CARTA No.143: CONTINÚO RESPONDIENDO A RICARDO DE BARRANQUILLA, COLOMBIA.
¿En qué consiste el combate espiritual en el interior de la familia?
Respuesta: Por medio de su Llama de Amor el Inmaculado Corazón de María está haciendo un llamado a los hogares que profesan la Fe Católica a enfrentar a Satanás que quiere reinar en las familias para destruirlas. Ella nos habla de que cada hogar debe convertirse en un “santuario”. Para lograr este objetivo la Virgen nos da un “haz de luz”, un “nuevo instrumento”. Ese instrumento en realidad es la acción de la Virgen María que al ser invocada con el Santo Rosario y especialmente con la jaculatoria, ciega a Satanás. Es Ella la que actúa intercediendo ante su Hijo, para que Éste ciegue a Satanás, es decir que el “efecto de gracia” (la Redención), se ejerza con plenitud en las almas. La acción de María Santísima en el interior de la familia es ante todo su poderosa intercesión. No es Ella la que ciega o vence a Satanás, es su Hijo. En Gen 3,15 se nos dice: “Pondré enemistad entre ti y la mujer; entre tu descendencia y la suya; Ella te aplastará la cabeza…” La descendencia de la Mujer somos Jesús y nosotros. Ella nos lleva en su seno a Jesús y a nosotros. En las apariciones de la Medalla Milagrosa vemos cómo la Virgen aplasta la cabeza de la serpiente que está mordiendo al mundo. Ella vence a Satanás porque lleva en su seno al Hijo de Dios. María es el instrumento privilegiado del Padre Celestial para llevar a toda la humanidad el “efecto de gracia de su Llama de Amor (su Hijo Jesús)”.
¿Cuál es el objetivo de la Llama de Amor? La conversión de los corazones a Jesucristo. Es decir: la santificación de las personas. Es decir: que los miembros de la familia sean verdaderos discípulos de Cristo. Es decir: que vivan de acuerdo al Evangelio. En realidad la gracia de la Llama de Amor no trae nada diferente, nada nuevo de lo que la Iglesia nos ha siempre dicho. ¿Para qué sirve entonces la gracia de la Llama de Amor? ¡Para que la Iglesia abra los ojos! Para que todos, desde el Papa hasta el más pequeño de los bautizados, nos demos cuenta de que al paso que vamos la Iglesia dejará de ser “sal de la tierra y luz del mundo”. Que la acción de Satanás es una verdad, una realidad, que no es un mito, que nos es folklore. Que el Demonio está destruyendo a la Iglesia al destruir a las familias. Que hay una falla grave en la predicación, en la catequesis, en las prácticas pastorales porque se va a lo secundario y no a las raíces del problema. Que los novios van al matrimonio sin estar convertidos ni convencidos de que están llamados por el sacramento a vivir en Cristo.
La Virgen quiere “restaurar el ideal cristiano de la familia”. Convertir cada hogar en un signo vivo de Jesucristo; proclamar que Jesucristo está vivo en el interior de cada familia trasformando los corazones muertos a la gracia en corazones de verdaderos hijos de Dios. El bautizado debe vivir según Cristo, en Cristo, por Cristo y para Cristo.” Según San Pablo falsos cristianos son aquellos que viven de acuerdo a las apetencias de la “carne”, según el pensamiento del “mundo” y bajo el poder de los “espíritus malignos”. Es en este punto donde se sitúa el combate espiritual con “el efecto de gracia” de la Llama de Amor: Hay que pasar de vivir según la “carne, el mundo y el Demonio” a vivir según Jesucristo. Esto implica llevar a la práctica todo el programa de santificación que la Iglesia siempre ha proclamado: la Palabra de Dios y los Sacramentos. El Diario Espiritual va desgranando este programa a través de sus páginas de una manera vivencial. Jesús y María nos van hablando y educando cuando hablan y educan a Isabel Kindelmann.
San Pablo nos dice que el Padre Celestial nos “libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su Hijo querido en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados”… que en otro tiempo éramos extraños y enemigos de Dios por nuestros pensamientos y malas obras pero que por la muerte de Cristo hemos sido reconciliados con Él para presentarnos santos, inmaculados e irreprensibles ante Él (Col 1, 18-23). El paso de la antigua manera de pensar y de vivir a la nueva manera de pensar y de vivir según Cristo exige un combate tremendo y permanente contra “la carne, el mundo y el Demonio”. Los padres necesitan “discernir” la acción de Satanás y de los suyos en el interior de la familia para que su hogar se convierta en un Santuario según lo pide la Virgen María. En la medida en que se va descubriendo la acción de “la carne”, del “mundo” y del “Demonio” en el ámbito familiar se la va atacando con el instrumento de la Llama de Amor. El Rosario y la jaculatoria son los principales medios que María nos da para cegar a Satanás, aunque no son los únicos y exclusivos, ya que la oración “que nuestros pies vayan juntos” y la Santa Misa tienen el mismo efecto.