POR EL ROSARIO MARÍA NOS DESCUBRE EL ROSTRO DE CRISTO

Los paganos adoran a sus dioses, a millones de falsos dioses. Los judíos y los musulmanes adoran al único Dios Verdadero,
Yaweh, llamado también Alá. Los cristianos adoramos al único Dios Verdadero que es PADRE- HIJO- ESPIRITU SANTO, Super veneramos a la Virgen, veneramos a los Ángeles y a los Santos. Ese único Dios Verdadero UNO Y TRINO a la vez, lo conocemos porque la Segunda Persona de esa Trinidad se encarnó sin dejar de ser Dios. Enviado por el PADRE se hizo hombre, tomó el Nombre de Jesús que significa Salvador con la misión de rescatarnos de la muerte eterna causada por el pecado del primer hombre Adán y de revelarnos al único Dios Verdadero. Como vemos tanto los judíos como los musulmanes como los cristianos adoramos al mismo Dios Verdadero. No existen dos o tres dioses verdaderos, sino uno sólo. Ese Dios Verdadero se va revelando gradualmente al correr de los siglos a la humanidad.


Primero se reveló como el Dios Verdadero UNO y ÚNICO frente al politeísmo. Cuando llegó la plenitud de los tiempos ese Dios UNO Y VERDADERO se reveló como UNO Y TRINO en Cristo Jesús. El hijo de María es la Segunda Persona de ese Dios Trino que se hace hombre sin dejar de ser Dios. La gran enseñanza de Jesús es pues que el Verdadero Dios es Padre-Hijo-Espíritu Santo; que todo cuando existe proviene del Padre y vuelve al Padre y que para ir al Padre hay un sólo Camino y ese Camino es Jesucristo. Esas tres Personas no son tres dioses sino que son un sólo Dios; son tres Personas distintas y cada una de ellas es Dios, son iguales en perfección y eternidad. Jesús nos revela que Él vuelve al Padre pero que no nos deja solos sino que se queda con nosotros en el Espíritu Santo. Jesús resucitado está con nosotros y al mismo tiempo en el Padre intercediendo por nosotros sus hermanos. El Padre y el Hijo están siempre presentes con nosotros en la acción del Espíritu Santo. Vamos pues al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.


Jesús funda una comunidad llamada Iglesia que tiene como misión hacerlo presente en el mundo y conducir a todos los
hombres hacia Él. Esto es absolutamente fundamental. Si no profesamos esta Fe no somos cristianos. Lo verdaderamente indispensable para salvarnos es que conozcamos al Padre y a su Enviado Jesucristo. Jesús es el único Salvador. Ese Jesús Redentor de los hombres tiene una Madre que se llama María. Ella tiene una misión única para toda la humanidad: darnos al Hijo de Dios que es al mismo tiempo su Hijo. Ella no es un instrumento inerte en las manos de Dios, sino un instrumento perfecto que participa conscientemente en el Designio divino. Es verdadera Madre de Jesucristo que es Dios verdadero y Hombre verdadero. Como Madre de Jesús es pues Madre de Dios. Por voluntad divina María está de una manera única, excepcional, unida a la Santísima Trinidad y participando estrechamente en la Misión del Hijo. María conoce a su Hijo mejor que nadie. Su misión como Madre del Verbo de Dios encarnado es darnos a conocer al Hijo.

Ese conocimiento del Hijo lo recibimos oficialmente de la Iglesia por la predicación de los Apóstoles. María es Madre de la Iglesia. En Pentecostés el Espíritu Santo desciende sobre los Doce por la intercesión de la Madre de Jesús. La misión de la Iglesia-María es pues engendrar en nosotros a Jesucristo. La Virgen nos va descubriendo el rostro de Jesús de manera particularísima en el rezo, meditación, contemplación de los misterios del Santo Rosario. Por el Rosario llegamos a la intimidad con Jesucristo. En el Diario Espiritual de Isabel Kindelmann se nos da un ejemplo de cómo debe ser la vida del discípulo de Cristo. Es un caminar hacia la vida eterna en íntima unión con Jesús y María. El rezo del Rosario en la gracia de la Llama de Amor es el instrumento escogido por María Santísima para darnos a conocer el rostro de su Hijo. No podemos pues descuidarlo. Como los Apóstoles en pentecostés debemos estar sentados en torno a María, la Madre y Maestra de la Iglesia para poder conocer a Jesús desde la intimidad.

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