LA CONVERSIÓN DE LAS FAMILIAS
La finalidad de la gracia de la Llama de Amor es convertir cada familia en un Santuario en donde Jesucristo sea el Rey y Señor de los corazones. En el Padre Nuestro la súplica más importante es “venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo”. Esta petición encierra todas las demás. Precisamente para eso vino Jesús a la tierra: para establecer el Reino de Dios. Mi Reino no es de este mundo dijo Jesús a Pilatos. Jesús rompió con todos los esquemas mentales que anhelaban un Mesías político. La mayoría de los judíos querían un Mesías glorioso que llevara a la supremacía de Israel sobre todas las naciones. Puede suceder que los padres de familia católicos también se dejen seducir por las ideas de un “mesianismo” temporal y mundano. En este caso quisieran tener una familia según los criterios del “mundo, del demonio y de la carne”. Los padres se convierten en “proveedores de valores económicos, culturales y religiosos” de sus hijos.
Se contentan con edificar una familia con apariencia cristiana pero alejada de los designios de Jesucristo: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí”. En estos hogares no reina Jesús sino los padres de familia, o peor aún, los hijos. Una parroquia, una diócesis, la Iglesia entera, conformada por familias que no viven de acuerdo a los criterios de Jesucristo, son parroquias, diócesis e Iglesia en crisis. Al no vivir según las enseñanzas del Evangelio el “mundo, demonio y carne” penetran en el interior y destruyen la Obra de Dios. La Iglesia se mantiene en pie gracias a las almas fieles a Jesucristo crucificado y resucitado. El Diario Espiritual nos da la voz de alarma pero además nos da el instrumento eficaz para convertir cada familia en un baluarte contra el enemigo, en un “reino de Cristo”. María Santísima nos advierte: “¡Satanás quiere reinar en las familias!”, “Tienen que empeñarse en cegar a Satanás. Las fuerzas aunadas del mundo entero se necesitan para lograrlo”, “¡Quiero que ni una sola alma se condene! Porque Satanás quedará ciego en la medida en que ustedes trabajen en contra de él” (27-11-1963).
Estas llamadas que a Virgen desde hace dos siglos viene reiterando incansablemente deben llevarnos a tomar conciencia de la actual situación que la humanidad está viviendo. La Madre de Dios no es escuchada. Sus llamadas urgentes han sido desechadas. Ella se queja de la sordera espiritual de sus hijos. Aquellos que en el Plan de Dios han de ser “sal de la tierra y luz del mundo” se han vuelto “insípidos”. Las profecías de Fátima se cumplieron. La humanidad en vez de acercarse a Dios y respetar sus Leyes se empecinó en el pecado y en consecuencia vino la segunda guerra mundial. Ahora, en nuestros tiempos, el pecado ha adquirido dimensiones descomunales y ha sobrepasado toda medida. ¿¡Qué espera a la humanidad entera!? “Si no hacen penitencia, todos perecerán” dijo Jesús (Lc 13,3). Muchísimos católicos están esperando el cumplimiento de profecías impresionantes que nos llenan de estupor. Se habla de “días de oscuridad”, “de gran aviso”, de grandes castigos. No cabe duda de que estos profetas están inspirados por Dios y lo más seguro es que se cumplan sus vaticinios.
El mensaje de la Llama de Amor dice lo mismo bajo otras palabras. Nos habla de una “gran sacudida” y de “un nuevo pentecostés” pero su tono más que alarmista se convierte en un llamado esperanzador. La Virgen nos dice que es posible cegar a Satanás, derrotarlo, si tomamos en las manos el instrumento que Ella nos da. “Yo haré en unión con ustedes un milagro que los sabios del mundo en vano intentarán hacer. Esto nunca estará al alcance de ellos. …sí, hijita mía, apagaremos fuego con fuego: “El fuego del odio con el fuego del Amor!… Mi Llama de Amor cegará a Satanás….inundará la redondez de la tierra. Para eso necesito Yo el sacrificio, tu sacrificio, el sacrificio de ustedes para que las mentes y corazones en los que arde el odio infernal, reciban la mansa luz de mi Llama de Amor”. Y cuanto más sean las almas sacrificadas que velan en mi oración, tanto mayor será la fuerza de mi Llama de Amor en la tierra. Formen pues una fila estrechamente apretada porque la fuerza del sacrificio y de la oración quebranta la llama del odio infernal. Los malignos se reducirán cada vez más, su llama que arde en odio se apagará y el resplandor de mi Llama de Amor llenará todas las regiones de la tierra” (6-12-1964). Esta profecía se cumplirá. Es necesario que cada familia católica abandone los criterios del mundo y comience a vivir el llamado de la Virgen.