CARTA No.285: PROGRAMA DEL DÍA VIERNES

Jesús da a Isabel un programa de vida espiritual para cada día de la semana. Hoy comentamos el ordenamiento del día viernes. Dice Jesús: “¡Con todo el amor de tu corazón sumérgete en mi dolorosa Pasión! De mañana al despertarte, recuerda lo que después de los terribles tormentos nocturnos me esperaba todo el día.  Mientras estés trabajando contempla hasta el fin el Via Crucis en que no tuve ni un momento de descanso. Exhausto hasta el extremo me obligaron a subir al monte Calvario. Tienes mucho que contemplar; llegué en verdad hasta lo último. Por eso te digo no puedes caer en exceso al hacer algo por Mí. Desde el medio día hasta las tres de la tarde adora a mis Santas Llagas. El ayuno ojalá lo guardes hasta la hora en que bajaron mi Sagrado Cuerpo de la Cruz. Este día la oración de vigilia ofrécela por los doce sacerdotes. Si aceptas sacrificarte, hija mía, recibirás todavía mayor abundancia de gracias”.  Jesús le había dicho a Isabel que Jueves y Viernes son dos días importantísimos para la semana de aquellos que quieren seguirlo como discípulos. En estos dos días estamos llamados a extremar nuestra cercanía con Él “sumergiénonos” en su sagrada pasión. El jueves viviendo la agonía de Jesús en el huerto. El Viernes sumergiéndonos en su dolorosa Pasión. Todo el Diario Espiritual nos deja entrever cómo Isabel Kindelmann va siendo sumergida por Jesucristo en el misterio de la Cruz. No hay tiempo para que el discípulo de Cristo se sumerja en los pensamientos y sentimientos del “mundo-demonio-carne”. 

Cada vez que Isabel aparta su mirada de Cristo crucificado es “llamada al orden” por Jesús quien le reprocha su falta de amor y le exige que renuncie a pensamientos, sentimientos y acciones mundanas. Ella solamente debe poner su mente y su corazón en la persona de Jesús y de manera particular en sus sufrimientos. En el mismo trabajo físico que Isabel realiza como obrera o en las labores domésticas debe “contemplar hasta el fin el Via Crucis”. Tenemos aquí el ideal que el Evangelio propone a los seguidores de Jesús: el orar sin interrupción. Contemplar sin interrupción el rostro de Cristo crucificado, desechando cualquier otro motivo de pensamiento, sentimiento o visión. La adoración exterior e interior a Jesucristo crucificado es la base de la gracia de la Llama de Amor. La Virgen obtiene del Padre Eterno esta gracia por medio de las llagas de su Hijo Jesucristo. Es la Virgen Dolorosa la que contempla, se ofrece al Padre junto con su Hijo, y ofrece  desde el pie de la cruz los sufrimientos de su Hijo clavado al madero. Cuando la Virgen nos entrega la gracia de la Llama de Amor no nos está llamando simplemente a orar sin interrupción como si fuera la permanente respiración del alma la jaculatoria. Eso es válido pero no es suficiente. La gracia de la Llama de Amor es un camino de santificación que consiste en la participación a los sufrimientos de Cristo en la cruz por la renuncia al pecado y por la aceptación de la cruz de cada día. San Pablo nos dice que el cristiano está “crucificado con Cristo” desde el momento en que acepta el bautismo. Esa crucifixión comienza con la renuncia a las “obras de la carne y en la producción de las obras del Espíritu” (Ga 5,16-24). 

La fuerza del cristiano contra Satanás está precisamente aquí: en la participación a los sufrimientos de Jesús en la cruz de cada día. Si la jaculatoria tiene poder de cegar a Satanás y a los espíritus malignos es, claro está, por el sacrificio de Jesús. Sin embargo hay que tener en cuenta que en ese cegamiento de Satanás está también nuestra participación a los sufrimientos de Cristo. Mucha gente reza el Rosario como una devoción desvinculada de la participación consciente y voluntaria a a pasión de Cristo. Por ese motivo el Rosario no produce frutos notables en esas familias. Quieren seguir viviendo “en la carne” (Ga 5,19-21) y al mismo tiempo cumplir con los rezos. Es lo mismo del que “va a Misa” por cumplir un precepto pero quiere seguir viviendo según la voluntad propia. La adoración a las santas llagas de Cristo crucificado, el ayuno, la oración de Vigilia, y demás obras de piedad que la Virgen propone en los mensajes del Diario Espiritual son las compuertas que dejan pasar las gracias milagrosas que brotan de la devoción a la Llama de Amor. Jueves y viernes son como un solo día en la vida del discípulo de Cristo. La gran tentación que acecha a los cristianos es sumergirnos en el ambiente superficial de las redes sociales en vez de poner los ojos del cuerpo y del alma en el rostro de Cristo. La enseñanza que Jesús da a Isabel para el día Viernes es de trascendental importancia. La salvación viene del  Cristo verdadero. Para tener Vida Eterna es necesario renunciar a todo para adherirnos del todo a Jesús, Cristo, crucificado.

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