EL GRAN LLAMADO DE LA VIRGEN A LAS FAMILIAS (5)
EL SEÑOR PERMITE LOS ATAQUES DE SATANÁS PARA SANTIFICAR LAS FAMILIAS
En realidad no podemos separar la inteligencia, de la voluntad y de la memoria como si fueran facultades independientes, porque estamos hablando de la persona humana que es en sí misma “unidad”. Cuando el Demonio ataca la inteligencia, ataca al mismo tiempo la voluntad y la memoria y cualquier otra potencia del ser humano. Es desde un punto de vista práctico que decimos que el Demonio ataca primero la inteligencia; en realidad ataca a toda la persona. Sin embargo debemos tener en cuenta que la inteligencia es el punto de partida del Maligno para seducir nuestra voluntad. Si una persona carece de la capacidad de conocer y razonar no puede hacer un acto de voluntad y por lo tanto no puede pecar. Es el caso de aquellos niños que nacen con lesiones cerebrales que les impiden comprender la realidad y razonar.
El Demonio podrá atacarlos de otras maneras y hacerlos sufrir, pero no podría llevarlos a pecar. Una persona que “cierre su mente” a las sugerencias de Satanás con la oración constante le impediría actuar. Es el caso de quien repite incesantemente la jaculatoria de la Llama de Amor: “Derrama el efecto de gracia….”. No se le da oportunidad a los demonios para llevarnos al pecado. Les cerramos la puerta. Isabel Kindelmann fue atacada muchísimas veces por Satanás. El Diario Espiritual da testimonio de esto. La ataca en su mente con tanta violencia durante varios días seguidos que pierde “la seguridad” de su alma. El maligno asedia su inteligencia con ideas obsesivas; busca confundirla, velar su capacidad de comprensión, engañarla, amenazarla con la condenación eterna; la acusa de mentirosa, la lleva al borde de la duda.
En esa incertidumbre Isabel no puede orar libremente. Sólo puede recitar el Padre Nuestro. El Señor responde a sus instantes súplicas y disipa la oscuridad de su alma. Nos cuenta la Sierva de Dios: “En los días pasados me envolvió una negrura enceguecedora. Cada instante era para mí un tormento no sólo corporal, sino, sobre todo espiritual”. Jesús le habla y le dice: “Me deleitaba en la lucha de tu alma. Es mi mayor gozo si libran ustedes una continua batalla contra el príncipe de las tinieblas. El que lo hace, tiene la salvación asegurada. He disuelto, mi querida, la tiniebla de los días pasados en tu alma…” “Por tus sufrimientos te has convertido en víctima ardiente de amor en que se deleita la Santísima Trinidad.
Tu sacrificio conducirá a las almas al conocimiento y amor de Dios” (DE 9-6-1965). ¿Por qué permite el Señor que Satanás ataque tan violentamente a Isabel? Son varias las razones. He aquí algunas: para purificarla de sus pecados por medio del dolor y de la humillación; para que pueda ofrecer el sufrimiento que experimenta en reparación de sus faltas; para santificarla e identificarla a Cristo crucificado; para obtener la conversión y salvación de las almas de los pecadores; para hacerla digna de la misión que se le confía con la Llama de Amor; para que nosotros la veamos como un modelo en la resistencia a los ataques de Satanás.
El ataque diabólico va a la inteligencia para cegarla, a la voluntad para seducirla, a la memoria para servirse de los recuerdos como instrumento de tentación, al cuerpo para hacerlo sufrir físicamente. En los exorcismos y oraciones de liberación a menudo los espíritus malignos dan su nombre: me llamo “Soberbia, orgullo, odio, blasfemia, bloqueo de la inteligencia, esquizofrenia, locura, mentira..etc.” Estos “nombres” indican la función que ejercen en los ataques a los hijos de Dios. Es necesario detectar, conocer, saber cuáles son los espíritus inmundos que nos están atacando para luchar contra ellos y expulsarlos, tanto a nivel personal, como sobre todo, a nivel familiar. Los demonios son diferentes y tienen diverso poder y manera de actuar.
Los más poderosos dominan a los más débiles. Trabajan organizadamente, en equipo y con objetivos concretos sobre cada persona, familia, parroquia, Diócesis, Iglesia Universal, y la humanidad entera. Sin embargo son un ejército ya vencido por Jesucristo. Son como un gigante con pies de barro. Su arma principal es el engaño, la mentira. Son completamente débiles ante la gracia de Dios. Por ese motivo nuestra fuerza contra ellos está en la oración incesante y comunitaria. La Iglesia vencerá a Satanás, digan lo que digan y piensen lo que piensen. La familia que ore incesantemente y en unidad vencerá. La jaculatoria de la Llama de Amor es un arma poderosísima que va directamente a cegar a todos los espíritus malignos, porque invocamos a Cristo, Luz del mundo.