No.130: Ud. habla de las mujeres, pero ¿y los hombres? ¿Qué pasa con los hombres?
María Guadalupe, del Distrito Federal de México, dice: Ud. habla de las mujeres, pero ¿y los hombres? ¿Qué pasa con los hombres? En vez de ayudar son ellos los que ponen trabas; muchos son viciosos, egoístas, incrédulos, machistas. Es rarísimo el hombre que quiere colaborar en el interior del hogar con la mujer para que los hijos se acerquen a Dios. Comenzando con que ellos están lejos de Dios.
Respuesta: Después de llamar a las mujeres a poblar su Reino (DE 29-2-1964),
Jesús dice: “A aquellos padres que en esta gran obra de la creación colaboran conmigo y aceptan mi santa voluntad, denles en cada ocasión una especial bendición. Esta bendición es única y sólo se puede dar a los padres de familia. Al nacer cada hijo derramo gracias extraordinarias sobre estas familias” (DE 1-3-1964).
La Llama de Amor lleva a la conversión de todos los miembros del hogar. La primera conversión debería ser la del esposo y padre ya que en la familia, según lo que nos dice San Pablo en la carta a los efesios, el hombre es la cabeza y representante de Cristo. La realidad nos dice que casi siempre es la mujer la más sensible a las cosas espirituales y la que más empeño pone en acercarse a Dios. Ese es el gran carisma de la mujer. En el paraíso terrenal fue la mujer la que apartó a Adán de la voluntad de Dios; en la “Nueva Creación” es por medio de una Mujer que Dios se acerca al hombre. La Virgen María es el instrumento de Dios para la encarnación del Verbo divino. Las mujeres, y en especial las esposas, han recibido de Jesucristo esa vocación de evangelizar a los hombres. La primera que anunció a los Apóstoles que Cristo había resucitado fue una mujer: María Magdalena. Ella encontró gran resistencia de parte de ellos. No le querían creer, pero todos terminaron por reconocer su testimonio. Lo mismo pasa en multitud de hogares “espiritualmente disfuncionales”.
El varón ha sido formado con patrones “machistas” entre los que sobresale la frialdad espiritual y religiosa. No es políticamente correcto en nuestra cultura que el hombre sea “religioso”. Es más aceptable que sea arreligioso, o por lo menos frío; mejor si es ateo. En algunos ambientes mientras más vicioso, rudo, violento, apartado de Dios, es considerado. María le profetiza a Isabel muchas humillaciones, dolores, sacrificios y sufrimientos en esta vocación extraordinaria de llevar a la Iglesia la gracia de la Llama de Amor. Igualmente todas aquellas personas que se decidan a propagarla deben estar conscientes de que tendrán que sufrir humillaciones y ataques tanto de parte de los hombres como de Satanás. Los sufrimientos y persecuciones son como condecoraciones que Dios pone en el pecho de aquellos que quieran tomar parte en este apostolado.
“Tendrás que vivir en continuas humillaciones, externas e internas porque sólo así puedo guardarte para entregar a través de ti mi Llama de Amor”, le dice la Virgen a Isabel (DE 15-9-1962).
Efectivamente son mucho más numerosas que los hombres las mujeres y especialmente las madres de familia, que comprenden la gracia de la Llama de Amor y la llevan a la práctica en el interior de sus hogares. Es necesario orar mucho para que los varones se abran a este Don y lo asuman con decisión. Cuando en un hogar el hombre y la mujer aceptan, comprenden y viven la Llama de Amor, la Virgen realiza en el corazón de los hijos los grandes milagros que Ella ha profetizado. Por ese motivo es indispensable que desde pequeñitos se vaya gradualmente introduciendo a los niños a orar con la jaculatoria. Más tarde no sentirán dificultad en utilizarla permanentemente a lo largo de su vida. San Pablo parecía una roca inconmovible en su empecinamiento y odio contra los cristianos. Bastó la luz del Señor para convertirlo. La iglesia oraba constantemente por su conversión y Dios concedió la gracia. Es necesario que las esposas oren y se sacrifiquen para que sus maridos se conviertan.