CARTA No.284: PROGRAMA DEL DÍA JUEVES

El programa de vida que Jesús da a Isabel para el día Jueves se concentra en la adoración a la Sagrada Eucaristía. Le dice Jesús (DE 10-4-1962): “Dedícalo para ofrecer reparación al SANTÍSIMO SACRAMENTO. En ese día pasarás horas en mi Sagrada presencia. Adórame con fervor especialmente grande y repárame por las muchas ofensas que me han infligido. El ayuno estricto ofrécelo por las doce almas sacerdotales. La vigilia nocturna también ofrécela por ellos.  Sumérgete en mi dolorosa agonía, en mis padecimientos de sudores de sangre; de esto vas a sacar mucha fuerza espiritual”. La Llama de Amor es mi Hijo Jesucristo, dice la Virgen María. Desde el inicio de sus enseñanzas Jesús centra a Isabel en la adoración y reparación al Santísimo Sacramento. De hecho en la vida de la Sierva de Dios la Eucaristía ocupaba el centro de su vida. Su pertenencia a la Tercera Orden del Carmelo la llevaba en esta línea de adoración reparadora al Santísimo Sacramento. 

Sin embargo Jesús quiere hacernos comprender la grandísima importancia que su Cuerpo y Sangre deben tener para todos y cada uno de los devotos de la Llama de Amor. Ya la Devoción al Corazón de Jesús había renovado en la Iglesia desde finales del siglo XVII la adoración eucarística reparadora, pero esto no es suficiente para un mundo que está rechazando cada vez más a Dios y a su Cristo. El Señor exige que Isabel y todos los que acojan la gracia de la Llama de Amor se renueven profundamente en la devoción a la Sagrada Eucaristía. Para eso pide que cada jueves se convierta en un día de extraordinario fervor eucarístico en el que se haga adoración reparadora ante el Santísimo Sacramento por varias horas para expiar las muchas ofensas infligidas a Jesús Sacramentado; que se viva el  ayuno estricto  a pan y agua todo el día, que se interceda por los doce sacerdotes que han de iniciar la devoción a la Llama de Amor en Hungría (y en todo el mundo).  

La vigilia nocturna de dos horas en la que se ora por los moribundos y las almas del purgatorio debe ser también ofrecida por los sacerdotes que deben entregar la Llama de Amor. Esta devoción eucarística ha de llevar a vivir la agonía del jueves santo en el monte de los olivos. Jesús le pide a Isabel y a todos los cristianos  sumergirse en su dolorosa agonía y en sus padecimientos de sudores de sangre. Es una grandiosa enseñanza.  La Llama de Amor no es una devoción que se concreta en rezar el rosario sino que lleva a quien la acoja a vivir el misterio de la cruz. Esta gracia es dada al Pueblo de Dios para que salga fortalecido y victorioso en el combate contra Satanás. La Eucaristía es el centro de la devoción a la Llama de Amor.  Acoger sinceramente esta gracia significa, además de adorar y reparar las ofensas hechas a Jesús Sacramentado, participar en los sufrimientos de Cristo Jesús, especialmente en su agonía del Jueves Santo. Sería una falsa devoción a la Llama de Amor que nos contentáramos con repetir la jaculatoria y el Rosario sin identificarnos a Cristo y María en el Calvario.

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