LA POSESIÓN DIABÓLICA DE JUDAS
El efecto de gracia de la Llama de Amor es lo que salva a la humanidad de la condenación eterna merecida por el pecado original y por nuestros propios pecados. Cuando la Virgen nos pide que insistente y perseverantemente supliquemos “derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor sobre toda la humanidad”, los sufrimientos de Cristo crucificado se derraman sobre todos los seres humanos del pasado, del presente y del futuro. Lo que nos salva no son nuestras propias acciones, por muy bellas y buenas que sean. Somos salvados porque Cristo llevó sobre Sí nuestras iniquidades. Porque Él quiso padecer el terrible “abandono” de Dios, que es el “infierno”. Nuestra fuerza, nuestra protección, nuestra victoria contra el mundo de las tinieblas son los sufrimientos infinitos de Cristo en la Cruz.
El anonadamiento ante sus enemigos, la humillación extrema, el fracaso aparente, de su misión, el repudio de los jefes religiosos de su pueblo, los inauditos dolores físicos y sobre todo los indecibles sufrimientos de la tenebrosa soledad de su alma provocada por nuestros pecados son nuestra salvación. Con la Llama de Amor invocamos permanente e incansablemente la “Sangre de Cristo” sobre nosotros pecadores. Aquí está la fuerza de la Devoción a la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María. Por eso Nuestra Señora dice con tanta seguridad: “Yo el rayo hermoso de la aurora cegaré a Satanás”. La oración del rosario es la gran protección contra la acción de los espíritus malignos, es la defensa contra todo mal y toda tentación, es la victoria segura contra Satanás.
María nos “obtiene” la gracia del triunfo porque Ella lo mereció al haber engendrado a Cristo en su seno virginal y habernos engendrado con los dolores de parto al pie de la Cruz: “Mujer he ahí a tu hijo”. La gran tentación, la más fuerte de todas, es la de mirar a Jesucristo con los ojos de Pedro y sobre todo con los ojos de Judas. Jesús reprendió fortísimamente a Pedro cuando éste, llevado por un amor enceguecido, lo hizo aparte y le dijo con vehemencia: “¡No Señor! Esto no puede sucederte a Ti” (Mat 16,21-23). Jesús hablaba de que iba a ser crucificado y Pedro no podía soportar esta idea. Él pensaba en un Mesías lleno de gloria. Jesús le dijo: “Apártate de Mí Satanás”. Judas aspiraba ávidamente a los honores humanos. Quiso servirse de Jesús para obtenerlos. Para él Jesús era el Cristo pero en su loca ambición de poder político y honras humanas y dinero y placeres este falso discípulo no escuchó a Jesús. No comprendió, igual que Pedro y los demás discípulos las enseñanzas del Maestro sobre su muerte de cruz.
Para Judas Cristo habría de ser el Rey de Israel, poderoso, liberador de la opresión romana, triunfador lleno de la gloria del mundo. Cuando vio que Jesús rechazaba todo eso y se sometía a la voluntad del Padre, lo odió, lo despreció y lo vendió a sus enemigos. La peor tentación que padece el ser humano es la de mirar a Jesús como a un hombre cualquiera. Judas no creyó en la divinidad de Jesús. Por eso se colgó. No creyó en el verdadero Jesucristo. Se fabricó un cristo a “su manera”. Fue cristiano a su manera. ¿Quién estuvo detrás de Judas? ¡Satanás! (Jn 13,27). Desde tiempo antes de traicionar a su Maestro, Judas “era ya un demonio”, lo dijo Jesús (Jn 6,70-71). Satanás lo fue penetrando poco a poco, su inteligencia, su voluntad, su memoria, su personalidad entera, hasta que dio el golpe fatal poseyéndolo totalmente y conduciéndolo a la muerte. Que nos nos pase eso a nosotros. Debemos renunciar a toda mirada mundana sobre Jesús para creer únicamente en el Cristo que nos presentan los evangelios. Falsos cristianos aquellos que no creen en la divinidad de Jesucristo. Falsos cristianos aquellos que no han aceptado que Cristo murió en la Cruz para salvarnos.
El Diario Espiritual de la Llama de Amor desde la primera página hasta la última nos va llevando a aceptar en nuestra propia vida a Cristo crucificado. De allí la grandísima importancia de los dolores y sufrimientos que Dios nos envía en esta vida. Es sorprendente la cantidad de sufrimientos, dolores físicos y espirituales y las humillaciones que Jesus hace pasar a Isabel. La devoción a la Llama de Amor nos hace comprender poco a poco el grandioso valor de los dolores y sufrimientos de esta vida. Es uniéndolos a Cristo que nos salvamos, salvamos a nuestros seres queridos, salvamos a la humanidad entera, especialmente a los alejados de Dios. Esta es una de las más grandes gracias y enseñanzas del Diario Espiritual. Es Cristo quien sufre y continúa en nosotros su pasión. Es Cristo quien permanentemente salva a los pecadores sufriendo en nosotros. El que no entiende esto termina, como Judas, suicidándose. La falta de Fe en Cristo Jesús está detrás de la llamada “eutanasia”. Los que la promueven son como Judas.