LA IMAGEN DE MARÍA EN EL DIARIO ESPIRITUAL

Los católicos amamos a María, pero la conocemos muy poco. Si la conociéramos a fondo nuestra vida cambiaría radicalmente. Una auténtica devoción a María Santísima transformaría por completo nuestra existencia y nuestra manera de vivir la Fe. Si los protestantes conocieran de verdad a la Madre de Jesús dejarían inmediatamente el protestantismo y se volverían a la Iglesia Católica como a la única y verdadera fundada por Jesucristo. La lectura atenta, asidua y meditada del Diario Espiritual nos dará la oportunidad de ir descubriendo el rostro de María iluminado por la Llama de Amor que es su Hijo Jesucristo. En primer lugar tenemos que decir que la Virgen es el Camino auténtico hacia el Verbo Encarnado. El que no conoce a María no conoce a Jesús, el que no ama a María no ama a Jesús, el que ofende a María ofende a Jesús. No hay algo que más hiera a Jesucristo que las ofensas inferidas contra su Santísima Madre, como también no hay nada que más le agrade que el amor y respeto ofrecido a Aquella que lo llevó en su seno. Es natural, es comprensible, Jesús es hombre verdadero y como buen hijo no puede tolerar la menor ofensa hacia su Madre. 

Por medio del Diario Espiritual descubriremos a esa Mujer que Jesús nos entrega como Madre para que la recibamos, como Juan, en nuestra casa. ¿Quién es esa Mujer que aparece en el Diario Espiritual rodeada de una aureola de gloria y poder inimaginable y al mismo tiempo embebida en la más profunda humildad? Al leer las palabras que María Santísima dice y que Isabel Kindelman reporta nos quedamos sorprendidos por su contenido: “Yo, el Rayo Hermoso de la Aurora, cegaré a Satanás” (DE 188) “…una fuerza tan poderosa de gracia no he puesto todavía a disposición de ustedes como esta vez” (DE83), “Yo pongo un haz de luz en tus manos es la Llama de Amor de mi Corazón” (DE 47); “Mi Llama cegará a Satanás en la misma medida en que ustedes la propaguen” (DE 125); “Ella va a hacer tambalear los poderes del infierno” (DE 166), “Yo estaré con ustedes; los inundaré con gracias muy especiales” (DE 49)…”Yo lo he aplastado (al maligno) y no tienes de qué temer” (DE 71) 

Podríamos seguir citando una serie de expresiones en las que la figura de la Virgen destella con una grandeza increíble. De dónde le viene a esa Mujer llamada María de Nazareth tal poder, tal dignidad, tal seguridad? En el Diario queda patente que la explicación de este Misterio está en la íntima relación entre el Señor y su Madre. Jesús varias veces dice con una gran ternura y respeto: “Ella es Mi Madre”.”Yo no puedo negarle nada” (DE85); “Mi Madre querida me suplica. Es Ella quien ha retenido hasta ahora mi justa ira” (DE57). Esto explica todo. Entre el Corazón del Hijo y el Corazón de la Madre hay una total compenetración de amor. Pero esto no se queda aquí; va más allá todavía: Jesús nos revela la íntima relación de María con la Santísima Trinidad y pronuncia unas palabras que nos impresionan sobremanera: “A Ella están ob-ligadas las Tres divinas Personas. Las gracias que pidan por medio de Ella las recibirán” (DE126). 

La Santísima Trinidad concede la efusión de la Llama de Amor exclusivamente por las súplicas”eficaces”de la Santísima Virgen (DE127). ¿Por qué son eficaces las súplicas de la Sma. Virgen? La raíz de este poder de intercesión está en el Plan de Dios para salvar a la Humanidad. Ella fue destinada desde toda la eternidad para ser la MADRE DE DIOS. Podríamos decir: la Virgen es Madre de Dios, por eso Ella tiene ese poder. ¿Qué mérito tiene si todo lo recibió gratuitamente? No nos equivoquemos. Ella no es una receptora pasiva de un privilegio único en la historia de la humanidad. Ella respondió libremente a la voluntad de Dios: Ser madre de Jesucristo implica ser Madre Dolorosa. En su FIAT Ella aceptó hasta el extremo el sufrimiento de la Redención. Ella “mereció” por su obediencia a la Voluntad del Padre el poder de intercesión que tiene. 

Jesús se humilló hasta la muerte y muerte de cruz y por eso fue exaltado…(Fil 2,6-10), igualmente María, al unirse en obediencia a la humillación de su Hijo al pie de la cruz, fue exaltada a ser nuestra Madre como Corredentora, Medianera y Abogada. Por ese motivo Ella tiene total autoridad para pedirnos que aceptemos el dolor, el sacrificio que Dios nos exige para la reparación de nuestros pecados si queremos salvarnos. “Con mi poder maternal cegaré a Satanás y liberaré al mundo de la condenación” (DE204). 

María está íntima e inseparablemente unida a Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote (Heb. 4,14-5,10) de quien viene la salvación. María, por voluntad de la Santísima Trinidad es Madre de Dios y Madre nuestra. Allí reside toda su gloria y su poderosa
intercesión en favor de sus hijos pecadores. La devoción a la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María tiene un sólo objetivo: la salvación de las almas.

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