CARTA No.214: Roberto, de Venezuela dice:
He comenzado a reunir a mi familia para rezar juntos el Rosario de la Llama de Amor. Le pedí a la Virgen que derramase el efecto de gracia sobre cada uno de mis hijos. Mire lo que pasó. En la tercera decena mi hija mayor, de dieciocho años, comenzó a temblar. La pierna izquierda le temblaba, se movía, ella quedó como dormida. Llenos de miedo seguimos rezando el Rosario. Salió de su boca un alarido horrible, un gran llanto y unas palabras que no comprendimos, comenzó a eructar, a echar baba. No sabíamos qué hacer. Yo la abracé y traté de calmarla. Después se fue tranquilizando y se despertó. ¿Podría explicarnos qué pasó? ¿Debemos dejar de rezar el Rosario de la Llama de Amor?
Respuesta: Creo que la Virgen quiso mostrarles el efecto de gracia de su Llama de Amor. Por lo que me relatas me parece que se trataba de un alma que estaba en el cuerpo de tu hija, probablemente en la pierna izquierda. Al escuchar la oración esta alma fue liberada por la Virgen, salió expresando su dolor. Se fue a través de los eructos y la baba. Tal vez había varias almas o también algunos espíritus malignos que salieron de tu hija. Es la primera experiencia que tienen. Es lógico que les haya dado miedo. Esto no significa que deben dejar de rezar el Rosario de la Llama de Amor. Al contrario, deben utilizarlo para que los miembros de la familia vayan siendo liberados y fortalecidos en su camino espiritual. Nuestra Señora les ha dado como familia una gran enseñanza. En general no estamos conscientes de cómo todos los seres humanos somos habitados o influenciados por miembros del mundo invisible. Tampoco nos damos cuenta de cómo el Cielo nos ayuda cuando oramos porque muchas veces estas sanaciones o liberaciones espirituales son silenciosas, muy discretas.
En este caso ustedes, como familia, actuaron bien. Conservaron la paz, la calma. Siguieron orando el Rosario. Tú abrazaste a tu hija y la reconfortaste. Después ella quedó tranquila. Será necesario aprender a interpretar de manera correcta estos acontecimientos para sacar de ellos todo el provecho posible. Cuando estas manifestaciones de liberación se dan, si no tenemos una instrucción correcta en la Fe católica, nos podemos equivocar. Hay gente que va a buscar ayuda en las sectas o en los espiritistas o en los brujos. Nosotros debemos caminar sobre las enseñanzas de la Iglesia. Debemos aprender a distinguir la naturaleza de las presencias que de una u otra manera se manifiestan en la vida personal y familiar. Cuando oramos el Rosario o nos reunimos para orar por la sanación los miembros de nuestro hogar pueden darse estos fenómenos. Como padres que son, tú y tu esposa deben ir discerniendo lo que sus hijos van experimentando en su alma, en su cuerpo y en su entorno. También ustedes como cónyuges deben ayudarse a captar e interpretar lo que están sintiendo o viviendo en su interior. Esto les permitirá orar el uno por el otro.
La acción de espíritus malignos, de hechiceros, de almas o de otro tipo de presencias invisibles en las personas, en las familias, en las casas de habitación, o en diversos lugares es una realidad. El problema es que no sabemos cómo actuar para defendernos de los espíritus malignos o para ser instrumentos de consuelo, de amor, de ayuda para las almas del purgatorio que indefectiblemente llegan a nosotros para buscar nuestra solidaridad espiritual. La Virgen María en el Diario Espiritual solamente se refiere a Satanás y a su acción demoledora contra las personas y las familias. También nos habla de los espíritus malignos inferiores que están bajo el dominio del príncipe de este mundo. Ella no entra en otros terrenos que son parte del mundo de las tinieblas, ni trata de las almas. La Virgen va a lo esencial, a lo más importante: el Demonio existe, está destruyendo las familias, pero Jesucristo su Hijo, la Llama de Amor, lo ciega y derrota. Debemos rezar el Rosario de la Llama de Amor y pedirle al Inmaculado Corazón de María que vaya sanando y liberando nuestras familias de la acción de Satanás, tal como Ella lo dice en el Diario Espiritual.