LA familia debe ser restaurada y transformada por la acción de Cristo

La Llama de Amor debe transformar las familias en verdaderos santuarios familiares en los que reine Jesucristo, vivo, actuante. Jesús vino para destruir las obras de satanás nos dice San Juan en su primera carta (1Jn 3,8). Satanás es homicida desde el principio. Es puro odio contra Dios y contra el hombre. Toda su acción consiste en llevar al hombre a la destrucción: dolor, sufrimientos, fracasos, enfermedades psíquicas y físicas, ruina, miseria, pobreza, desesperación, angustia, división, pleitos, separación, etc. etc. etc. Todo el mal que existe sobre la creación y sus habitantes proviene del odio satánico. Especialmente la muerte. La gracia de la Llama de Amor es un instrumento para revertir la obra satánica en las familias y en el mundo entero. La acción redentora de Jesús es integral. Redime el alma y el cuerpo. Lleva a la sociedad hacia el equilibrio aunque en medio de arduos combates contra el enemigo maligno.

No pretendamos encontrar en las enseñanzas del Diario Espiritual la respuesta a todas las preguntas que nuestra condición humana herida por el pecado se plantea. Cada intervención divina en la Iglesia es complementaria de toda las demás. Cada aparición tiene su propia gracia que viene a juntarse a las anteriores y a las futuras para ir completando las enseñanzas y las gracias que ayudarán a la Iglesia a enfrentar los problemas del momento. Las enseñanzas y las gracias de la Llama de Amor deben completarse con las otras enseñanzas y gracias dadas a la Iglesia. Jesús predica la Palabra de su Padre, sana físicamente a los enfermos, libera a los endemoniados, señala el camino para que los hombres vivan de acuerdo a la voluntad de Dios. El Diario Espiritual no contempla los aspectos de sanación y liberación de manera práctica.

Nos corresponde a nosotros asimilar el mensaje fundamental que Jesús y María dan a Isabel y después aplicarlo en las distintas circunstancias de la vida sirviéndonos de la Palabra de Dios, de las enseñanzas de la Iglesia, de las experiencias de las generaciones que nos han precedido, de las gracias dadas a través de otros instrumentos. En estos momentos de la historia Dios está dando en muchas partes del mundo diversas gracias de sanación y liberación. Hay un reflorecer discreto de las gracias de liberación y exorcismo que con el tiempo llegarán a restaurar en la Iglesia la conciencia del combate espiritual contra el mundo de las tinieblas. Isabel es uno de tantos instrumentos de los cuales Dios se está sirviendo para sanar y liberar a su Iglesia. Su vocación es la de recibir y transmitir la gracia de la Llama de Amor. Su vida y especialmente sus sufrimientos ocasionados por la acción del Demonio contra ella, ha de iluminarnos para aprender de nuestra parte cómo se combate y se vence a Satanás con el instrumento de la Llama de Amor. Cada familia debe ser restaurada y transformada por la acción de Cristo en su interior.

Quienes están llamados a ser los guías en este proceso de sanación y liberación de sus hijos y familiares son los padres de familia. El pecado de Adán hirió a sus descendientes, y sus  virtudes los edificaron. Así los progenitores son como Adán y Eva para cada familia.  Los padres santos, piadosos, fieles a Dios, obtendrán para sus hijos bendiciones que se extenderán de generación en generación. Los padres impíos, viciosos, duros de corazón, corrompidos, idólatras, transmitirán a sus hijos verdaderas maldiciones (Dt 5,9; Ex 20,5; Ex 34,7; Tob 9,11) que se manifestarán de diversas maneras. Hay quienes niegan esta transmisión de bienes y males de una generación a otra. Sin embargo en la realidad es así. Como dice el dicho: “De tal palo tal astilla”. Al recorrer con Isabel Kindelmann el proceso de acercamiento a Jesucristo, los padres se santificarán y santificarán a sus hijos, nietos, bisnietos y a sus descendientes.

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