LOS ENGAÑOS DE SATANÁS: EL DERECHO DE ABORTAR (1)

Jesús nos envía como ovejas en medio de lobos. »¡Cuídense de los profetas mentirosos, que dicen que hablan de parte de Dios! Se presentan ante ustedes tan inofensivos como una oveja, pero en realidad son tan peligrosos como un lobo feroz”. (Mt 7:15–16; Lc 10,13;Jn 10,12). Los que hemos aceptado la gracia de la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María nos hemos comprometido a combatir a Satanás. Uno de los más importantes combates contra el Demonio que los padres de familia deben llevar adelante es la lucha contra la promoción del aborto. En primer lugar debemos proteger a las hijas contra este engaño diabólico. Hay que informar a las niñas, adolescentes, mujeres jóvenes del terrible engaño que hay detrás del mal llamado “derecho” que tiene la madre de escoger la vida o la muerte del niño que lleva en su seno.  Ya desde la escuela se les está diciendo a los niños que el aborto es un derecho, que no es malo. A las adolescentes se las bombardea para que acepten esa idea ciegamente.

A las mujeres se las recluta para que formen parte de un ejército que exige el derecho a decidir sobre “su cuerpo” y sobre la vida del niño. Hay una “astucia diabólica” detrás de todo esto. Jesús nos dice: “los hijos de las tinieblas son más sagaces en sus negocios  que los hijos de la luz”.  (Lc 16:8). Quienes impulsan este “movimiento abortista” provienen en su mayoría de las logias masónicas. Estas sociedades secretas están constituidas  en sus grados más altos por personajes imbuidos por una concepción equivocada de la “libertad”.  Piensan que el hombre debe ser totalmente libre, sobre todo de cualquier Ley que provenga de Dios, ya que no creen en Él. Además muchas de estas sectas son Satánicas y Luciferinas. Adoran a Satanás, a Lucifer, a Bafomet y a otros demonios. Por supuesto que quienes forman parte de estos grupos en los grados iniciales o bajos no tienen ni la menor idea de lo que pasa en los grados superiores. 

Se disfrazan bajo la ideología de la “cultura”, de la “promoción de la dignidad humana”, y muchas otras pantallas. Sin embargo cuando se llega al pináculo de las sectas, de los “movimientos”, de los “grupos”, de las “organizaciones”, de los “partidos”, lo que se encuentra es el rechazo a Dios, a su Señorío. La ambición de estos grupos es tomar el poder político y desde allí imponer su manera de pensar, no sólo en relación al aborto, sino en todo aquello que signifique sometimiento al designio divino. En último punto se trata de ateísmo puro y militante contra todo lo que signifique OBEDIENCIA del hombre a las Leyes de su Creador. Se han dedicado a “infiltrar” las sedes de poder político, militar,  económico, social, religioso. La ONU, la UNESCO, OEA, UNIÓN EUROPEA, LAS IGLESIAS, etc, para nombrar solamente algunas desde la que se puede influir en la política mundial. Las proporciones de esta lucha son las de David contra Goliat.

Lo más grave de este espejismo es que muchísimas de las personas que promueven el aborto ya sea de manera activa o de manera pasiva, son BAUTIZADOS. De manera activa promueven el aborto aquellos y aquellas que lo defienden, que lo practican, que lo publicitan. De manera pasiva aquellos que se callan, que no votan en contra y que no educan a sus hijos informándoles de la gravedad espantosa de este crimen. La Llama de Amor habla de la grandiosa vocación que tienen las mujeres de poder “engendrar” y “traer a este mundo” las almas que están llamadas a ploblar el “Cielo”. Claro que para un ateo esto no tiene sentido, es una fantasía, una ilusión. Es opio para la mujer. La colocan bajo el dominio del hombre. La reducen a la esclavitud de la maternidad. El hijo no es más que un “producto” no deseado del placer sexual y por lo tanto descartable. Todas estas ideologías se han concentrado en el llamado “feminismo” que pretende crear un “prototipo de la mujer liberada” de todas las convenciones sociales y sobre todo “religiosas”.

Y en preminente lugar, por desgracia, el aborto es un “gran negocio”. Millones de personas viven del aborto. Muchísimas organizaciones se sostienen económicamente promoviendo la muerte de los niños inocentes. Los cristianos no nos podemos quedar callados ante semejante y criminal barbarie. Cometeríamos un gran pecado de omisión. Somos responsables de las leyes que se instauran en un país; somos responsables cuando no informamos al “ignorante” del pecado que va a cometer. En el hogar, los principales testigos de la Verdad son los padres de familia.  A ellos corresponde iluminar la conciencia de sus hijos y especialmente de las hijas para que se conviertan en acérrimas defensoras de la vida. De aquí viene la bendición de Dios. Del aborto salen la maldiciones del Creador contra quienes usurpan su exclusivo derecho sobre la vida.

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