CARTA No.92: “La mayor parte de padres de familia que yo conozco hemos sido muy mal formados en la fe por nuestros padres. ¿Cómo vamos a formar a nuestros hijos si no sabemos cómo hacerlo?
Cecilia, una joven madre de Bogotá, Colombia dice: “La mayor parte de padres de familia que yo conozco hemos sido muy mal formados en la fe por nuestros padres. ¿Cómo vamos a formar a nuestros hijos si no sabemos cómo hacerlo? Yo me siento incapaz de convertir a mi familia en un santuario o, como su merced dice, en una “formadora de santos”.
Respuesta: Creo que todos los padres de familia piensan eso mismo. Se trata de una labor prácticamente imposible para nuestras propias fuerzas. El mensaje de la Llama de Amor viene a nosotros como una invitación. La Virgen María no busca padres de familia perfectos. Ella nos ofrece una gracia. María dice que la Llama de Amor actúa de una manera “milagrosa”. Si miramos a nuestro alrededor, sobre todo en ciertos ambientes, las familias están muy mal. Esa es la triste realidad. Pareciera que la Iglesia estuviera perdida y en todos los flancos. Debemos leer y estudiar el “Diario Espiritual” para aplicar a nuestra propia familia los medios que la Virgen nos da para restaurar el “hogar que Dios nos ha dado”. Más vale encender un fósforo que maldecir la oscuridad, dice el proverbio chino. Si todas las familias católicas “encienden su fósforo”, este mundo cambiará. La Llama de Amor es una gracia de esperanza para todas las familias, sin excepción. Se necesita un poco de humildad y de docilidad para aceptarla y ponerla en práctica. Cuando se acoge esta gracia sucede lo del “grano de mostaza”. Discretamente, sin ruido ni aspavientos, ella va cambiando los corazones.
Aún en las familias más disfuncionales, si la Llama de Amor es acogida, la Virgen va realizando sus milagros en lo profundo de los corazones. Lo que Jesús y María piden es un poco de confianza en el poder de la gracia de Dios. “Si tuvieran fe como un granito de mostaza, dirían a este monte: ‘Desplázate de aquí allá’, y se desplazará, y nada les será imposible.» (Mt 17:20–22). La Virgen no nos pide que hagamos lo imposible. Nos pide “que la dejemos actuar” poniendo suavemente en práctica lo que Ella nos indica en el Diario Espiritual. Lo primero que Nuestra Señora solicita es que en la familia “alguien” o “algunos” comiencen a orar su santo Rosario. Así se comienza. Orando, rezando, pidiendo. Las gracias, las bendiciones, se obtienen pidiéndolas a Dios. El resto se va dando por añadidura. No podemos con nuestras pobres fuerzas cambiar las cosas, pero Dios sí lo puede. La Virgen no nos pide nada que esté más allá de nuestras propias fuerzas. Las discusiones, hasta ahora, no han cambiado el mundo para algo mejor. Por más que los políticos se reúnen para discutir y elaborar planes, no han hecho más que enredar las cosas y a este pobre mundo.
Si todo el mundo orara, Dios daría las gracias y se transformaría. Igualmente las familias: si en vez de estar discutiendo y peleando se pusieran a pedir lo que necesitan, Dios se lo daría. A partir de la oración diaria del Rosario van viniendo las demás gracias: el descubrimiento íntimo de Jesucristo, de su palabra, de sus sacramentos. El abandono del pecado en todas sus formas. La fuerza para combatir y rechazar las tentaciones del enemigo, el anhelo de una vida de santidad. El amor y la paz en el interior del hogar. Al principio, cuando se lee el Diario, quedamos impresionados por las tremendas exigencias que el Señor tiene para Isabel Kindelmann. Nos da miedo tanto rigor. ¡Quedémonos tranquilos! Eso no es para nosotros. Lo que Dios desea de las familias es que venzan la indiferencia, la indolencia en que viven respecto a la Vida Eterna. La frialdad de los corazones para las cosas de Dios es lo que más daño les hace. Dice Jesús: “mientras los obreros dormían, vino el enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue”(Mt 13:25). La Virgen dice que las familias están “frías” para con Dios. La finalidad de la Devoción a la Llama de Amor es transformar las familias desde el interior con la gracia de Dios. Es necesario comenzar acogiendo en el hogar la presencia del Inmaculado Corazón de María por el rezo diario de su Rosario con la jaculatoria de la Llama de Amor. Ella hará su trabajo.