LA VOCACIÓN DE LA FAMILIA CATÓLICA

Jesús compara el Reino de Dios a la levadura que hace crecer toda la masa (Lc 13,20-21).  ¡Qué poder tan grande tienen esos microorganismos! Son capaces de transformar la masa hasta convertirla en pan. En el plan de Dios los cristianos somos como la levadura. La masa es el mundo. Las familias católicas son la escuela en donde los cristianos deben ser formados para convertirse en auténtica levadura que transforme el ambiente en que viven. Cada familia católica debe ser levadura que evangelice y transforme la masa que la rodea y más allá hasta los confines del mundo. Si cada familia tuviera Fe católica, es decir la Fe plena, perfecta, total, integral, tal como los Apóstoles nos la dejaron, el mundo entero se salvaría. La estrategia de Satanás para arrastrar las almas a la condenación eterna es corromper la levadura para que no tenga fuerza y no pueda transformar la masa. 

La solución del problema está en que tanto las familias cristianas como las personas individuales recuperen su identidad católica. Este es el propósito del efecto de gracia de la Llama de Amor. La Virgen ha obtenido del Padre Eterno, de la Trinidad Santísima, una gracia tan poderosa como hasta ahora no ha sido dada, para la transformación de las familias de los bautizados en auténtica levadura. Cada familia se debe transformar desde adentro por el poder de las llagas de Jesucristo.  La Virgen ha ofrecido al Padre Eterno los sufrimientos de su Hijo crucificado para obtener este don de conversión y de salvación del mundo entero. La fuerza, el poder de la gracia de la Llama de Amor, no proviene de las ciencias humanas. No se trata de técnicas psicológicas o sociológicas para lograr un “cambio de actitudes” en los bautizados.  La Llama de Amor es una gracia de Dios. Es la acción del Espíritu Santo en las almas. Por ese motivo hunde sus raíces en los sufrimientos de Jesús y de su Madre en el calvario. 

Las almas no se salvan más que por la pasión de Cristo. El Diario Espiritual nos lo enseña desde las primeras páginas. No estamos luchando contra la carne y la sangre sino contra las potestades infernales que nos rodean como leones rugientes buscando la ocasión para devorarnos. Los demonios solamente se vencen por el poder de la Sangre preciosa de Jesús derramada para la salvación de todos los hombres. Los mensajes de la Virgen María a la humanidad son cada día más urgentes, más apremiantes. La gracia de la Llama de Amor en realidad no es algo que no hubiésemos ya recibido. La Llama de Amor de mi Corazón es mi Hijo Jesucristo, nos dice la Virgen. Recibimos a Cristo desde el instante en que creímos en Él. El grandísimo problema está en que el príncipe de este mundo ha infiltrado a las familias “cegándoles” los ojos e impidiéndoles ver la realidad espiritual. Lo extraordinario del efecto de gracia que la Virgen ha obtenido para estos últimos tiempos es el “poder excepcional” de procurar la conversión que Dios ha otorgado al Inmaculado Corazón de María. Las gracias de conversión de los corazones, por disposición de la Trinidad, pasan por las manos de la Virgen. Ella es el instrumento activo de la Misericordia del Hijo.  

Esta conversión  se concretiza en la medida en que Nuestra Señora es aceptada, amada y servida en el interior de los hogares. La expresión de María: “Al final mi Inmaculado Corazón triunfará” no es un triunfo político, externo, sino la conversión de cada corazón a Jesucristo. Se trata de la salvación de las almas. El combate definitivo entre la Virgen y el Dragón rojo se da en el momento de la muerte de cada ser humano. Esta conversión es ante todo fruto de las Llagas de Cristo. El efecto de gracia de la Llama de Amor es la Misericordia divina que perdona al pecador arrepentido. El mensaje de Sor Faustina y la Llama de Amor están íntimamente unidos. Podemos decir que el efecto de gracia es la Misericordia divina que se derrama sobre el pecador por la intercesión del Inmaculado Corazón de María y de la Iglesia. El reino de María en las familias se va dando paulatinamente en la medida en que los miembros del hogar ponen en práctica las medidas que Jesús y la Virgen  van dictando a Isabel Kindelmann. La familia se va convirtiendo en levadura del mundo.

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