CARTA No.272: LIBERACIÓN DE UN NIÑO (1)

Las redes sociales traen un hecho impactante. Niño de catorce años viola a una niña de ocho y después la asesina de varios machetazos. En años anteriores sucedió algo parecido: un niño de doce mata a machetazos a sus primitos de cuatro, seis y ocho años. Estos acontecimientos deben abrirnos los ojos, queridos padres de familia. Los niños son víctimas de la acción de los espíritus malignos. Detrás de estos crímines insensatos está la acción de los espíritus malignos de lujuria, de violencia y de muerte. Estos niños asesinos no han tenido la ayuda de sus padres. No les enseñaron a orar para defenderse de los demonios. Uno de los méritos de la gracia de la Llama de Amor es el de abrirnos los ojos al mundo de la oscuridad que ataca a las familias. La Santísima Virgen María quiere sensibilizarnos acerca de la acción diabólica contra los niños. Las calles de las ciudades, grandes y pequeñas, están llenas de menores rechazados que deambulan sometidos al poder de los espíritus malignos. Los niños de la calle son víctimas de padres irresponsables que los abandonan espiritual y materialmente. Van creciendo y se convierten en grandes delincuentes y terminan en las cárceles. Otros niños están dentro de sus casas, viven en familia, tienen conductas anómalas pero no reciben la atención espiritual que necesitan. 

Los padres no comprenden que detrás de esas maneras de comportamiento extraño o violento están actuando demonios que los impulsan a la rebeldía, al odio, al rencor, al sexo, al alcoholismo, a la drogadicción. Hace unos días, una madre de familia, me trajo a su niño de once años. Venía desesperada, angustiada. Desde hace meses su hijo se comportaba con violencia cada vez más creciente. Gran rebeldía, desobediencia, amenazas. Pasa el tiempo conectado a internet sumergido en los juegos violentos en los que se mata al enemigo sin piedad. Cuando los padres le quitan la “tablet” se llena de ira. Ha llegado hasta sacar un cuchillo y amenazarlos de muerte, a ellos y a su hermanita. Los papás no pueden dormir en paz. La cara del niño se transforma, los ojos se desorbitan, la voz cambia. Es una fuerza y una violencia que no es propia de un niño. “Es otra persona, me dice la mamá”. “No es él, no es mi hijo”. Padre y madre trabajan y el niño queda solo toda la tarde, imbuído obsesivamente en los juegos. Después de conversar un rato con la madre y con el niño iniciamos la oración con el Rosario de la Llama de Amor. Solamente una decena, pidiéndole al Inmaculado Corazón de María que venga con nosotros a liberar al niño. Cada avemaría lentamente recitada se convierte en una súplica de liberación.

A lo largo de esa plegaria en la que vamos pidiendo a Nuestra Señora que vaya sanando al niño salen varios demonios. Leviatán, que está en el pecho. Demonio de la violencia, de la ira, de la división. Después sale Muerte, demonio que provoca la autodestrucción en la persona, el rechazo a sí mismo, el suicidio, también está en el pecho. Desde el inicio de la oración el niño siente náuseas, dolor de cabeza, mareo, bosteza con sueño. Aparecen almas que están dentro del niño. Oramos por ellas y salen en bostezos. Después de la oración el muchacho se va tranquilo y la madre consolada. Debemos tener en cuenta que es indispensable rezar en familia, especialmente el Rosario de la Llama de Amor para proteger a la familia y especialmente a los niños. Enseñarles a amar a la Virgen María como a su Madre celestial es lo más importante. Cuando un niño reza con amor el Rosario, sea en familia, sea privadamente, es protegido de una manera extraordinaria contra la acción de los diversos espíritus malignos que ciertamente lo van a atacar. Los niños deben ser educados desde la más temprana edad en el amor a Nuestra Señora, aprender la verdadera devoción. Tenemos que enseñarles a utilizar la jaculatoria para que puedan luchar contra los malos pensamientos y deseos impuros. Cada avemaría recitada lentamente como una conversación con María Santísima abre el camino a una relación de intimidad con la Madre de Dios. Los niños necesitan ese encuentro temprano con la Virgen. Los padres deben aprender a utilizar el Rosario como un instrumento de sanación espiritual para sus hijos.

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