Es indispensable que los padres de familia ASUMAN SU LIDERAZGO COMO PASTORES DE LA FE DE SUS HIJOS EN EL HOGAR
Los hijos se moldean sobre el ejemplo de sus padres. Desgraciadamente la mayor parte de los progenitores no son líderes de la fe de sus hijos ni en el seno del hogar, ni fuera del hogar. Tenemos multitud de padres y madres indiferentes, fríos para con Dios, viciosos y refractorios a la Iglesia. Los hijos lógicamente salen como ellos. De tal palo tal astilla. El primer paso de la Llama de Amor es llevar a Isabel a una vida de heroica santidad. Cuando los esposos descubren que el camino de la santidad es para ellos, su vida personal y familiar cambia, se transforma. Dios quiere padres y madres santos, para que tengan hijos santos. Es muy difícil en verdad deshacerse de los esquemas mentales y de las actitudes paganas que hemos arrastrado durante años para emprender una vida nueva. Para Dios no hay nada imposible.
La fuerza del Espíritu Santo está allí, a nuestro alcance. Sus dones y frutos son nuestra herencia. La Palabra de Dios es tan poderosa que hace nuevas todas las cosas. Recordemos que la Llama de Amor es una gracia extraordinaria que va destruyendo las fortalezas enemigas y construyendo en nosotros la “ciudad de Dios”. Los padres de familia que asumen con generosidad la llamarada del Inmaculado Corazón de María verán colmados los deseos de sus corazones: tendrán hijos santos que serán su alegría y su orgullo. Aquellos que desprecian los auxilios que Dios les ofrece para construir un santuario familiar, se arriesgan a tener hijos que serán su tristeza y deshonor. Dios desea familias felices.
La realidad es que son familias que han descuidado por completo los medios que Dios les ha dado para edificar un hogar feliz. Viven desesperadas, angustiadas, cargadas de problemas de todo tipo. Pero no todo es diabólico! caemos en la tentación de atribuir al demonio aquello que en realidad es un gran descuido de los medios de salvación que la Iglesia nos propone desde siempre. En el Diario Espiritual vemos que el demonio aprovecha todas las oportunidades que le damos para herirnos, pero que no puede hacer gran cosa allí donde la familia o el individuo viven intensamente su Fe católica. Nuestra Señora va a la raíz del problema: la verdadera causa del éxito de Satanás es la indolencia espiritual en que viven innumerables familias.
Es necesario que despertemos! Que abramos los ojos! Que seamos diligentes en poner en práctica los medios que el Señor nos da para vencer en el combate de nuestra salvación! “Aquel que te creó sin ti no te salvará sin ti” nos dice San Agustín. Muchísimos no quieren “pagar el precio” de la victoria. De nada sirven las oraciones de liberación y de sanación si la familia no entra en un camino de conversión. Una vez obtenido el fruto de la oración, al cabo de poco tiempo , se retrocede si no tenemos un ambiente familiar que nos sostenga en la lucha contra el príncipe de las tinieblas. No somos sanados ni liberados eficazmente de manera aislada e instantánea, como algunos quisieran. La liberación y sanación de las ataduras y heridas que llevamos es “un proceso” permanente que debe vivirse en familia. Es toda la familia la que es liberada y sanada por el Señor.
En el Diario Espiritual vemos cómo la Madre Santísima nos lleva amorosamente por el camino de la oración individual y en familia. Cuando hablamos de familia no debemos reducir el concepto a la mera familia de “sangre» sino ampliarlo a la “familia espiritual” o a las “diversas familias espirituales” que pueden también ser puntos de apoyo. En primer lugar la Parroquia. María nos refiere discretamente a ella porque la Parroquia es el centro de la vida eclesial. Allí está la Eucaristía, allí están los demás sacramentos, allí está la Palabra de Dios. Para el católico toda oración en familia en realidad está orientada a la “comunión» con la familia parroquial. De hecho cuando la Santísima Virgen inicia la expansión de la Llama de Amor le pide a Isabel que busque a doce sacerdotes que Ella ha escogido.
María quiere que la Llama de Amor parta de los santuarios o parroquias, que su Llama sea simultáneamente entregada a los fieles por los párrocos de esos doce templos. Tiene que llegar el momento en que los sacerdotes abran los ojos hacia la Llama de Amor y que ese “efecto de gracia” sea integrado en la Pastoral Diocesana de la Familia. Si los Obispos y sacerdotes apoyan los deseos de María Santísima entonces se dará el reguero de Luz que Nuestra Madre ha profetizado y el reino de Satanás en las familias y en el mundo entero caerá derrotado. Nuestra prioridad ha de ser informar a los obispos y sacerdotes de manera integral el “ mensaje, la devoción y el instrumento” de la Llama de Amor.