CARTA No.138: Celina de California pregunta: ¿Cómo debemos proceder cuando estamos atacados por los espíritus malignos?
Respuesta: Los ataques de los espíritus malignos son muy variados, siendo los más peligrosos los que van dirigidos contra la “inteligencia” porque nos llevan al pecado más grave que es la soberbia espiritual, el rechazo a Dios, la indiferencia ante la vida espiritual, el desprecio de la Iglesia, la idolatría (magia, hechicería, espiritismo, santería, vudú, ocultismo, etc.), la blasfemia y en último grado al ateísmo frío y militante. Los ataques que van contra el corazón nos llevan a la desesperación, al desasosiego, a la angustia, a la falta de paz, a la melancolía, a la depresión, a experimentar las diversas maneras de autodestrucción como son las obsesiones de suicidio, el alcoholismo, el encadenamiento a las drogas. Exacerban las pasiones, especialmente todo lo referente a la sexualidad (obsesiones de lujuria como adulterio, fornicación, masturbación, homosexualidad, bestialismo, pornografía, …), promueven la ira, la violencia, el aborto, el asesinato, la ambición del dinero a toda costa, llevan al embrutecimiento de la inteligencia. Estos ataques pueden ser ocasionados por los maleficieros (brujos, hechiceros, etc.) que siendo servidores de Satanás adquieren de parte del Demonio poderes para dañar a las personas con enfermedades psíquicas, físicas y desgracias materiales, ruina moral, afectiva y económica. Especialmente atacan a las familias para destruirlas. Para realizar este daño se sirven de los demonios (espíritus malignos) y de las almas endemoniadas o que están temporalmente bajo el poder de Satanás (espíritus inmundos). La defensa y victoria contra los ataques diabólicos viene única y exclusivamente de la Fe en Jesucristo.
Algunas posesiones y afectaciones diabólicas pueden darse como consecuencia de pecados cometidos por ancestros y de los propios pecados. El apartarse de Dios (la ofensa, el pecado en todas sus formas) es lo que debilita a la persona y le permite al Demonio tener poder sobre el hombre. También hay que tener en cuenta el fenómeno de las almas que se introducen en las personas. Unas buscando luz y sosiego o buscando permanecer en relación con los seres queridos, otras enviadas por brujos para dañar y producir dolores y enfermedades. Por ese motivo lo primero que debemos hacer cuando experimentamos que somos víctimas de la acción de los espíritus malignos y de los espíritus inmundos es tomar conciencia de nuestros pecados, arrepentirnos con profundo y verdadero dolor de haber ofendido a Dios, acercarnos reiteradamente al sacramento de la reconciliación, renunciar con sinceridad a todo lo que nos aparte de Dios. Debemos vivir intensamente la piedad eucarística (Misa, comunión, adoración), la oración permanente de manera individual y en familia, entrar en el proceso de reparación de los pecados personales y de los ancestros (celebración de eucaristías, ayunos, penitencias, sacrificios, limosnas, obras de caridad), buscar la ayuda de personas que nos puedan guiar y orar por nosotros (exorcismos para las posesiones, oraciones de liberación para las afectaciones menos graves), tomar en serio nuestra propio combate con la oración intensa en todas sus formas. El recurso constante a la Palabra de Dios para fortalecernos con ella.
En el campo de la oración yo recomiendo el Rosario de la Llama de Amor. De manera especial la repetición constante de la jaculatoria “derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor”, la oración de la unidad “que nuestros pies vayan juntos” porque ciegan a Satanás. En este campo los ataques diabólicos más difíciles de romper son los que provienen de las prácticas esotéricas: espiritismo, magia, hechicería, en sus diversas formas. Hay intervenciones del mundo de las tinieblas como ruidos en las habitaciones, presencias, olores fétidos, frío en ciertos lugares; se mueven los objetos, se reciben golpes en el cuerpo, durante la noche las personas sienten que las tocan, que alguien se acuesta a su lado, o que se sienta en la cama; las acarician y en los casos más graves se tiene la sensación de ser violados o abusados sexualmente. También se tiene la sensación de quedar paralizados, incapaces de pensar y de moverse. Son muy variadas estas expresiones. El uso de los sacramentales, especialmente el aceite, la sal y el agua exorcizados es muy importante. Igualmente la bendición del lugar y el exorcismo de las casas en los casos más graves (exorcismo de la casa vejada). Dios permite estos ataques para que nos volvamos hacia Él y cambiemos de vida, nos convirtamos en verdaderos cristianos. En este combate espiritual tiene especial relevancia la Devoción a María Santísima, los ángeles y los santos. Para enfrentar estos ataques diabólicos nos es dada la gracia de la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María.