EL ESPÍRITU SANTO ES LA FUENTE DE LA LLAMA DE AMOR
La desintegración de los santuarios familiares es fruto del pecado de fornicación: la búsqueda del placer sexual fuera del designio divino. Las familias católicas están llamadas a ser sal de la tierra y luz del mundo. En el plan de María los padres de familia junto con los hijos son los instrumentos de los que la Virgen se va a servir para “salvar al mundo” (DE 17-1-1964). Dios se sirve siempre de los humildes, de los pobres, de los débiles para hacer su obra. Isabel Kindelmann es un ejemplo de esto. Las familias católicas han de hacerse “merecedoras” de transmitir la Llama de Amor que es la gracia mariana más importante y más urgente para dar respuesta a los acontecimientos de los últimos tiempos. Para Dios el concepto “salvación del mundo” es completamente diferente del que los hombres se han formado. Para el Creador la salvación del mundo equivale a la “salvación de las almas” que es el objetivo de la Llama de Amor.
La derrota de Satanás que promete la Virgen no es una derrota externa sino una derrota invisible para los ojos de la carne. La victoria de Satanás es “aparente”, “externa”, “espectacular”. Es el gigante con pies de barro que parece triunfar cuando en realidad se está desmoronando. Cuando la Virgen nos dice “al final mi Inmaculado Corazón triunfará” no nos está hablando de un triunfo espectacular, externo, de acuerdo a los criterios mundanos. El triunfo de María se da en cada corazón humano que se vuelve hacia Dios para recibir la salvación. Los cristianos no debemos interpretar los acontecimientos a partir de los criterios del mundo -demonio – carne, que son criterios deleznables. Nuestros criterios provienen de la virtud teologal de la Fe que nos permite ver todo a partir del designio divino de la infinita misericordia. Por eso la Virgen dice: “La Llama de Amor de mi Inmaculado Corazón es mi Hijo Jesucristo”.
Nos está hablando de la Misericordia infinita de Dios para el mundo que entrega a su Hijo a la Cruz para salvar las almas de sus hijos pecadores. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad. Esto se realiza en el interior de cada ser humano y no se ve desde el exterior. No podemos juzgar lo que no podemos ver. Es la visión que da la Fe la que nos ayuda a valorar correctamente los acontecimientos externos y nos guarda en la Esperanza. Para los enemigos de Jesús, su muerte en la cruz fue una derrota. Para el Padre Eterno la humillante muerte de su hijo es la gloria. Los que no tienen Fe no pueden interpretar los acontecimientos de la historia de manera cabal. Así como el Demonio es totalmente ciego para las cosas de Dios, sus seguidores no tienen luz en su inteligencia ni fuego en su corazón para valorar lo que es bueno para su salvación.
La corrupción en el seno de la familia y de la humanidad es fruto de la ausencia del Espíritu Santo. Solamente cuando las familias viven conscientemente en gracia de Dios se convierten en familias “proféticas” que son capaces de iluminar a los demás hogares. El terrible combate entre la luz y las tinieblas se da en todos los niveles de la vida humana. Es en el corazón de la familia donde se da la lucha más encarnizada porque es en su interior donde el Espíritu Santo pone las bases para la salvación de las almas. Satanás y sus servidores ponen todo su empeño en corromper la Fe de los padres porque a través de ellos corrompe a los hijos. El sacramento del matrimonio es el instrumento a través del cual el Espíritu Santo santifica y salva las familias. De allí la insistencia de la Virgen María en los mensajes del Diario Espiritual para que cada familia católica sea un Santuario. La base del Santuario es el sacramento del matrimonio.
La Llama de Amor tiene entre sus principales objetivos convertir a los padres de familia en profetas llenos de la unción del Espíritu Santo. Si los padres profetizan con sus palabras y su vida los hijos también lo harán. El reguero de pólvora de que habla la Virgen se ha de dar de familia en familia por el poder del Espíritu Santo. No es una obra humana que dependa de las capacidades humanas, que sea fruto de técnicas psicológicas o de mercadeo religioso. Ese triunfo de María es del Espíritu Santo que, habitando en los corazones, actúa por los siete dones y produce los doce frutos que son los signos visibles de la presencia de Dios en un hogar. La Llama de Amor es en realidad el Nuevo Pentecostés que ha de transformar de manera discreta cada hogar. La Virgen actúa en el silencio y en la discreción, igual que su Hijo.