CARTA No.303: LAS IMAGENES DE CRISTO, MARÍA Y DE LOS SANTOS SON SACRAMENTALES DE GRAN IMPORTANCIA PARA LA VIDA CRISTIANA.
La señora Wendy, de Miami Fl, dice: Me sentía desesperada por los problemas económicos. No hallaba qué hacer. Una amiga me recomendó que fuera a consultar a un santero cubano “muy bueno” para que me ayudara. Me sorprendió que en su despacho este hombre tenía muchas imágenes de santos, velas, y otras cosas raras que me dieron miedo, entre ellas la calavera de un muerto. Me cobró cincuenta dólares por la consulta y no me ayudó para nada. ¿Por qué los santeros utilizan las imágenes de los santos? ¿No son sacramentales?
Respuesta: Es una pena que hayas ido a visitar a un “santero”. Te equivocaste. Te faltó fe. Los cristianos no resolvemos nuestros problemas acudiendo a santeros, brujos, hechiceros, espiritistas. Los cristianos recurrimos al único y verdadero Dios, nuestro Padre Celestial. Los discípulos de Cristo ajustamos nuestra vida a la voluntad de Dios para que su bendición llegue a nosotros. El Señor bendice a los que hacen su voluntad y guardan sus mandamientos. Los santeros ¿utilizan los sacramentales como medios de santificación? ¡No! Los santeros profanan y desacralizan las imágenes de los santos para instrumentalizarlas como anzuelo para atraer a los ignorantes y sin fe. En realidad en la santería cada imagen de santos significa a un dios de la religión yoruba. Lo que tú viste en el estudio del santero no fueron las imágenes de la Virgen o de los santos, sino los Orishas o deidades de esa religión bajo el disfraz de los santos católicos. Es un engaño para “sacarte el dinero”. Yendo al tema que nos interesa podemos sacar una gran lección: Los sacramentales solamente producen fruto espiritual si los utilizamos con fe. El santero no tiene fe. No venera a través de las imágenes a las personas santas que representan. El santero adora a sus dioses escondidos en las imágenes católicas.
En el campo de las imágenes debemos aceptar con humildad y fe las enseñanzas de la Iglesia. No debemos aceptar las críticas de los hermanos protestantes que basándose en textos bíblicos mal interpretados (Ex 20,4…) repudian las imágenes y las tratan de ídolos y por lo tanto a nosotros, de idólatras. La Iglesia nos garantiza en sus Concilios ( de Nicea II) la legitimidad de la veneración de las imágenes por la sencilla razón de que Cristo hombre verdadero, es la imagen visible del Dios invisible, tal como dice la Epístola a los colosenses (Col 1,15). No cometemos idolatría cuando representamos a Cristo porque Él es Dios verdadero. Los Santos tampoco son ídolos porque no los adoramos y además en los santos nosotros veneramos a Cristo. Los Santos son imágenes imperfectas de Cristo, pero a pesar de su imperfección son sus “imágenes” más perfectas. Las imágenes deben ser bendecidas por el sacerdote y es necesario tratarlas con respeto puesto que en cierto sentido hacen presente de manera mística a quien representan. Cuando oramos ante las imágenes no nos estamos postrando en adoración ante un ídolo, ni adoramos a la imagen, sino que por la fe sabemos que estamos ante Jesucristo el Dios verdadero, invisible, pero en cierto sentido presente por la imagen.
Las imágenes en los hogares contribuyen a crear un clima de piedad y recogimiento. En el antiguo oriente cristiano surgieron desde los tempranos siglos los iconos que son las representaciones pictóricas de Jesucristo, María, los Santos, escenas bíblicas, etc cuya finalidad es la de introducirnos en la oración contemplativa. No son meras imágenes, sino que son el fruto de la oración y del ayuno de iconógrafos inspirados por Dios que nos transmiten los misterios de la fe como una catequesis visual. El icono es un sacramental que hace presente el misterio que representa. Las imágenes de bulto y las pinturas religiosas del Occidente son igualmente instrumentos que nos llevan a la adoración de Cristo y a la veneración de los santos. En toda familia católica deben estar las imágenes bendecidas (y en caso necesario, exorcizadas cuando se presume que provengan de ambientes santeros o supersticiosos). Sobre todo debemos poner en lugar de honor el Santo Crucifijo, las imágenes del Sagrado Corazón y del Inmaculado Corazón de María, las imágenes de los santos que más devoción nos inspiren. El hogar del cristiano católico debe ser un santuario que favorezca en sus habitantes la piedad y un ambiente que nos recuerde que somos ciudadanos del Cielo y que hacia allá nos dirigimos.