CARTA No.297: EL REZO DEL ROSARIO NO BASTA PARA LIBERARNOS DE LOS ATAQUES DE SATANÁS.

La Sra. Juana Agustina de Bogotá, Colombia pregunta: ¿Basta el rezo del Rosario de la Llama de Amor para quedar liberados de los ataques de los espíritus malignos? 

 Respuesta: Las Sagradas Escrituras nos dicen que todos hemos pecado en Adán. Por el pecado entró la muerte al mundo. Dios al crear al hombre lo había constituido como rey de la creación. La consecuencia del pecado de Adán fue que el Demonio usurpó la autoridad que Dios había dado al primer hombre sobre la creación y se autoproclamó “príncipe de este mundo”. Desde entonces los seres humanos nacen bajo el dominio de Satanás. San Juan nos dice que Jesucristo vino para destruir las obras del Diablo y devolver al hombre su dignidad de hijo de Dios. Por su muerte y resurrección Jesús destruyó el poder de Satanás y nos abrió las puertas de la Vida Eterna. Fundó la Iglesia para estar siempre presente en medio de nosotros, hasta el final de los tiempos. La Redención de Cristo sigue salvando a todos los hombres por medio de su Palabra y de sus Sacramentos. Dios nos hizo libres. Podemos aceptar a Cristo o podemos rechazar su Persona y su salvación. Podemos volvernos hacia Satanás y darle poder sobre nuestra existencia. Podemos proclamar al Demonio como el Señor de nuestras vidas. Es sobre esta posibilidad que se asienta la acción diabólica. El Demonio intentará siempre recuperar su perdido dominio sobre el hombre y la creación. Empleará todos los medios para seducirlo, engañarlo y someterlo a su destructivo poder. 

Su objetivo es la condenación eterna de cada ser humano. Nunca descansará en su propósito. Siempre seremos tentados. Nunca nos veremos libres de los ataques de los espíritus malignos. Sin embargo hay que tener en cuenta algo muy importante: el Demonio es una simple criatura sometida total y absolutamente a la voluntad de Dios. Si el Demonio opera contra nosotros es porque Dios lo permite con un objetivo: nuestro mayor bien. Dios nos da la oportunidad de manifestarle nuestro amor enfrentándonos a Satanás y venciéndolo con el auxilio divino. El primero que quiere que seamos liberados de la influencia diabólica es Dios. Es Él quien nos libera por su Hijo Jesucristo. Nosotros, por más esfuerzos que hagamos, no podemos derrotar a Satanás ni liberarnos de su influencia. Necesitamos el auxilio divino. Dios nos da los medios de salvación por las manos de la Iglesia. Por eso fuera de la Iglesia no hay salvación. Ella nos entrega los instrumentos que dan la Vida Eterna y derrotan a Satanás: la Palabra de Dios y los Sacramentos. Todos los medios de salvación están contenidos aquí porque la Palabra y los Sacramentos es el mismo Jesucristo actuando en la comunidad cristiana y en la humanidad entera. Quien rechaza la Palabra de Dios y los Sacramentos rechaza al mismo Jesucristo y lógicamente rechaza la gracia de Dios.

Como cristianos católicos tenemos el privilegio y la responsabilidad de tener todos los medios de salvación a nuestro alcance. Tenemos el gran deber de llevar la Palabra y los Sacramentos a toda la humanidad. El Santo Rosario es un instrumento privilegiado para  acercarnos a la Palabra de Dios y a los Sacramentos asistidos por la acción maternal de Inmaculado Corazón de María. La Virgen es en el Plan de Dios el instrumento a través del cual nos vino Jesús. Es Madre de Dios y de la Iglesia. Ningún otro medio nos puede llevar a Jesucristo; sin María no hay acceso a Cristo. Nos acercamos a Jesús con María porque lo comprendamos o no es imposible separar a Cristo de su Madre.  Para que el rezo del Rosario produzca todos sus frutos es indispensable que nos lleve al conocimiento y vivencia de la Palabra de Dios y de los Sacramentos.  Si rezo del Rosario no abre nuestra alma a la Palabra de Dios y a la vivencia plena de los Sacramentos es que lo estamos rezando mal. La gracia de la Llama de Amor es la presencia del Inmaculado Corazón de María en nuestra vida personal y en el interior de la familia. Como Madre de la Iglesia, la Virgen en el Diario Espiritual, nos lleva a vivir todos los elementos que constituyen los instrumentos de santificación que la Iglesia nos ofrece. Ella nos lleva a constituir las familias en Santuarios. El Rosario no nos va a liberar de los ataques de los espíritus malignos. El Rosario nos va a dar la fuerza para combatir victoriosamente a Satanás. La Virgen promete que lo cegará si somos fieles en invocarla con el Rosario y la jaculatoria.

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