¿CÓMO NOS ATACA SATANÁS?

Para atacarnos Satanás se sirve de nuestra estructura psíquica. Al crearnos Dios nos dio un alma espiritual con tres potencias: MEMORIA, INTELIGENCIA Y VOLUNTAD. Toda esta constitución tiene un objetivo en el Plan de Dios: que lo conozcamos y que lo amemos. Nuestro cuerpo físico es el soporte del que nuestra alma se sirve para ejercer sus potencias y facultades. Somos capaces de pensar, de conocer, de comprender, de buscar la Verdad, es la INTELIGENCIA; podemos experimentar sentimientos, Amar, tomar decisiones con una VOLUNTAD libre; tenemos “conciencia” de lo que hacemos y guardamos en nuestro interior todo el bagaje de las experiencias que vamos viviendo para hacerlas presentes al momento de pensar y de decidir: es la MEMORIA.

 En nuestro caso, como creyentes y discípulos de Cristo, vemos al ser humano como “criatura de Dios”, con un destino eterno, llamado a participar para siempre de una relación íntima de Amor con ese Dios creador que es nuestro Padre. Tendremos muy en cuenta lo que Dios nos revela en su Palabra: la existencia de Satanás, del pecado original cometido por Adán y Eva y sus gravísimas consecuencias no sólo para el hombre sino también para toda la creación. Los ateos o materialistas negarán la existencia de Dios, del alma, del demonio, de los espíritus “inmundos”, de la vida eterna y reducirán los fenómenos psíquicos a meras funciones naturales sin ninguna trascendencia. Para ellos el hombre termina con la muerte. Más allá no hay nada. Por medio de las Sagradas Escrituras sabemos que Satanás es el enemigo de Dios y de los hombres, el tentador. Tiene como principal objetivo de su acción llevar al mayor número de personas al rechazo de Dios y de su Plan. Los animales no tienen capacidad de pensar, ni de amar. Se rigen por instintos. Están sometidos a la muerte natural. No están destinados a amar a Dios por toda la eternidad. 

Satanás y los suyos buscarán por todos los medios que los seres humanos no respondan al llamado de Dios y se queden simplemente en el plano de los animales irracionales, incapaces de amar a Dios y de gozarlo para siempre. Su objetivo es la condenación eterna de las almas.El camino de Satanás para apartarnos de Dios comienza por el ataque a la INTELIGENCIA, A LA VOLUNTAD Y A LA MEMORIA. A la inteligencia para que no seamos capaces de llegar a la Verdad. A la voluntad para que en vez de amar al Bien lo rechacemos. A la memoria para traer constantemente a nuestra inteligencia y voluntad recuerdos del pasado que las perturben. Como los demonios son espíritus pueden influir en nuestros sentidos (oído, vista, olfato, gusto, tacto…) y demás facultades corporales y psíquicas. Tratan de cegar, confundir, engañar, equivocar nuestra inteligencia; pueden generar emociones y sentimientos, alucinaciones que lleven a la voluntad a tomar decisiones erróneas. Hasta tal punto pueden los espíritus malignos atacar nuestra personalidad que son capaces de producir en nosotros verdaderas alteraciones de la conducta y trastornos tales como ansiedad, depresión, angustia, trastornos obsesivo compulsivos de diverso tipo, psicosis, cuadros de conducta esquizofrénica, reacciones violentas, ..etc.

 En ciertos casos las enfermedades psiquiátricas que tienen una base natural pueden estar ligadas a factores espirituales diabólicos. En los casos extremos se puede dar la llamada posesión diabólica, en la que espíritus malignos se apoderan de una persona y la atormentan espiritual, moral y físicamente y la fuerzan a actuar contra su voluntad. La Iglesia nos enseña a defendernos contra la acción diabólica y nos da los medios para vencer esos ataques. La psiquiatría moderna y la psicología han ayudado mucho a comprender los fenómenos patológicos de la conducta. Han dado elementos muy valiosos para distinguir lo que es una auténtica posesión y lo que es un trastorno natural de la psique humana. Hay dos errores graves en este terreno: 

a) ver al Demonio en todo lo que es trastorno psíquico y por lo tanto rechazar la ayuda de la ciencia, 

b) negar totalmente la existencia del Demonio y su influencia en la conducta enferma del ser humano, y privarse de la ayuda de los medios espirituales en la terapéutica de las personas afectadas por trastornos psíquicos. 

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