La Iglesia y sus consagrados llevarán la Llama de Amor a toda la humanidad (VI)
El mensaje, la devoción y el instrumento de la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María es un urgente llamado al Papa, a los Obispos, a los sacerdotes, a los padres de familia, a la Iglesia Católica y al mundo entero. El mensaje es muy sencillo y evidente: Satanás con su fuerza rabiosa quiere destrozar las familias, a la Iglesia y a toda la humanidad. Yo he obtenido del Padre Celestial una gracia especial para cegarlo: la Llama de Amor de mi Inmaculado Corazón como un nuevo instrumento para salvar al mundo. Este será el Milagro que convirtiéndose en un incendio con su fulgor cegará a Satanás. Este es el fuego de Amor de unión que alcancé del Padre Celestial por los méritos de las Llagas de mi Hijo Santísimo (p 44).
En el Diario Espiritual de la Llama de Amor se va revelando a los ojos del lector el designio divino para estos últimos tiempos frente al ataque global y despiadado del infierno contra la humanidad. Dios quiere cegar a Satanás por la intervención especial de María Santísima con su Llama de Amor. El Demonio quiere arrastrar a la condenación eterna el mayor número de almas. María Santísima nos llama a todos a unirnos a Ella en esta lucha contra el poder de las tinieblas, ya que solo de nosotros “depende que esta Llama se encienda” (p 85).
Esta gracia especialísima, que la Santísima Virgen obtiene del Padre Eterno por medio de las llagas de su Hijo, debe ser dada a conocer a la Iglesia y al mundo. Es una gracia para toda la Iglesia, y al mismo tiempo es una gracia evangelizadora destinada a iluminar a toda la humanidad. El camino que la Madre de Dios señala es que en primer lugar se comunique esta gracia al “primer Obispo del país (Hungría) y luego al Romano Pontífice, Vicario de mi Santo Hijo en la tierra” (p 99). Se trata de un acontecimiento que conmoverá al mundo, para cegar a Satanás.
La propagación de la Llama de Amor se debe hacer desde las parroquias y templos dedicados al honor de María Santísima para que llegue a todos los hogares y éstos sean convertidos en verdaderos santuarios familiares en los que reine Jesucristo. Todos estamos llamados a involucrarnos en este combate contra el reino de las tinieblas asumiendo la obra redentora de Jesucristo. Especialmente las almas consagradas al Señor en el sacerdocio y en la vida religiosa están llamadas a renovarse espiritualmente con la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María para emprender una vida de santidad.
Esta participación en el combate contra el reino de las tinieblas exige de todos una profunda conversión del corazón, abandonar el pecado y asumir los sufrimientos de Jesucristo llevando con sinceridad la cruz de cada día.
Una consecuencia de la gracia de la Llama de Amor es la transformación de las familias en verdaderos lugares de santidad. Las familias renovadas transforman las Parroquias en comunidades llenas de vida espiritual.
La Llama de Amor del Corazón Inmaculado de María tiene su origen en elCorazón del Padre Celestial, ya que esa Llama es el mismo Jesucristo. María como Madre de Dios puede decir: la Llama de Amor de mi Inmaculado Corazón es mi Hijo Jesucristo, pero el origen de esta Gracia es el Padre Eterno quien desde toda la eternidad engendra a su Hijo y nos lo da a través de María Santísima.
El Reino de Cristo en nuestros corazones exige el arrepentimiento sincero y profundo del pecado, y la reparación del mismo por la participación en su dolorosa pasión. El centro de esta devoción es la Eucaristía, el Santo Sacrificio del altar, de donde brotan todas las gracias. Del Corazón de Cristo brota la luz que ciega a Satanás y destruye su reino en los corazones de los seres humanos.
La maternidad espiritual de María Santísima, sin distinción de raza, cultura o religión, se ejerce sobre toda la humanidad. Como dice San Juan, el Verbo es la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn1,9). La poderosa intercesión de María Santísima ante el Padre, por su Hijo, en el Espíritu Santo nos obtiene todas las gracias que necesitamos para vencer en nuestra vida personal y familiar la acción diabólica que amenaza arrastrarnos a todos a la condenación eterna.
La Llama de Amor no es una simple devoción sino que tiene un propósito: la de convertirse en el “nuevo instrumento que María Santísima pone en nuestras manos” para que todo hombre luche contra las tinieblas que intentan sumergirlo en la muerte.
Es la Iglesia entera la que debe asumir la Llama de Amor y entregarla a toda la humanidad. Por eso los primeros a quienes se debe dar a conocer esa gracia extraordinaria es al Papa y a los Obispos para que ellos sean quienes la impulsen en su propia Diócesis, entregándola a los curas párrocos y a través de ellos a toda la feligresía.
La Llama de Amor cegará a Satanás y lo derrotará en su insensato propósito de convertirse en el dios de este mundo. Las palabras de María son la esperanza de esta humanidad que yace bajo el poder del falso príncipe: “Yo, el Rayo Hermoso de la Aurora, cegaré a Satanás” (p 178).