LA SANTIFICACIÓN DE LAS FAMILIAS ES LA CAUSA MÁS APREMIANTE

El mensaje de la Llama de Amor es apremiante, sumamente apremiante (DE 23-3-1964).  “No tenemos tiempo que perder” (DE 11-3-1963). La santificación de los hogares es lo más grave y urgente porque la familia es la matriz en las que se forman los discípulos de Cristo, y éstos deben ser santos.  La vocación y la misión de los padres y madres es la más importante en la Iglesia de Jesucristo y para la humanidad entera. En varias partes del Diario Espiritual el Señor y su Madre Santísima lo consignan. Se trata de la santificación de los miembros de la propia familia. Jesús confía a los progenitores esta gran responsabilidad: “iluminar y salar” a sus hijos. Somos luz del mundo y sal de la tierra en primer lugar para los hijos y demás miembros del hogar. Del cumplimiento perfecto de esta misión depende la salvación de infinidad de almas, depende la santidad de la misma Iglesia. Por ese motivo la acción de Satanás va en primer lugar directamente contra los padres de familia para impedirles cumplir con su vocación. “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas” (Zac 13,7; Mc 14,27;Mt 26,31). 

Esta es la principal estrategia del Demonio. Los primeros que deben asimilar el mensaje de la Llama de Amor son los padres de familia y en especial las madres. El primer y más importante apostolado es el que se debe ejercer en el interior del hogar. Y esto para todos, padres e hijos. Todos debemos ser los primeros evangelizadores y catequistas y pastores de los miembros de nuestra propia familia. Que no se cumpla el dicho: “en casa de herrero cuchillo de palo”. Queremos evangelizar a los demás dejando de lado la evangelización de los nuestros. Cuando evangelizamos a los miembros de nuestra propia familia estamos evangelizando a los demás porque el buen ejemplo se transmite y multiplica. La santidad de los padres de familia se difunde a los hijos, nietos, bisnietos, etc. La Llama de Amor bien vivida por los padres “inunda ..a todos los miembros de mi familia y el maligno no logra llevarlos a cometer pecado” dice Isabel (DE 12,21 y 28 Feb 1963).

La misión de los padres de familia no es fácil. Jesús lo dice indirectamente “Nadie es profeta en su tierra” (Mc 6,3-6) porque Él experimentó el rechazo de los suyos. Por eso se necesitan los dones del Espíritu Santo y el auxilio permanente de Jesús. Antes de evangelizar  a sus hijos Isabel fue evangelizada por Jesús. El Señor la llevó por medio de sufrimientos y diversas penas la intimidad con Él. Es impresionante ver cómo Jesús va exigiendo cada vez más a la Sierva de Dios renuncias y más renuncias, sacrificios y más sacrificios hasta el fin de su vida. La Llama de Amor se debe encender en la familia a través de los padres. Y esto implica un gran combate y grandes dolores porque el Enemigo actúa con gran furor cuando ve que se enciende la Llama en los hijos. El Demonio sabe que cuando los hijos la acogen con Fe ya no tiene poder sobre ellos.  Entonces suscita muchas incomprensiones de parte de aquellos que todavía no han captado la gracia y están bajo su influencia (DE 21-4-1963).

Los padres deben estar dispuestos a aceptar por la salvación de sus hijos todos esos sufrimientos (DE 19-5-1963). Es necesario “mirar”, “ver”, lo que pasa en el interior de cada hogar como una lucha a muerte entre la Luz y la Oscuridad. Si los padres no comprenden que la rebelión, las incomprensiones, la resistencia a la gracia de Dios de parte de los hijos es fruto de la acción del Maligno abandonarán la lucha y se resignarán a “dejarlos ir”. Si captan la estrategia de Satanás para arrancarles las “ovejitas” entonces lucharán con todas sus fuerzas contra el “lobo”. Es necesario confiar en las palabras de la Virgen tantas veces repetidas a Isabel: “Yo el Rayo Hermoso de la Aurora, cegaré a Satanás…las almas escogidas tendrán que luchar contra el príncipe de las tinieblas. …” (DE19-51963). 

No debemos extrañarnos pues que la paz que el Señor promete a sus seguidores no es la “que el mundo da”. La Paz de Cristo se fragua día a día  en medio de la angustia del combate, de los fracasos, de las contradicciones diarias, de los problemas  que la vida de toda familia conlleva. Siguiendo las enseñanzas del Diario Espiritual nuestra perspectiva pesimista ante tantos  sinsabores cambia y da paso a la gran esperanza que la Virgen nos profetiza: “Al final mi Inmaculado Corazón triunfará”. La devoción a la Llama de Amor se asienta sobre la FE, LA ESPERANZA Y LA CARIDAD, las tres virtudes teologales. El trabajo que cuesta encender la Llama en el interior de las familias se verá recompensado ampliamente con el triunfo de María Santísima. Tal vez no lo veremos en esta vida. Sin embargo indefectiblemente llegará, a su tiempo.

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