CARTA No.134: Continúo respondiendo a Saúl de Nicaragua

La tercera actitud que debemos cultivar cuando queremos hacer oración de liberación y de sanación con la Llama de Amor es una total confianza en el poder de intercesión del Inmaculado Corazón de María. Hay abundancia de oraciones de liberación al alcance de nuestra mano. Basta recurrir a tantas páginas en internet para encontrarlas. Se pide en ellas que Dios libere a la persona afectada de una lista de dolencias que la agobian. A veces estas oraciones son muy extensas y producen cansancio para quien las recita. Cuando recurrimos al Inmaculado Corazón de María debemos tener en cuenta que como Madre de la Iglesia ejerce su maternidad espiritual sobre cada uno de sus hijos. En la medida en que recurrimos a Ella va formando a Jesús en nuestra alma. Si Cristo vive en nosotros, si crecemos cada día en Cristo, la Madre del Señor no está ajena a ese crecimiento. San Juan Evangelista recibió el primero ese gran Don de Jesús: ¡Hijo, he ahí a tu madre! Desde ese momento el discípulo la recibió en su casa. María Santísima se convirtió en madre espiritual de todos los discípulos de su Hijo cuando Jesús le dio la vocación de Madre de la Iglesia: ¡Mujer he ahí a tu hijo! En el Diario Espiritual vemos cómo María va ejerciendo en Isabel su misión de madre, instruyéndola, protegiéndola del Maligno, sanándola, liberándola y conduciéndola a la victoria contra Satanás.

Podemos utilizar la jaculatoria de la Llama de Amor: “derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor sobre toda la humanidad”, como oración de sanación y liberación. Es muy sencilla y muy eficaz. Al alcance de todos. Aquí tengo que hablar de mi experiencia que supongo será la de todos aquellos que recurren a su Inmaculado Corazón par solicitar liberación. Cuando oro por alguna persona afectada por espíritus malignos suplico al Inmaculado Corazón de María que en primer lugar someta, ciegue, ensordezca, enmudezca, amarre y expulse a todos los espíritus malignos que están actuando. Seguidamente voy repitiendo muchas veces, suavemente, lentamente con mucha paciencia, humildad y confianza, la jaculatoria: “Derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor”. Al cabo de poco tiempo veo que la persona comienza a dar signos de liberación: entra en trance, es movida hacia adelante y atrás, eructa, vomita, echa baba por la boca. Si se agita demasiado vuelvo a pedir a Nuestra Señora que ate a los espíritus malignos y les impida moverse o gritar. También se puede utilizar el aceite exorcizado ungiendo a la persona allí donde siente dolor o molestia. En este caso siempre se dice solamente la jaculatoria. Siendo que la liberación es un proceso que puede extenderse en el tiempo, repito el mismo procedimiento las veces que sea necesario.

Esta manera de orar con la jaculatoria de la Llama de Amor no es ningún exorcismo porque no se da órdenes a los espíritus malignos. Es una oración de liberación totalmente confiada a la Madre de Dios. Es Ella la que hace todo. Nosotros nos limitamos solamente a invocarla con mucha fe y confianza. Nos callamos; no oramos con nuestras propias palabras, no tomamos la iniciativa, no hacemos nada más que confiar en la acción del Inmaculado Corazón. Solamente repetimos perseverantemente la jaculatoria. Si tomásemos la iniciativa y comenzásemos a orar con nuestras propias palabras, haríamos a un lado a la Virgen y daríamos oportunidad a los espíritus malignos para manifestarse. La acción de la Madre de Dios no se rige por nuestra manera de pensar. Ella actúa con la sabiduría divina y para la mayor gloria de su Hijo. Nosotros debemos tener total confianza en el poder absoluto de María Santísima sobre los demonios y demás entes que afectan a las personas. Por ese motivo la paciencia humilde es una virtud importantísima cuando oramos con la jaculatoria. A veces no hay ningún indicio de liberación, a veces hay signos como el vómito, eructos, etc. Recordemos que los espíritus malignos pueden salir sin provocar ninguna manifestación. La Llama de Amor es un grandísimo regalo de Dios a las familias para que todos juntos puedan orar para cegar y expulsar a los espíritus malignos que las agobian.

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