DEFENDER LA INTELIGENCIA
El más grave e importante ataque de los demonios va contra la inteligencia. Cegada nuestra capacidad de conocer la Verdad estamos como un barco sin timón, a merced de los vientos y de las olas. Dependemos entonces de lo que los demás dicen, sin ninguna certeza de caminar por el camino correcto. Para entender este problema debemos ir a la explicación que San Pablo da en la epístola a los Corintios. (1Cor 1,17- 2,16). En este pasaje el Apóstol habla de dos clases de sabiduría. La sabiduría de los sabios de este mundo y la Sabiduría de Dios. La sabiduría de los sabios de este mundo no puede comprender la sabiduría de Dios. Tanto los griegos como los judíos se basan en la sabiduría de este mundo, pretenden salvarse por medio de la sabiduría humana. Dios va a humillar esta sabiduría humana llena de soberbia por la sabiduría divina que tiene apariencia de locura, pero que es la verdadera sabiduría. ¿Dónde reside esta sabiduría divina? Nada menos que en Jesucristo crucificado.
Esto es absolutamente chocante, absurdo y blasfemo a los ojos de los sabios de este mundo. Pablo dice que esta aparente locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres. Dios se complace en humillar a los soberbios sirviéndose de los débiles, pobres y despreciados de este mundo. Jesucristo es para nosotros “sabiduría de Dios, justicia, santificación y redención, a fin de que, como dice la Escritura: El que se gloríe, gloríese en el Señor”. Todas las riquezas de la sabiduría y del conocimiento se encuentran presentes en Cristo (Col 2,3). La descristianización de Europa y del mundo ha sido un proyecto de las logias masónicas y sociedades ocultas que sistemáticamente ha sido llevado adelante desde los últimos siglos hasta nuestros días. Lo esencial de esta loca aventura consiste en impedir por todos los medios que la Iglesia transmita el verdadero mensaje del Evangelio: Cristo crucificado.
Ellos buscan por medio de las persecuciones físicas, de la propaganda anticristiana, de la calumnia, de la influencia del poder político, de la corrupción del clero, de la tergiversación del Evangelio, de la laicización de la cultura, del dominio de los medios de comunicación social, que la Iglesia se quede callada. La matriz de toda esta mentalidad anticristiana está precisamente en el rechazo a la Sabiduría de Dios y en la idealización de la sabiduría de la carne. Piensan estos ilusos que la realización del hombre consiste en la conquista del “saber” humano, en la ilustración de la mente, en el poder del dinero, en la gloria, en la vanidad, en el boato, en el placer, en el dominio del universo para la gloria del hombre. Se trata de sacar a Cristo como ideal de la existencia del ser humano para remplazarlo por el propio Yo. Detrás de este rechazo a Jesucristo está la acción de los espíritus malignos. En 2 Tes 2,8-12 San Pablo nos dice que Satanás “engañará con toda clase de mentiras a los que no quisieron amar y aceptar el verdadero mensaje de Jesucristo, mensaje que podría haberlos salvado del castigo que recibirán. … Dios permite que ese hombre mentiroso y malvado los engañe, para que acepten lo que es falso”.
La acción satánica va directamente contra las capacidades intelectuales del hombre para confundirlas y que la voluntad rechace a Jesucristo como lo que es: Dios verdadero y hombre verdadero, Palabra de Dios, Redentor crucificado y resucitado, Dueño y Señor de todo cuanto existe, que vive y reina por los siglos de los siglos. La negación de Cristo es peor que cualquier posesión diabólica ya que cierra toda posibilidad de salvación. Está en peor situación el ateo que el borracho o el drogadicto que se cae en las calles, o que el ladrón o el asesino que se pudre en la cárcel. Aparentemente el ateo está bien y el drogadicto es digno de compasión. Sin embargo si el vicioso conserva la apertura de corazón hacia Jesucristo tiene la oportunidad de salvarse. El buen ladrón es el ejemplo por excelencia. El ateo envuelto en su soberbia se cierra a la salvación. En el combate contra Satanás el primer punto que debemos cuidar es la calidad de nuestra Fe. Aquí está el importantísimo papel de la familia y en especial de los padres y en supremo grado el de la madre de familia.
El Diario Espiritual constantemente está recalcando este punto. Si el niño, el adolescente, el joven reciben de sus padres el ejemplo de una vida coherente con el Evangelio estará en óptimas condiciones para enfrentar el inevitable ataque contra su Fe. Fortalecido por los sacramentos, la Palabra de Dios, la filial devoción a la Virgen, la oración, el ayuno, la práctica de las obras de misericordia y una vida en estrecha relación con la comunidad cristiana logrará salir del terrible embate contra la Fe que sufren nuestros jóvenes en todas partes. No hay que extrañarse de estos ataques, ya Jesús nos lo había dicho. La cultura que nos rodea ha sacado a Jesucristo de su corazón. “Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno” (1Jn 5,19). Debemos pues ayudar a nuestros jóvenes a desenmascarar el error tremendo que encierran cantidad de espejismos que los espíritus malignos les ofrecen constantemente. Este es uno de los puntos más importantes que el Diario Espiritual pone frente a nosotros para que la familia sea fortalecida: el paso de la Llama de Amor a cada uno de los hijos.