Vamos a inundar la tierra con el fuego que brota del Corazón Inmaculado de María Santísima
Dice Jesús: “Es su poderosa intercesión que alcanzó de Mí para las familias, esta gran efusión de gracias con que ahora quiere inundar la Tierra” (p 213). La Llama de Amor es en primer lugar “una gran efusión de gracias”. Además de ser una gracia extraordinaria es un conjunto de gracias, una multiplicidad de gracias, orientadas todas en un mismo sentido: la santificación de las familias. En este párrafo Jesús dice: “Es su poderosa intercesión que alcanzó de Mí”.
En la p 121 tenemos otro texto que pone en evidencia el poder de intercesión de María ante la Santísima Trinidad:
“Pidan a mi Padre en nombre mío, Él les concederá lo que por medio de Mí le pidan. Solamente tengan confianza y hagan referencia a la Llama de Amor de mi Madre Santa, porque a Ella le están obligadas las Tres divinas Personas. Las gracias que pidan por medio de ella, las recibirán”.
Más adelante (p 122) Nuestro Señor Jesucristo dice: “Exclusivamente por las súplicas eficaces de la Santísima Virgen concedió la Santísima Trinidad la efusión la Llama de Amor. Por ella piden ustedes en la oración con que saludan a mi Madre Santísima: DERRAMA EL EFECTO DE GRACIA DE TU LLAMA DE AMOR SOBRE TODA LA HUMANIDAD, AHORA Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE AMÉN. para que bajo su efecto se convierta la humanidad.”
La Virgen María nos revela el secreto de su Llama de Amor cuando nos dice: “Con esta Llama llena de gracias que de Mi Corazón le doy a ustedes, enciendan todos los corazones en todo el país pasándola de corazón a corazón. Éste será el Milagro, que convirtiéndose en un incendio con su fulgor cegará a Satanás.. este es el fuego de Amor de unión que alcancé del Padre Celestial por los méritos de las Llagas de Mi Hijo Santísimo” (pág. 44).
Nos encontramos en la época mariana de la Iglesia y de la humanidad. El futuro que nos espera no es solamente un futuro difícil sino también un futuro lleno de gloria por la efusión de gracias que Dios nos depara a través de las manos de María Santísima (p 79):
“Desde que el Verbo de Dios se hizo Carne no he emprendido Yo un MOVIMIENTO MÁS GRANDE que éste de la LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN, que salta hacia ustedes. Hasta ahora no ha habido nada que tanto ciegue a Satanás, y de ustedes depende que no lo rechacen, porque eso traería consigo una gran ruina”(1 Agosto 1962).
A la raíz del mal que aqueja a la familia y a la humanidad entera Dios ha puesto la fuerza curativa de la bondad maternal de María Santísima. Se enfrentan en estos últimos tiempos la Mujer del Apocalipsis y el gran dragón rojo. La Virgen es aquella que quebranta la cabeza de la serpiente. Es de primordial importancia que oigamos las palabras de la Madre de Dios y de la Iglesia para nuestra época.
En Fátima, María dice a los niños que Jesús quiere establecer en el mundo la Devoción a su Inmaculado Corazón. Que Ella es la última tabla de salvación que Dios da a los pecadores. El mensaje de la Llama de Amor va en esta dirección: en un llamado urgente, ardiente, impactante de Nuestra Señora que quiere abrir los ojos de toda la humanidad para que abandone la situación de alejamiento de Dios que ciega al mundo moderno.
La Virgen nos pide encarecidamente que demos a conocer de corazón a corazón su mensaje de salvación, que es el mensaje de su propio Hijo. Es pues nuestra gran responsabilidad ante Dios y ante los hombres formar parte de su ejército. Si las gracias extraordinarias han de llegar a todos los hijos de Dios ha de ser a través de nuestras manos: la Llama de Amor se pasa, se transmite. Hay que inundar la tierra con el “fuego” que brota del Corazón Inmaculado de María. Sabemos que ese fuego es su Hijo Jesucristo.
Muchísimos corazones de bautizados están muertos porque han rechazado a Jesucristo; muchos llevan una vida espiritual lánguida y sin sentido. La Virgen promete que esos corazones muertos revivirán por el poder su maternal intercesión. La Iglesia de hoy, que en muchos lugares del mundo está experimentando esa arrolladora crisis de Fe que sacude sus cimientos, ha de encontrar en la Virgen María, su Madre, el refugio que necesita para recuperar el aliento que parece faltarle.
Dice Jesús a Isabel (P 222): “La tentación del maligno con que perturba tu alma y tu mente no debe apartarte del camino de la fe y la confianza puesta en Mí. Por débil que te sientas, eso no es impedimento, porque no es ni la manifestación de tu debilidad ni tu constante esfuerzo lo que hace llegar a la meta nuestra causa. Tu humildad es el Unico instrumento en tus manos que ayuda a hacer valer la causa”.