sola cosa con Él. El fruto de la llama de Amor es la intimidad, la unidad con Jesucristo y por ende con el Padre. La religión en vez de ser un conjunto de normas aplastantes que se deben cumplir “a nuestro pesar” tiene que ser vivida como un camino de amor y de unidad que nos lleve a Dios. Muchas personas rechazan la religión porque la consideran como una camisa de fuerza que las atrapa y les impide ser ellas mismas. Para Marx, Lenin, Feuerbach, Nietzsche y tantos otros que terminaron siendo ateos, la religión es el opio del pueblo. Esta manera de comprender, explicar y enfocar la religión no tiene nada que ver con lo que nos dice Jesús. Los cristianos vamos más allá de lo que es la “religión natural” como un invento del hombre.
Hemos recibido el camino de la Fe, de la Religión Revelada por Dios a través de su Hijo. Dios nos llama a ser uno con Él: “Como tú padre estás en Mí y yo en ti, que ellos sean uno”. En esta oración que Jesús da a Isabel encontramos ocho pasos ordenados que debemos ir dando junto con Él, unidos Él, para llegar a la plenitud del efecto de gracia de la Llama de Amor. Los pies de Jesús y de Isabel deben ir juntos, las manos deben recoger unidas, los corazones deben latir al unísono, en el interior deben sentir lo mismo, las mentes deben estar unidas en la misma manera de pensar, los oídos deben escuchar juntos el silencio, las miradas deben compenetrarse y fundirse, los la- bios deben suplicar juntos al Eterno Padre para alcanzar misericordia para toda la Humanidad. Si todos los miembros de la Iglesia hacemos esto el mundo se convertirá, el demonio será vencido.
El camino de la Llama de Amor es un camino de conversión para cada persona, para cada familia y para toda la Iglesia. Este es el camino de la Victoria contra Satanás. El Evangelio es una buena nueva: la salvación para aquellos que aman a Jesús; pero también proclama la desgracia de aquellos que rechazan a Cristo. Fuera de Jesucristo no hay salvación. Fuera de Cristo no hay esperanzas para nadie: “allí será el llanto y el crujir de dientes”, la condenación eterna. A los que quieren caminar por la vida sin Jesús no les queda más que el fuego del infierno. Es algo terriblemente horrendo. Por eso evangelizar a los refractarios, indolentes o ignorantes es el acto de amor más grande que podemos hacer por ellos. Esta oración está destinada para todos los hombres sin excepción. Jesús propone en ella un plan de vida que debemos llevar a cabo si queremos llegar al Padre.