CARTA No.131: Explíquenos cómo podemos hacer las oraciones de liberación.

Saúl de Nicaragua dice: Háblenos de cómo hacer las oraciones de liberación. Usted dice que la Devoción a la Llama de Amor es “liberadora” y que la Virgen da a la Iglesia este instrumento para que las familias puedan triunfar contra las asechanzas de Satanás. Explíquenos cómo podemos hacer las oraciones de liberación.

Respuesta: Lo primero que debemos tener en cuenta es que somos hijos amadísimos de Dios en su Hijo Jesucristo. Desde toda la eternidad pertenecemos a Jesucristo (Ef 1,4-6; 2Tim 1,9; Mt 25,34) quien por su sangre nos purificó de todo pecado y nos liberó del poder de Satanás. Dios nos quiere santos con la misma santidad de su Hijo. El designio de Dios, desde toda la eternidad, es reunir todo en Cristo Jesús. Por lo tanto el primer interesado en que seamos liberados de toda acción diabólica es nuestro Padre celestial. Si padecemos bajo el yugo del Enemigo Maligno es por nuestra culpa. Por el pecado de Adán y por nuestros pecados personales. El que se aleja de Dios cae bajo el poder de Satanás y lo traga el infierno, nos dice Jesús en el Diario Espiritual. Cuando la Virgen nos dice que Satanás está lanzando contra la humanidad un ataque sin precedentes nos está implícitamente diciendo que la humanidad se ha apartado de Dios como nunca antes en su historia. La razón del poder extraordinario que actualmente manifiesta el demonio contra las personas, las familias, la Iglesia y la sociedad tiene su razón de ser en la pérdida de la Fe en primer lugar en los cristianos y en segundo lugar en el resto de los seres humanos.

El equilibrio espiritual que impedía a Satanás destruir a los hombres se ha roto. Los discípulos de Cristo deberíamos ser la luz del mundo y la sal de la tierra. Estamos fallando gravemente nuestra vocación. Al perderse la Fe entre los bautizados el poder el infierno se agiganta. Esa es la razón por la cual Dios da a la Iglesia y al mundo la gracia de la Llama de Amor. Restaurar todo en Cristo Jesús (Col 1,15-22;Ef 1,3-14; Ef 1,3-2,10). Esta restauración ha de comenzar en el interior de cada familia. En todo el Diario Espiritual vemos el combate terrible de Satanás contra la gracia de la Llama de Amor. Él no quiere que esa gracia super extraordinaria se revele. Lucha desesperadamente contra Isabel para que renuncie a su vocación, por todos los medios quiere impedir que esta gracia se extienda por toda la Iglesia. Sabe que en la medida que la Iglesia acepte e implemente la Llama de Amor, él quedará ciego y sus huestes atadas e imposibilitadas para destruir a la humanidad. La Virgen nos explica que el motor que mueve a Satanás es el odio. Odio a Dios, odio a cada uno de los seres humanos, odio a la creación. Es la llama del odio satánico la que está destruyendo al mundo.

Todo el terrible desorden que está llevando a la humanidad a la autodestrucción suicida se explica así. Para contrarrestar este ataque descomunal hay que utilizar el “nuevo instrumento que la Virgen pone en nuestras manos”. La Llama de Amor nos lleva a creer en Dios, a amarlo, a ponernos en sus manos, a obedecer sus mandamientos, a recuperar el objetivo de nuestra existencia: la Vida Eterna. El punto de partida de la gracia de la Llama de Amor en nuestras vidas es precisamente creer y aceptar que somos amados infinitamente por Dios, que somos verdaderamente sus hijos y que nos destina a la felicidad eterna. Cuando combatimos contra Satanás con la jaculatoria “derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor sobre toda la humanidad” se renueva en nuestro interior el amor a Dios. Cuando hablamos de la Llama de Amor como oración de liberación debemos ir en primer lugar a este punto, que es la raíz de todo. Esa gracia ciega a Satanás que ataca en el hombre la inteligencia y el corazón para hacerles creer que Dios no existe, que Dios es una creación del hombre, que Dios odia al ser humano, que Dios no nos ama. María renueva nuestros corazones en el amor a Dios para llevarnos de la mano a pronunciar su Fiat: “hágase en mí según tu palabra”.

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