La guerra contra Jesucristo es total
Las fiestas del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María nos dieron la ocasión para descubrir que la gracia de la Llama de Amor nos lleva al “triunfo mundial del Divino Corazón” (p 230). El mensaje de Paray le Monial y de Fatima se expresan en estos últimos tiempos en el mensaje de la Llama de Amor. La negación de la “existencia del Demonio”, fruto del racionalismo cientificista ha conducido a la humanidad a un callejón sin salida. El hombre no puede comprender el misterio de la existencia del mal. Nadie que no posea la revelación divina puede explicarse el “por qué existe el mal”. El Demonio ha cegado los ojos de los seres humanos.
La pérdida de la Fe católica del Occidente y el rechazo a la Iglesia Católica ha conducido y sigue conduciendo al mundo moderno a la búsqueda de soluciones totalmente incapaces para conseguir la Paz. El fruto de la Resurrección de Jesús es la Paz. Mi Paz les dejo mi Paz les doy. No se la doy como la da el mundo. Tanto el mensaje del Sagrado Corazón como el del Inmaculado Corazón terminan en la Paz de los corazones y del mundo. No podrá existir esa paz tan anhelada sin el “triunfo mundial del Divino Corazón”.
Todo se decide en el corazón del ser humano. El Reino de Jesús tiene un territorio específico: el corazón del hombre. La finalidad de la Llama de Amor es que Jesucristo reine en lo más íntimo de nuestras almas. El príncipe de este mundo quiere reinar abusivamente en los corazones humanos. Así como engañó a Adán y a Eva Satanás busca engañar a todos los incautos que creen en él. La verdadera batalla no tiene lugar en el exterior con aviones, tanques, submarinos, cohetes, ejércitos, etc. sino en corazón de cada hombre. ¡Satanás quiere reinar! Ese es su perverso designio.
Además de destruir la obra de Dios materialmente se dirige ante todo a arrastrar a los seres humanos al rechazo de Cristo. Si observamos la historia de los últimos siglos y el avance de las ideas podremos darnos cuenta de cómo Europa y América cuyas raíces culturales se hunden en la Fe católica han apostatado (renunciado, abandonado) prácticamente de ella. El avance de esta apostasía pareciera imparable. Cada día se desmorona más el contenido de la Fe plena y verdadera para dar paso a una mezcla de opiniones que tiene la apariencia de cristianismo, pero que en verdad no puede sustentar una auténtica vida según Cristo.
La guerra contra Jesucristo es total. El mundo, demonio y carne están aliados para arrancarlo del corazón de los seres humanos. Esa es la legítima obra de Satanás. Si no comprendemos esto somos como ciegos que vamos avanzando a tropezones en medio de problemas sin fin que nos despedazan por dentro y por fuera. Lo más amargo de esta realidad que estamos sufriendo es que muchísimos promotores de esa apostasía lo están haciendo de “buena fe”. Se decían católicos, porque sus ancestros eran católicos; nacieron en hogares que ya no eran católicos porque sus padres no vivían ya una fe católica. Creyeron ingenuamente que eran católicos pero en realidad sus parámetros de pensamiento estaban asentados en principios no católicos.
Según estadísticas cada día más de ocho mil “católicos” dejan la Iglesia Católica para pasar a grupos que se llaman “iglesias cristianas”. Además millones que fueron bautizados se declaran hoy públicamente ateos. La “ciencia” es su dios y la razón de sus vidas. Podemos entonces comprender las quejas dolorosas del Corazón de Jesús y las lágrimas del Inmaculado Corazón de María. Dios hace esfuerzos inauditos para que los corazones ciegos de sus hijos se vuelvan hacia el camino que lleva a la vida eterna. Estamos en plena batalla contra el príncipe de este mundo, rey de la mentira y del engaño.
La urgencia del mensaje dado a Isabel Kindelmann no se puede comprender sin ese trasfondo de apostasía que aqueja a la Iglesia de Jesucristo. En el Diario Espiritual María Santísima no se cansa de denunciar la enfermedad mortal de los bautizados: la indolencia ante el ataque frontal de Satanás. Ella pide que entremos en combate contra el enemigo. La oferta de María a la Iglesia es sencilla como el Evangelio. Para Dios no hay nada imposible. Ella no propone nada que esté fuera del alcance de todo ser humano.
Que cada familia reconozca a su Hijo como Señor de sus vidas. Que Jesucristo sea acogido en cada hogar como el Rey y centro de los corazones.
Este es el punto de partida de la transformación de las familias en verdaderas familias católicas. Es a partir de la consagración vivida de los hogares que éstos se convierten en Santuarios Familiares. El programa de renovación de la Iglesia y del mundo que María nos propone se basa en el Reino de los Dos Corazones en los hogares. Es allí donde el efecto de Gracia de la Llama de Amor se convierte en una cadena de poderosos milagros que van haciendo caer las fortalezas satánicas . El demonio tiene pies de barro. La Virgen sabe cómo golpearlo y nos enseña a hacerlo.