LOS DEMONIOS ODIAN A LAS MUJERES MÁS QUE A LOS HOMBRES (2)

El Demonio y los demonios odian tanto al hombre como a la mujer, sin embargo la mujer es odiada y atacada con más violencia porque para los demonios el camino hacia el hombre es la mujer. Para llegar a Adán la Serpiente primero sedujo a Eva y cuando el corazón de la mujer estuvo bajo su dominio la envió a seducir al hombre.  “Porque Dios no sacó de la mujer al hombre, sino que del hombre sacó a la mujer. 9 Y no creó Dios al hombre para la mujer, sino a la mujer para el hombre” (1 Co 11: 8 – 9).  Todo hombre es “nacido de mujer”, Cristo nació de una Mujer (Gá. 4,4). Todo esto Indica la grandiosa importancia de la mujer en el Plan de Dios. “La mujer es gloria del varón” (1 Co 11:7). 

La santidad de las familias depende en gran parte de la santidad de las mujeres, especialmente de la madres. En el Diario Espiritual tanto Jesús como la Virgen María hacen notar la trascendental importancia de la mujer y especialmente de la que es madre. El principal interés de Satanás es seducir a las mujeres para poder penetrar con mayor facilidad en las familias y reinar en ellas. Desde que el niño es engendrado en el seno materno el corazón el hombre está en las manos de la madre. Desde el nacimiento hasta la muerte el hombre depende de la mujer. El corazón del hogar es la mujer. Todo gira en torno a ella. La primera persona en la que el hombre piensa es en su madre. La última palabra que Cristo pronunció en la cruz es: “mamá”. Lo dice María Valtorta cuando describe la muerte de Jesús en su obra “El poema del Hombre-Dios”.  Cuando la mujer se corrompe, se corrompe todo.  

La portadora de la vida y de lo grandes valores es la mujer. En la estrategia de destrucción de la obra de Dios (la condenación eterna de las almas) de parte de Satanás el primer objetivo es la conquista de la mente y del  corazón de las mujeres. Después del pecado Dios maldijo a la serpiente y le dijo esta frase tan significativa: “Yo pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te aplastará la cabeza…”. Esa maldición retumba permanentemente en los oídos del Demonio. La Iglesia con todo derecho y verdad ve como ejecutora de esa esa sentencia a la Virgen María. Ella es la Mujer en las bodas de Caná, al pie de la Cruz y en el Apocalipsis. La carta más importante que utiliza el exorcista para vencer a Satanás es la intervención de la Virgen. Cuando Ella entra todos los demonios son aplastados, humillados y expulsados. El pie de la Señora se coloca sobre el cuello del Demonio y este queda totalmente sometido.

Yo le hago tres preguntas a los Demonios: ¿Quién es más poderoso tú o la Virgen María? Él responde: Ella.  ¿Te sometes a la Virgen María? ¡Sí o no! Después de dudar  dice: ¡Sí! Y la tercera, que es la puntilla,  ¿Eres esclavo de la Virgen María?  ¡Sí o no! Después de un tiempo termina por decir: ¡Sí!  Allí se sella la derrota. Si tenemos niñas santas, adolescentes santas, jóvenes santas, mujeres santas, madres santas, tendremos hombres santos. El odio del infierno hacia la mujer es terrible y por eso tenemos la opresión secular sobre ellas. La dignificación y fortalecimiento de las mujeres viene en la medida en que ellas se acerquen a Jesucristo, que lo conozcan en profundidad y que lo amen sobre toda las cosas. Así podrán transmitir a sus hijos la Fe plena y sobre todo los podrán proteger del enemigo maligno. 

En el Diario Espiritual vemos el proceso de Isabel, pasó de un conocimiento de Cristo superficial a una entrega total. La Llama de Amor es en primer lugar el camino de conversión de las madres de familia porque ellas son las garantes de la Fe en el interior del hogar. Esa conversión es dolorosa porque es el camino del sacrificio. Lo que más nos cuesta en esta vida es precisamente aceptar el dolor que Dios nos envía para reparación de nuestros pecados y la salvación de la humanidad. Los infinitos dolores de Cristo en la cruz, su Sangre Preciosa,  es la fuerza que vence a Satanás. Por esa razón las mujeres y especialmente las madres están llamadas a llevar la Cruz de Cristo con la fuerza que el Señor otorga. La mayor parte de los fracasos matrimoniales tienen su raíz en la dureza de corazón de los maridos. La mujer en general tiene un corazón que pone de su parte todo para que la familia salga adelante.

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