CARTA No.137: Sigo hablando de la sordera, ceguera y mudez espiritual

Respuesta: Infinidad de bautizados están bajo el poder de los espíritus malignos de sordera, ceguera, mudez, parálisis y muerte espiritual. Los sentidos -oídos, ojos, nariz, boca, piel- son lugares por donde actúan los espíritus malignos para llegar a la inteligencia y el corazón. Podemos decir que muchos bautizados tienen ojos y no ven, oídos y no oyen, boca y no proclaman el Reino de Dios, nariz y no huelen el perfume de Jesucristo, cuerpo y no son templos del Espíritu Santo. La ceguera espiritual nos impide ver qué nos está sucediendo. Nos impide comprender las situaciones que estamos viviendo. Nuestra inteligencia queda vendada, imposibilitada de valorar el bien y el mal. Nos lleva a llamar bien al mal y mal al bien. Nos deja en la oscuridad. Pasamos por este mundo víctimas de esas inteligencias perversas que tienen un objetivo: impedirnos vivir en Cristo. Es imposible ganarle al Demonio si nos ponemos a discutir con él. Es mucho más inteligente que nosotros y nos enreda. Se convierte en falso “ángel de luz” que nos hace creer y sentir que “estamos y andamos bien” cuando en realidad andamos equivocados. O al revés nos hace creer y sentir que “estamos mal” cuando en realidad es lo contrario.

El ejemplo prototipo de la ceguera espiritual es el de Judas, el de los fariseos, saduceos, escribas, sumos sacerdotes de Israel que vieron y oyeron a Jesucristo y lo rechazaron. Llegaron al extremo de conocer de parte de los soldados el relato de la resurrección y de pagarles para que se callaran. Persistieron en su ceguera hasta perseguir y echar presos a los Apóstoles. Culminaron su obcecación con la persecución a la primera comunidad cristiana. El evangelio nos da la explicación cuando nos dice que Satanás entró en el corazón de Judas. Lo mismo le pasó a los otros enemigos de Jesús. La misión más importante de los padres de familia en el interior del hogar es la de formar la conciencia de los hijos modelándola sobre los mandamientos de la Ley de Dios. Como discípulos de Cristo sabemos que nuestro Maestro está dentro de nosotros mismos. Jesús lo llamó Paráclito, Consolador, Abogado, Espíritu Santo. Su misión, ya que es enviado por el Padre y el Hijo, es la de introducirnos como un guía en la Verdad. La Luz y las Tinieblas se enfrentan afuera y adentro de nosotros mismos con un objetivo ganar “nuestra inteligencia”. El Espíritu Santo quiere iluminarla con la Luz de Cristo, Satanás quiere cegarla con su propia oscuridad.

Ejemplos de ceguera espiritual en el interior de las familias: pensar que se está bien viviendo en amor libre o en adulterio; que el sexo y el dinero son lo más importante en la vida, que el uso de los anticonceptivos es correcto, que el divorcio es el camino adecuado para resolver los problemas matrimoniales, que nuestro cuerpo nos pertenece, que es un derecho privar de la vida al niño no nacido, que es lícito el intercambio de parejas, que podemos disponer de nuestro género a voluntad, que no es pecado grave dejar de ir a misa los domingos, que podemos comulgar en pecado mortal sin confesarnos, que es normal vivir en pleitos los esposos entre sí y los hijos con los padres, que somos dueños de nuestra propia vida, que el partido político y la política es la razón de ser de nuestra existencia, que la arrogancia y la soberbia engrandecen al hombre, que la ciencia es más importante que la fe, que todas las religiones son iguales y por lo tanto podemos dejar la Iglesia Católica para volvernos protestantes sin ninguna mala consecuencia para nuestra alma, que la embriaguez y el uso de drogas no es pecado grave, que podemos dejar a Dios a un lado para ser nuestros propios dioses, que Dios no existe, que el demonio tampoco, y mucho menos el infierno…etc.

Pasar del error a la verdad conlleva un tremendo combate contra el padre de la mentira. El punto más importante de nuestra existencia consiste en acoger a Jesucristo en su totalidad, no en partes. Cuando Jesús llega a nuestro interior vemos con claridad el pecado. La Devoción a la Llama de Amor nos lleva a renunciar en primer lugar a lo que nos aparta de Dios, de Jesucristo. Ese es el punto fundamental del combate espiritual: la renuncia al pecado, la reparación de la ofensa hecha a Dios. No hay acercamiento a Jesucristo ni hay salvación si no renunciamos al pecado. La obra de Satanás consiste en hacernos creer que vivir en pecado nos hace felices y nos realiza como seres humanos. En eso consiste la ceguera espiritual que es la más grande enfermedad del mundo moderno. La Llama de Amor viene a romper la ceguera de los corazones porque al cegar a Satanás nos hace libres de su influencia.

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