LOS PERROS GUARDIANES Y LOS PERROS MUDOS

El padre de familia está puesto por Dios en el interior de su hogar para que sea un verdadero “profeta”. Uno de los aspectos más difíciles de la vocación del padre de familia consiste en “profetizar” a sus hijos el camino de la salvación. Esto implica enseñar la Palabra de Dios, animar a su cumplimiento, interpretar la situación, llamar al arrepentimiento, premiar, castigar, amenazar, consolar… En la biblia encontramos las quejas de Jeremías, los sufrimientos de Ezequiel, las invectivas de Isaías contra ese pueblo de dura cerviz que se resiste a someterse a la voluntad de Dios. El profeta sufre enormemente en su corazón porque esa misión que Dios le da, de anunciar su palabra al pueblo, les trae innumerables rechazos y sufrimientos (Jer 20,8).  

El pueblo no quiere obedecer a Dios, sigue ofreciendo sacrificios a los falsos dioses. El Señor pone a los profetas como centinelas. “Hijo de hombre, te he puesto como centinela en la casa de Israel” (Ez 3,16). Ezequiel debe dar la alarma a un pueblo indolente que no quiere escuchar la palabra del Señor y quiere seguir metido en sus vicios. Si Ezequiel cumple con su deber de anunciar el castigo venidero y el pueblo no cambia de vida, “entonces éste morirá por su culpa”; pero si Ezequiel no pone en guardia al pueblo y éste perece por su pecado, “Dios le pedirá cuenta de su sangre”. Las palabras que Isaías dirige a los jefes del pueblo son impactantes: “Ustedes, jefes de mi pueblo, deberían protegerlo como perros guardianes; pero parecen estar ciegos, no se dan cuenta de nada; parecen estar mudos, no hacen ni dicen nada; les gusta mucho dormir, se pasan la vida durmiendo y soñando” (Is 56.10). 

Ser un buen padre de familia no es fácil, sobre todo cuando se trata de moldear el corazón de los hijos sobre los mandamientos de la Ley de Dios y las virtudes cristianas. Los padres hoy más que en otras épocas necesitan la ayuda del Espíritu Santo para poder cumplir a cabalidad esa vocación tan importante de evangelizar a sus hijos. Implica estar ya ellos mismos evangelizados porque no se da lo que no se tiene. Los padres de familia deben “vigilar”, es decir “pasar día y noche atentos, cuidando, vigilando y orando por la venida del Señor” para que su familia esté atenta y no “dormida” cuando regrese Jesucristo.  Hay casos que son al revés: los mismos hijos se convierten en los “perros guardianes de la salvación de sus padres” porque son éstos los que están alejados de Dios y están en peligro de condenación eterna. 

En el plan de Dios todos en la familia somos corresponsables de la salvación. Se trata de un misterioso y complicado sistema espiritual de “vasos comunicantes” a través del cual la misericordia  de Dios se transmite de unos a otros y de generación en generación.  En buena lógica deberían ser los padres quienes llevaran el “mayor peso de santidad” en la casa pero no siempre es así. También se da otro misterioso sistema de transmisión del mal en el interior de las familias; así como la gracia se difunde, también el pecado y sus raíces espirituales malignas contaminan las familias para alejarlas del Señor. En el interior de los hogares y de la parentela se da un combate espiritual entre las fuerzas de Dios y las fuerzas del mundo de las tinieblas. 

La gracia de la Llama de Amor viene en estos momentos de “perplejidad mundial”, en los que  el Maligno y los Males que él fabrica están atosigando a la humanidad, a abrirnos los ojos. El verdadero mal está actuando en el interior de las familias. Se necesitan “perros guardianes y no perros mudos” para salvarlas de la malicia de Satanás. Los progenitores deben reaccionar, abrir los ojos, luchar contra las tinieblas que están lanzando contra cada familia su ataque terrible “como no ha habido otro antes en la historia de la humanidad”. Por eso se nos da en estos tiempos de gigantesca oscuridad de la conciencia moral la Devoción a la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María. 

Es una Devoción de “combate espiritual” y todos, padres e hijos, debemos asumirla con seriedad y responsabilidad activas. Puede ser que no comprendamos en estos instantes la gravedad del momento, pero la Virgen no espera a que nos pongamos a reflexionar y asimilar. Ella nos adelanta la solución para que no sea demasiado tarde. Ella nos pide que combatamos al enemigo en el interior del hogar. Este combate no es contra la carne y la sangre (Efesios 6,10…). No lo podemos vencer con razonamientos estériles, ni con regaños llenos de amargura, ni con medios psicológicos de todo tipo como hoy pululan por todas partes. La Virgen es clarísima en sus planteamientos. Solamente con la gracia de Dios se pueden vencer al Diablo. 

A Satanás solamente se lo puede vencer con la “oración y el ayuno”, y en esto consiste la primera estrategia que los padres de familia deben poner en práctica. Establecer en el interior de la familia la oración en todas la formas posibles. Este es el primer gran combate que deben ganar: ayudar a sus hijos a orar. Que aprendan a hablar con Dios, a humillarse ante Él, a alabarlo, bendecirlo, darle gracias, pedirle perdón, pedirle las gracias que se necesitan día a día para lograr la salvación. El resto viene por añadidura ya que cuando se le invoca, el Señor responde, actúa y salva. ¿Padres de familia, son ustedes verdaderos perros guardianes de su hogar, o son perros mudos que se callan cuando el enemigo entra y destroza el alma de sus hijos?

Comparte la Llama de Amor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *