CARTA No.278: Zeira, de México dice:
Propago la Llama de Amor. Enseño a rezar el Rosario de familia en familia. Cada día veo el poder de sanación y liberación que tiene la jaculatoria. Hay manifestaciones que se dan: gente que empieza a eructar, otras a las que les da dolor de cabeza, otras personas no resisten la oración y se van del grupo, a otras les duele diversas partes del cuerpo, otras entran en trance, alguna cae al suelo y convulsiona, etc. Mucha gente no comprende lo que sucede y les da miedo rezar el Rosario de la Llama de Amor por lo que sucede. ¿Qué hacer cuando hay manifestaciones?
Respuesta: Lo que dices es muy cierto. El poder de sanación y liberación del Inmaculado Corazón de María se manifiesta muchas veces con esos síntomas que describes. Si vamos al Evangelio en diversas ocasiones los escritores sagrados relatan que cuando Jesús predicaba los espíritus malignos salían dando voces, gritando, provocando convulsiones, y otras expresiones sobrecogedoras. Debemos tener en cuenta que la Llama de Amor no es la Virgen María, sino su Hijo. Que cuando rezamos el Rosario no estamos en primer lugar alabando y glorificando a la Virgen sino que junto con María Santísima adoramos, alabamos, glorificamos y pedimos a Jesucristo que realice en nosotros y en toda la humanidad la obra de la Redención. Si el Rosario tiene poder es precisamente porque la Iglesia (la Virgen y nosotros los que oramos el Rosario con Ella) invocamos el Nombre de Jesús sobre la humanidad. Los demonios tiemblan y salen huyendo cuando escuchan el rezo del Rosario porque en cada Ave María y en el Misterio correspondiente se nombra a Jesús y se contempla su divina Persona.
Los mensajes del Diario Espiritual proclaman de diversas maneras el poder de Jesucristo sobre Satanás y sus servidores pero no se refieren de manera directa sobre las manifestaciones externas. Sí nos presentan a Isabel Kindelmann en plena batalla contra Satanás. La Sierva de Dios es sobre todo víctima de grandes vejaciones “interiores” y de algunas exteriores. Experimenta en su alma el miedo, la angustia, la desesperación, aturdimiento, confusión, dolores en el cuerpo, se siente paralizada incapaz de moverse. Una noche el demonio se retira de ella y en medio de gritos estentóreos se declara vencido por la oración perseverante de Isabel. Ella reza el Rosario y repite incesantemente la jaculatoria. Llega un momento en que el Demonio ya no puede hacerle daño. Debemos instruir a las personas a las que hablamos de la gracia de la Llama de Amor de tal manera que comprendan el sentido de esas manifestaciones. Es la poderosa intercesión de María la que hace que el efecto de gracia de su Hijo Jesucristo desenmascare la presencia de los espíritus malignos. No es malo que haya manifestaciones, al contrario, es excelente. Debemos tener en cuenta que más allá de lo externo, está lo que no se ve.
La mayoría de los espíritus malignos salen sin manifestaciones externas. Son cegados y expulsados por Nuestro Señor Jesucristo a ruegos de la Virgen María. Necesitamos instruir a las personas sobre todos estos fenómenos para que aprecien el Rosario de la Llama de Amor y se sirvan de él para luchar contra el mundo de las tinieblas que agobian a las personas y a las familias. La mayor parte de las personas están espiritualmente ciegas y sordas. No captan la acción diabólica. Todo lo atribuyen a causas naturales, psicológicas. Cuando descubren la acción de los demonios se sorprenden y se asustan. Han vivido años enteros doblegadas y atribuladas por la acción de los espíritus inmundos y nunca se han acercado sinceramente a Jesucristo por la Palabra y los Sacramentos. Al rezar el Rosario comienzan a experimentar el poder del Señor y de su Santísima Madre. El rezo de la Llama de Amor es como un arado que va rompiendo la tierra y va sacando a flote la presencia y acción de los espíritus malignos. Es de la mayor importancia para la Iglesia promoverlo y ayudar a las personas a servirse de él para obtener sanación y liberación.