CARTA No.282: PROGRAMA DEL DÍA LUNES

Marta Cecilia de Bogotá dice: Hola, Padre, leí el comentario al día martes del orden del día que Jesús da a Isabel. Busqué el comentario de los otros días de la semana pero no los encontré. Le ruego que por favor complete el comentario de los días lunes, miércoles, viernes, sábado y domingo. Muchas gracias. 

Respuesta. Gracias por tu sugerencia. Al leer el Diario nos damos cuenta de que entramos en una “escuela de santidad”.  Junto con Isabel venimos de una vida cristiana “mediocre”. Aunque Isabel es una “buena cristiana”, un tanto piadosa sin embargo Jesús la encuentra llena de defectos. Él quiere transformarla en el instrumento adecuado para depositar en sus manos la gracia de la Llama de Amor. Eso pasó con los discípulos. Cuando Jesús los llama a su seguimiento están llenos de miserias espirituales. Jesús los va transformando con sus enseñanzas y exigencias, hasta llevarlos a gran santidad. En el caso de Isabel Jesús le da un programa u orden del día, es decir, orientaciones prácticas para vivir cada día de la semana. El día lunes está centrado en  la ayuda a las almas del purgatorio. “Desea en unión conmigo que las Ánimas, cuanto antes puedan contemplar mi rostro”. El más interesado en que las almas lleguen pronto a su destino final es el mismo Jesús: “contemplar el rostro de Jesús”. 

La existencia del purgatorio es una verdad de fe que ha sido afirmada consistentemente en los Concilios de la Iglesia a través de los siglos. El Catecismo de la Iglesia Católica nos lo enseña. Dos cosas pide el Señor a Isabel: “Tanto el ayuno estricto como la oración durante una parte de la noche ¡ofrécelos por ellas!”. “El ayuno estricto que ahora te pido y la oración de vigilia no la pido tan solo a ti. Los harás públicos junto con los demás mensajes de mi Corazón: Quien ayuna a pan y agua el lunes, librará cada vez un alma sacerdotal del lugar del sufrimiento. Quien practica esto, recibirá la gracia de ser liberado del lugar de las penas antes de que transcurran ocho días después de su muerte” (DE 10-4-1962). Es interesante que Jesús hable del ayuno y de la oración cuando se trata de expulsar demonios (Mr 9,29).

La devoción a la Llama de Amor nos lleva a renovar en primer lugar la fe en la existencia del purgatorio. Para nuestro bien. De tal manera que nuestra vida se ajuste cada vez más a las enseñanzas del Evangelio. En segundo lugar el amor efectivo, práctico en favor de las almas de los difuntos que están sometidos a los grandes sufrimientos de la purificación. Todo pecado, por mínimo que sea, es un obstáculo entre Dios y el hombre. De manera muy especial Jesús pide que ayunemos y oremos los lunes por las almas de los sacerdotes que están en el purgatorio y otorga a este hecho una gracia extraordinaria. La persona que ayuna los lunes  a pan y agua (ayuno estricto) “liberará cada vez un alma sacerdotal del lugar del sufrimiento”. También quien habitualmente ayuna a pan y agua los lunes será él mismo liberado del purgatorio “antes de que transcurran ocho días después de su muerte”. En el programa de vida del día lunes se hace alusión a la vigilia nocturna: la Virgen pide a Isabel que cada noche dedique dos horas de oración y que pida de manera especial por los moribundos y las almas del purgatorio. 

La verdad de fe sobre el purgatorio es importantísima. Nos mantiene, en primer lugar,  en constante unión de caridad con los hermanos que ya han partido a la casa del Padre y necesitan nuestra oración y penitencia para ser liberados de las consecuencias de sus pecados. En segundo lugar el recuerdo permanente del purgatorio nos obliga a evitar hasta los más mínimos pecados para no ser víctimas de nuestra indolencia en el servicio a Dios y a esforzarnos con todo el corazón y con todas las fuerzas a alcanzar una vida de santidad heroica tal como Jesús lo pide en el Evangelio. El que no cree en la existencia del purgatorio abandona a sus deudos, no ora por ellos, cometiendo así una injusticia y una falta de amor hacia ellos. También es víctima de la indolencia espiritual que nos lleva a vivir la vida cristiana con perfección. Aunque el miedo al purgatorio parezca una motivación imperfecta para evitar las faltas más pequeñas sin embargo en el fondo es un acto de amor a Dios y a uno mismo. El temor a ofender a Dios es la motivación más digna que nos ayuda a evitar el pecado.

Comparte la Llama de Amor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *