Hemos perdido la conciencia del Combate Espiritual

Cuando se invoca a la Llama de Amor, la Virgen María va poniendo en evidencia la presencia (si los hay) de los entes maléficos y la acción de los maleficieros en la familia. Al estudiar el Diario Espiritual de la Llama de Amor nos damos cuenta de que el camino de Isabel (Kindelmann) es un combate espiritual con Satanás. Son muy numerosos los párrafos en los que Isabel nos dice el tipo de manifestaciones y ataques que Ella sufre. (Leer páginas 19,54, 55,62,75,77,81,82,83, 88,93,96,etc.). Igualmente pasa con cada persona y con cada familia. Debemos estar conscientes de ello.

Actualmente esta conciencia del combate espiritual se ha perdido en la Iglesia. Muchos sacerdotes no lo captan, no lo ven y por lo tanto descuidan este campo en la pastoral y en su vida personal. Los fieles tampoco lo detectan con suficiente claridad. Piensan que todo es psicológico o son ilusiones. La gracia de la Llama de Amor se va derramando y va devolviendo, a los que la acogen con humildad, la luz suficiente para el discernimiento.

Lo que se necesita es “aprender a usar el instrumento” no sólo como devoción sino además como medio liberador de la acción diabólica.

Lo que nos debe fortalecer y dar paz es la convicción de que cuando se invoca con sinceridad a la Madre de Dios, Ella actúa, aunque no la veamos. Para que el instrumento funcione hay que levantar en primer lugar el nivel de la oración personal y comunitaria en la familia. Solamente cuando se ora el Demonio se debilita. Si no hay oración personal y familiar, no se detecta la presencia del maligno porque los ojos de los hijos de Dios están embotados. Cuando la familia va adquiriendo un nivel cada vez más profundo de vida espiritual los espíritus malignos se van revelando y van saliendo a flote de su escondite. Se ven descubiertos y comienzan a defender un territorio que creían ganado y que ahora se les escapa de la mano.

Meditemos bien este texto: ”Y Yo, el Rayo Hermoso de la Aurora, cegaré a Satanás. Voy a liberar este mundo oscurecido por el odio y contaminado por la lava sulfurosa y humeante de Satanás, a consecuencia, el aire que daba vida a las almas se volvió ahogante y mortífero. Ningún moribundo debe condenarse. Sabes, hijita mía, las almas escogidas tendrán que luchar contra el príncipe de las tinieblas. ¡Será una borrasca terrible! más bien, será un huracán, que querrá destruir hasta la fe y la confianza de los mismos elegidos. Pero en la terrible tormenta que se está gestando ahora, verán ustedes la claridad de mi Llama de Amor iluminando cielo y tierra; por la efusión de su efecto de gracia, en esta noche oscura, la entregaré a las almas” (p178).

La acción diabólica y del mundo de lo oculto tiene diversos niveles de intensidad. Los niveles más profundos no se ven, pasan como desapercibidos, inadvertidos por la gente pero son los más graves y peligrosos. Las acciones más superficiales son más fáciles de detectar, son más escandalosas, más impactantes, dan miedo, pero en realidad son menos peligrosas que las que no se ven.

En las familias actuales los padres de familia se angustian – y con muchísima razón -porque un hijo es alcohólico, drogadicto, depresivo, esquizofrénico, violento, homosexual, pero no se preocupan demasiado cuando un hijo es racionalista, materialista, ateo, frío para con Dios, rechaza a Dios, rechaza la Iglesia, a Jesucristo, los sacramentos, etc. Lo primero les parece inaceptable, lo segundo pareciera “políticamente correcto” y según el ambiente, menos grave. Sin embargo la acción diabólica en este último caso es mucho más grave que en el primero, aunque sea menos visible y menos dramática.

Cantidad de familias están afectadas por la acción de los espíritus malignos pero no se dan cuenta. Éstos llevan a las personas y a las familias a la ceguera espiritual. Son incapaces de ver lo que está más allá de los ojos materiales. La labor de la Llama es iluminar los ojos del alma para hacernos comprender que mas allá de lo material está el mundo del Espíritu Santo y la Vida Eterna. Y también está el mundo de los Demonios, de los espíritus malignos, de las almas envueltas en grandes sufrimientos, de los servidores de las tinieblas (brujos, santeros, espiritistas, etc.) que son instrumentos de Satanás para herir a los hijos de Dios.

Para que el efecto de la Llama de Amor se vaya manifestando de manera eficaz en el seno de la familia hay que emprender o continuar el proceso de lo que debería ser “normal en toda vida cristiana”, pero que la mayoría de las familias ha abandonado: la vida en gracia con todas sus condiciones y consecuencias.

El Diario Espiritual nos da las sugerencias para que establezcamos ese “ambiente” de oración necesario en el seno del hogar. Además de la Hora Santa de Reparación la Virgen habla de velar en oración. “Y cuanto más sean las almas sacrificadas y que velan en mi oración, tanto mayor será la fuerza de mi Llama de Amor en la tierra” (p 266). Jesus nos dice “velad y orad para no caer en la tentación” (Mat 26,41). Ver también: Mat. 24,42;26,38;Marc 13,34; 13,37; He 20,31…

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