DEBEMOS APRENDER A REZAR EL ROSARIO

No es fácil servirse del Rosario para orar como se debe. No basta pronunciar monótonamente las palabras. El concepto
“rezar” (recitar) implica la atención de la mente y del corazón cuando se pronuncian las palabras. Los salmos son el ejemplo por excelencia, mientras recitamos las palabras el pensamiento y el corazón se vuelven hacia Dios en oración íntima. En general el rosario se reza mal. Pocas son las personas que convierten el rezo del rosario de manera individual en un camino de contemplación, de evangelización, de santificación. Igualmente cuando se recita en grupo. En Fátima los niños tuvieron que aprender a rezar el Rosario. Lo rezaban mal, lo hacían con rapidez suprimiendo palabras y de manera distraída. En la familia los padres no les habían enseñado a rezarlo correctamente. La Virgen en Fátima y en otras apariciones y mensajes pide con insistencia que utilicemos el Rosario para orar. Al introducir en el Ave María la jaculatoria “derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor sobre toda la humanidad” lo está elevando a la categoría de “oración de liberación” para el combate espiritual. Nuestra Señora nos dice con esa insistencia que el Pueblo de Dios en general no ora. La falla más grande de las “iglesias domésticas” (las familias) es que no oran cada día de manera comunitaria. Cuando una persona o una familia o un grupo no oran insistentemente como lo pide el Evangelio son víctimas de la acción de Satanás.

El Demonio enfría el corazón hacia Dios, ensordece los oídos interiores para que no se escuche la Palabra de Dios y enceguece los ojos del alma para que no podamos contemplar al Señor. El peor error que pueden cometer los discípulos de Cristo es descuidar la oración en familia. Considerarla como algo sin importancia, secundario, banal. La vida moderna y la falta de criterios han convertido los momentos importantísimos del desayuno, almuerzo y cena, en actos individualistas que destruyen las más bellas oportunidades para edificar una familia sana. Cada uno está enfrascado en su, teléfono chateando con amigos lejanos, o consumiendo videos mientras ingiere mecánicamente los alimentos. Algo así sucede en el rezo del rosario. Mientras los labios pronuncian mecánicamente las más bellas y poderosas oraciones de la piedad cristiana, la imaginación vaga por insólitos parajes malgastando las grandes gracias que emanan de la contemplación de la vida de Cristo. Es necesario aprender a recitar como se debe el Santo Rosario para que la familia obtenga los beneficios propios de esta oración. El rezo del Rosario exige una gran disciplina física y espiritual. Sin disciplina el estudiante nunca podrá asimilar los complejos conceptos de las ciencias.

Aceptamos gustosamente que la disciplina es indispensable para triunfar en la vida. Sin esfuerzo no se logra nada. Cuando se trata de amar y servir a Dios nos parece que el esfuerzo y la disciplina no tienen cabida. Como no se pone a Dios en el primer lugar de los intereses se ora de cualquier manera. El Rosario es un camino que gradualmente nos va llevando a la “oración contemplativa”. Se ora con la boca y se contempla con el corazón. Se va aprendiendo a lo largo de los años a “rezar el Rosario”. En este caminar se van combinando los textos de las Sagradas Escrituras aplicados a cada misterio, se va educando a la imaginación para que se centre en la figura de Cristo, el Espíritu Santo eleva el corazón para que pueda dialogar con Dios. Son cuatro coronas de alabanzas a Jesucristo por medio del Corazón de María.

No somos nosotros los principales Orantes sino que es el Espíritu Santo quien ora en nosotros por medio del Inmaculado Corazón de la Madre que nos lleva al conocimiento íntimo de su Hijo. El Rosario no es en primer lugar un homenaje a la Virgen María. Nos lleva ante todo a conocer, alabar, bendecir y glorificar a Jesucristo. ¿Por qué es la oración preferida de Nuestra Señora? Porque es la que le permite ejercer en lo más íntimo de nuestra alma su función de Madre de la Iglesia. Ella nos forma como sus hijos al llevarnos de la mano contemplando la persona de Jesús por los misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos. Al mismo tiempo nos va protegiendo del maligno, sanando las heridas del alma y liberándonos de las ataduras de Satanás. La Llama de Amor pide que oremos en familia cada día como se debe el Rosario.

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