LA RAÍZ DE TODOS LOS ENGAÑOS DE SATANÁS: HACER LA PROPIA VOLUNTAD EN CONTRA DE LA VOLUNTAD DE DIOS.

La puerta de entrada de Satanás en las familias (y en todas partes) es la misma que utilizó para dañar a Adán y Eva. Corresponde a nuestra condición de seres “libres”. Dios nos hizo  capaces de tomar una decisión, aún en contra de la voluntad del Creador. El gran engaño consiste en hacernos creer que seremos más felices haciendo nuestra propia voluntad que la de Dios. Cuando Adán y Eva hicieron la suya propia se dieron cuenta de que estaban “desnudos”. Así pasa con los novios que van al matrimonio con la intención de vivir “independientes” de la voluntad del  Creador. Se imaginan que al tomar ellos el dominio de su hogar las cosas van a salir perfectas y que serán dichosos. Piensan que al someterse a los mandatos de Dios su vida será aburrida e infeliz. Las tentaciones que Isabel Kindelmann tendrá que soportar y vencer para cumplir la voluntad del Señor se reducen siempre a lo mismo: haz tu propia voluntad, realízate llevando adelante tus deseos y no los de Dios, sé la dueña de tu propia historia, persigue tus propios objetivos. 

Todos los seres humanos tenemos la misma tentación: perseguir el cumplimiento de nuestros deseos, de nuestros anhelos profundos, de nuestros intereses personales por encima de los designios de Dios sobre nuestras vidas. Renunciar a dirigir nosotros mismos nuestras propias vidas para hacer la voluntad del Creador nos parece algo aberrante. Sin embargo ese es el camino correcto para ser realmente felices. Es el camino que Cristo Jesús escogió: ”Padre, he aquí que vengo para hacer tu voluntad”. Esto exige infinidad de renuncias que ambos cónyuges deben ir haciendo a lo largo de su vida con la ayuda de la gracia de Dios. Lo primero que debemos hacer para comprender el sentido del matrimonio cristiano es instruirnos. La Iglesia, en su Catecismo, nos da la enseñanza que los  novio y los  esposos deben asimilar para realizar un verdadero matrimonio “en Cristo”.

Antes de casarse los pretendientes deberían estudiar muy a fondo lo que la Iglesia les dice acerca de esta unión santa y permanente que constituye el matrimonio. Es algo verdaderamente maravilloso pero tristemente desconocido u olvidado.  El engaño satánico lleva a los cónyuges a imaginarse que la felicidad matrimonial consiste en el gozo sensible, emocional, carnal,  que procura la relación entre dos personas que se atraen físicamente. Las metas que el maligno ofrece a las familias son puramente físicas y temporales. Satanás ciega la inteligencia y enfría el corazón, empuja a los cónyuges a luchar por los bienes egoístas que a menudo son contrapuestos. Es imposible que dos personas puedan ser felices si lo que buscan es cumplir egoístamente los propios deseos.

Terminan rompiendo la relación o viviendo una aparente armonía. La gracia de la Llama de Amor cuando entra en la familia comienza a liberar la mente de los cónyuges de la acción de diversos espíritus inmundos que la ciegan. Al mismo tiempo va iluminando al entendimiento para que se vaya abriendo a la Palabra de Dios. Ésta explica lo que debe ser realmente la unión del hombre y de la mujer “en Cristo”. Es sobre el camino que se va arrancando y plantando. El matrimonio cristiano vive amorosa y pacíficamente  una permanente y dolorosa purificación guiada por el Espíritu Santo.  Va dando frutos día a día porque el sacramento, que es Jesús mismo actuando, trae también el consuelo y la felicidad.  El matrimonio fuera de Cristo es la búsqueda siempre insatisfecha del placer y del bienestar. Cuando esto se termina, se termina el matrimonio. 

Los cristianos debemos tener bien claro en la mente y en el corazón, que si toda la vida es un combate contra Satanás, la vida familiar es el corazón de esta tremenda lucha entre la luz y las tinieblas. A tal grado está destruido hoy el ideal cristiano de la familia que la Virgen ha tenido que suplicar al Padre Eterno la gracia de la Llama de Amor. Es tan grave el ataque satánico contra las familias que la Virgen nos aclara que hasta ahora Ella no ha emprendido un movimiento más importante que el de su Llama de Amor. Debemos comprender y hacer nuestros este interés de María por las familias. La salvación de infinidad de almas depende de nuestra respuesta: debemos ayudar a los hogares católicos a convertirse en verdaderos santuarios en los que reine Jesucristo. Muchos yacen en la frialdad. Necesitan el fuego de la Llama de Amor para transformarse en Luz del mundo y Sal de la tierra.

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