CARTA No.135: Queridos hermanos, sigo respondiendo a las preguntas de varias personas que solicitan más explicaciones de cómo orar con la Llama de Amor.
En el Diario Espiritual el tema fundamental no es la sanación ni la liberación, sino la SANTIFICACIÓN de las personas, la santificación de las familias. Sin embargo necesariamente para lograr esta santificación es necesario enfrentarnos constantemente con los elementos del mundo de las tinieblas que de una u otra manera nos impiden este objetivo. ¿Por qué motivo la Virgen nos entrega este nuevo instrumento, lo pone en nuestras manos? Para que combatamos contra ese enemigo y logremos la victoria: cegarlo. El esfuerzo de toda la familia debe ser, como dice la oración “que nuestros pies vayan juntos”, caminar con Jesús hasta ser “uno” con Cristo. La familia se va convirtiendo en un instrumento del Señor Jesucristo para alcanzar del Eterno Padre misericordia para toda la humanidad. Ni la sanación de las enfermedades ni la liberación de los problemas causados por los espíritus malignos deben ser la obsesión de las personas ni de las familias. Nuestra principal preocupación ha de ser “convertir nuestra familia en un santuario”, en un lugar de santidad poniendo en práctica los elementos que Jesús y María nos van dando en sus enseñanzas.
Jesús le dice a Isabel: “Tus pensamientos estén siempre junto a Mí hasta que nuestros corazones latan al unísono. No mires hacia ningún lado, ¡sólo mira mis ojos! Esto te invita al recogimiento y te ayuda a alcanzar la victoria por el éxito de nuestra obra redentora” (DE 29-6- 1964). El objetivo es “que nuestros corazones latan al unísono con el Corazón de Jesús”. Nuestros ojos solamente deben mirar los ojos de Jesús. La consecuencia de esta actitud de poner nuestros ojos solamente en Cristo es “alcanzar la victoria” para el éxito de Su obra redentora. En otras palabras la Devoción a la Llama de Amor tiene como objetivo fundamental la santificación de nuestras almas. Sin embargo para lograr esto hay que luchar y obtener la victoria contra los enemigos de nuestras salvación. En esta lucha la Santísima Virgen María viene en nuestro auxilio con su poderosa intercesión para obtenernos las gracias que necesitamos y con su intervención directa cuando la invocamos con fe, amor y perseverancia. Esto que comparto con ustedes es mi experiencia y no tiene más valor que el de una “experiencia personal”. No pretendo que mi manera de actuar sea normativa o ejemplar para Uds. ni para nadie.
En la carta No. 133 les decía que con la repetición perseverante de la jaculatoria, sin decir más, Nuestra Señora responde sanando y liberando. Podemos ir suplicando a María Santísima que libere o sane determinadas cosas que experimentamos en nosotros mismos o en los miembros de la familia. Es importantísimo que la familia se reúna concierta regularidad en la intimidad para orar con el Inmaculado Corazón de María por las necesidades espirituales y materiales de los miembros. Siempre debemos dar a la Virgen todo el protagonismo; no cometamos el error de ir adelante de María o de suplantarla. La actitud correcta es la súplica humilde y dejar a la Señora actuar. Debemos aceptar que Dios tiene su momento para liberar o sanar. Si tenemos una visión de “fe” comprenderemos fácilmente que antes de liberar o sanar lo que pedimos el Señor quiera darnos otras gracias más importantes que necesitamos en el camino de la santidad. En las próximas cartas iré compartiendo con Uds. elementos de mi experiencia que les podrán ayudar en sus oraciones.