VIVIR LA LLAMA DE AMOR ES PARTICIPAR EN LA OBRA REDENTORA

Las oraciones de liberación a las que recurrimos cuando sentimos que estamos atacados por el mundo de las tinieblas son en cierto modo “puntuales”. Cuando nos sentimos liberados, las dejamos de hacer, porque “ya no las necesitamos”. El recurso a la Llama de Amor es más bien como “un estilo de vida” permanente. La jaculatoria es algo así como una “respiración” del alma, una súplica constante, que va haciendo que el “efecto de gracia” se vaya expandiendo sobre todos los ámbitos de la persona. El resultado principal es una relación cada vez más íntima entre Jesucristo e Isabel, tal como la oración “Que nuestros pies vayan juntos…” la describen. Lo que  extraña es que Isabel, viviendo el “efecto de gracia” sea atacada por Satanás y los espíritus malignos de diversas maneras. 

Nos preguntamos, entonces ¿cómo puede la Llama de Amor ser al mismo tiempo una oración de liberación y que el Demonio siga atacando a Isabel? En su caso personal estos ataques parecieran que son cada vez más fuertes. No se trata de ataques externos sino sobre todo son ataques internos que le producen penas interiores que casi la llevan a la desesperación. Podríamos sacar en consecuencia que en los planes de Dios para Isabel y en general para todos nosotros, la acción diabólica desempeña un papel en la propia santificación.  No son incompatibles la oración de liberación y la acción de los espíritus malignos. El hecho de que nos esforcemos en vivir la gracia de la Llama de Amor no implica que van a desaparecer los ataques diabólicos. Entonces, ¿dónde está   el “efecto liberador de la gracia de la Llama de Amor” si una persona puede ser muy devota de la Llama de Amor y no quedar liberada?  

Está en que a pesar de experimentar y soportar la agonía y el dolor del combate contra los espíritus malignos, la persona “no cae en pecado”, no es derrotada por el enemigo y obtiene “crecimiento” espiritual. Esto nos hace ver que los Demonios no son más que criaturas de Dios y que están al servicio de sus planes de santificación para las personas. Lo importante es que el alma crezca en el amor y la entrega total hacia el Señor. El efecto de gracia no consiste en primer lugar que nos sintamos “libres” de los ataques del maligno, sino en que a pesar de experimentar el sufrimiento de esos ataques, salgamos beneficiados de los mismos. Esto es realmente muy consolador porque en infinidad de casos en los que se ora por personas “afectadas” por los ataques diabólicos, éstas “no quedan liberadas”.  Siguen cargando los dolores, las angustias, la desesperación de verse víctimas de los demonios. Viene entonces la duda de que para nada sirven las oraciones de liberación, o de que se ha “fracasado” en la oración.

 Las personas van cambiando de “exorcista a exorcista”, de grupo de oración a grupo de oración”, llevando en sí la sensación de que están condenadas, de que Dios no las ama, o de que las personas que tratan de ayudarlas no son competentes, etc. En algunos casos se abandona a la “Iglesia” para ir a buscar ayuda en los “brujos”. Esto sucede porque los afectados lo que buscan es “su propio bienestar” y no el plan de Dios para su “santificación”. El combate espiritual con la Llama de Amor nos lleva a lo esencial: el crecimiento en la unión a Jesucristo, el abandono en las manos de Dios, la santificación del alma. En ese caso vemos cómo Dios pone a las personas en el crisol del sufrimiento para que se vuelvan a Él con mayor confianza y fervor, no desesperen, tengan paciencia y sobre todo “reparen sus pecados”. 

Esto se nota de manera especial en aquellas personas y familias que han recurrido a los demonios para obtener beneficios, o que han caído por generaciones en la práctica de la brujería o cultos diabólicos. Por más que se ore por ellas, la manifestaciones de los espíritus malignos está presente. No se van. Las personas  no se sanan a pesar de múltiples oraciones, no se liberan. Parecería que las oraciones puntuales de liberación fueran ineficaces. En realidad no es así. No es el Demonio el que vence, sino que es el Señor quien quiere que las personas y las familias enteras se vayan purificando por el dolor de las graves ofensas hechas a Dios. El efecto de gracia va actuando mientras tanto produciendo frutos espirituales y bendiciones muy grandes en la persona por la que se ora,  o en la familia. o en otras personas, o en las almas del purgatorio. Las oraciones nunca son ineficaces, siempre producen frutos que no se ven.

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