DESCUBRIR EL ROSARIO
El 13 de Abril de 1962, Viernes de Dolores, María revela la Llama de Amor a Isabel quien le pide que haga milagros para que los hombres “crean” en Ella: “Madre mía, ¿Por qué no haces milagros para que crean en Ti, como hiciste en Fátima?”. La Virgen responde llena de tristeza: “Cuanto mayores fueran los milagros, hijita mía, tanto menos creerían en Mí. Ves, pedí los primeros Sábados y no me han hecho caso”. En ese momento, al dar su Llama de Amor como un nuevo instrumento para la salvación de las almas, María lo hace en medio de un gran llanto. Es tan grande su dolor por la ingratitud de sus hijos. Los sollozos que la embargan no le permiten hablar con claridad. Isabel dice: “La Virgen sollozó tanto que apenas entendí lo que decía”. Nuestra Señora le transmite a Isabel los sentimientos que embargan su alma. “Mi corazón estaba por partirse” de dolor dice la Sierva de Dios. Al dar la gracia de la Llama de Amor la Virgen dice: “Un nuevo instrumento quisiera poner en sus manos. Les pido encarecidamente que lo acepten con gran comprensión porque mi Corazón mira a mi país con aflicción”.
Hay una gran incomprensión hacia María de parte de infinidad de bautizados. No la conocen y por lo tanto no creen en Ella y no la aman como Ella se lo merece. La Virgen teme que esa nueva gracia, ese nuevo instrumento no sea comprendido y que sea también rechazado. La primera petición que la Madre de Dios hace es la “Hora Santa de Reparación en la Familia”. El centro de esta “reparación muy especial” es el rezo del Santo Rosario. En Fátima Nuestra Señora pide que todos los primeros sábados de mes le ofrezcamos el rezo y meditación de los misterios del Santo Rosario en reparación de los pecados cometidos contra Ella. Es una de las condiciones para merecer la promesa de su especial asistencia en el momento de nuestra muerte. Tan importante es el Rosario que está en el centro de la reparación de los pecados del mundo contra su Hijo.
Toda ofensa a la Madre es un pecado contra el Hijo. Entre esas ofensas está la frialdad, la indiferencia hacia Ella y a sus peticiones. ¿Qué es el Rosario? Es la meditación, la contemplación de la Persona Santísima de su Hijo. Es la lectura contemplada del Santo Evangelio resumida en cada uno de los veinte misterios que la Iglesia nos propone. Por eso es tan importante en el designio divino y en la petición de Nuestra Señora. Ella no pide que la contemplemos y la glorifiquemos, sino que amemos y contemplemos a su Hijo que es nuestra salvación. Ese es el motivo por el cual el Rosario tiene tanta fuerza y gracia para cada cristiano, para cada familia, para la Iglesia y para la humanidad entera. Que oremos el Santo Rosario es voluntad del Padre Celestial; no es iniciativa de la Virgen.
La Madre de Dios no toma ninguna iniciativa. Ella depende total y absolutamente de la voluntad divina. Que amemos y veneremos a María es voluntad del Hijo. Cuando la hacemos a un lado ofendemos gravemente a Jesús. Para que la Llama de Amor sea conocida, comprendida y aceptada en las familias debemos obedecer las indicaciones de la Virgen María. Es necesario rezar el Santo Rosario en familia, pero como se debe. En el Diario Espiritual están desperdigadas las enseñanzas de Nuestra Madre para que el Rosario sea efectivo. Es triste que recemos mal el Rosario, que lo desperdiciemos, que no saquemos el grandísimo fruto que trae consigo. Cuando hayamos comprendido la grandeza de esta oración nos apegaremos a ella como al arma principal para derrotar a la Llama satánica del “odio” que inunda la tierra con su oscuridad.