¿Qué significa derrama el efecto de gracia?
El punto central de la Devoción a la Llama de Amor es la jaculatoria que la Virgen María pide que se inserte en el Ave María: “Derrama el efecto de Gracia de tu Llama de Amor sobre toda la Humanidad”. Este es como el resumen de todo el Mensaje que Nuestra Señora da a la Iglesia y a la Humanidad entera. Todo nuestro esfuerzo debe centrarse en “comprender” la profundidad de esta frase. No en vano la Virgen pide que se introduzca nada menos que en el Ave María, la oración mariana por excelencia. Debe ser algo importantísimo en el pensamiento y objetivos de Nuestra Señora. Cuando Ella habla de la gracia de la Llama de Amor dice algo que nos sorprende y más aún nos sobrecoge por lo impactante de la expresión: “Te aseguro, hijita mía, una fuerza tan poderosa de gracia no he puesto todavía a disposición de ustedes como esta vez: La Llama flamean del Amor de Mi Corazón. Desde que el Verbo de Dios se hizo carne, no he emprendido Yo un movimiento más grande que éste de la Llama de Amor de Mi Corazón que salta hacia ustedes. Hasta ahora no ha habido nada que tanto ciegue a Satanás, y de ustedes depende que no la rechacen porque esto traería consigo una gran ruina”.
Estas palabras son verdaderamente extraordinarias, únicas, desafiantes.¿Cómo es posible que la Virgen nos diga que desde la encarnación del Verbo no ha emprendido Ella un movimiento más grande que éste de la Llama de Amor de su Corazón? Esto es inaudito. Más aún que nos diga que: “Hasta ahora no ha habido nada que tanto ciegue a Satanás” y que de nosotros “depende que no la rechacen porque esto traería consigo una gran ruina”. Estas palabras encierran muchos interrogantes: ¿quién es la Virgen Maria para decir: Yo no he emprendido…? ¿Con qué autoridad? ¿Quién es Ella para arrogarse tal poder? Más aún, dice: …”una fuerza tan poderosa de gracia no he puesto todavía a disposición de ustedes…” ¿Con qué derecho puede una criatura decir “Yo no he puesto a disposición de Uds. una fuerza de gracia …?”; Y esa fuerza de gracia es la “Llama flameante de Mi Corazón”, y que esa Llama ciega a Satanás “como nada lo ha cegado antes”. Llega al extremo de decirnos que esa “Llama de amor de Mi Corazón es mi Hijo Jesucristo”.
Estas palabras y otras que están diseminadas a lo largo del Diario nos obligan a repensar la figura de María. ¿Quién es esa Mujer que habla con tal seguridad y tal majestad, tal poder que casi podríamos llamar arrogancia? “Yo pongo un haz de luz en tus manos es la Llama de Amor de mi Corazón” (DE 47) “Yo soy su Madre bondadosa y comprensiva y en unión con ustedes, les voy a salvar”. Qué pasa aquí? Con qué derecho esa Mujer dice que es nuestra Madre y que nos va a salvar? Acaso no es Cristo el único que salva? ¿No está blasfemando? ¿No está pasando encima de Jesucristo el Señor? Estamos frente a un Misterio que nuestra capacidad intelectual no puede captar y mucho menos comprender. María será siempre un enigma para nosotros. Para poder entender el Mensaje de la Llama de Amor tenemos por fuerza que ir a la Palabra de Dios. No nos podemos quedar solo con lo que leemos en el Diario Espiritual. Debemos ir a la raíz. Entonces nos daremos cuenta de que la Llama de Amor no es un invento de Isabel Kindelmann, y de que las palabras de la Virgen María y su mensaje son simplemente el Evangelio puro. En primer lugar comencemos por ver si tiene sentido introducir en el Ave María la jaculatoria “Derrama el efecto de gracia…”. (DE p. 127)
La Virgen dice: “No quiero cambiar la oración con que me honran (el Ave María), sino que quiero sacudir con esta súplica la humanidad. Esta no es una nueva fórmula de oración, debe ser una súplica constante”. Si nos fijamos bien, la expresión: “derrama el efecto de gracia…” es exactamente lo mismo que decir: “ruega por nosotros pecadores…”. La Virgen no cambia el Ave María, simplemente explicita, explica el sentido de su misión, de su función en el plan de Dios: INTERCESORA. ¿Qué hace la Virgen? Ella intercede, le pide a Dios por nosotros. Perfectamente podríamos suprimir del Santa María la expresión: “ruega por nosotros pecadores” y decir: “Santa María Madre de Dios derrama el efecto de gracia….”. Aquí se pone en evidencia su papel en las bodas de Caná: ella intercede ante Jesús por los esposos y obtiene la superabundancia de gracias representada por los seiscientos litros de vino. Nuestra memoria nos lleva al momento de Pentecostés en el que “María la Madre de Jesús” está con los Apóstoles orando por la venida del Espíritu Santo. Ella es en este momento Madre de la Iglesia y por su poderosa intercesión se derrama sobre toda la humanidad (las naciones) el Fuego del Espíritu Santo. Debe ser una súplica constante que el Señor, la Trinidad Santísima, derrame el efecto de la Redención sobre toda la humanidad.