CARTA No.255: RECOMENDACIONES PARA ORAR CON LA LLAMA DE AMOR (7)
La Llama de Amor llevará a las familias católicas a descubrir y vivir con mayor perfección el misterio de la catolicidad de la Iglesia. La Virgen María nos lleva a descubrir la Iglesia de su Hijo desde el interior enriqueciendo cada ve más nuestra identidad de católicos. No es lo mismo orar por sanación y liberación a partir de las experiencias dadas en las comunidades de tradición protestantes que orar dentro de la perspectiva de la identidad católica. Esto que estoy diciendo es muy importante para el futuro de la Iglesia católica porque sobre todo en América Latina estamos sufriendo desde hace años una tremenda protestantización. Sin ánimo de polemizar y mucho menos de denigrar a nuestros queridos hermanos cristianos no católicos es necesario poner en guardia a los fieles católicos para que abran los ojos y sepan que la protestantización de América Latina es una pérdida en la fe y no una ganancia. No deja de ser fascinante para muchos católicos nominales el empuje evangelizador de los evangélicos. Sobre todo cuando los carismas de alabanza, sanación y liberación se manifiestan con poder y teatrealidad en grupos e iglesias “evangélicas”. Cantidad de bautizados crecen desgraciadamente desligados o alejados de la Iglesia y no tienen verdadera “identidad” católica. Según las estadísticas cada día hay ocho mil católicos que pasan a engrosar las filas de las diversas denominaciones protestantes. Podríamos decir lo mismo que San Juan: “Salieron de entre nosotros pero no eran de los nuestros” (1Jn 2,19). A este paso la Iglesia en América Latina dejará de ser católica para convertirse en un conglomerado variopinto de grupos, comunidades e iglesias que se llaman “cristianas” en contraposición a lo “católico”.
La pérdida de la mayoría de los sacramentos, la negación de la confesión y de la eucaristía, la autonomía e independencia de los grupos evangélicos, la carencia de magisterio, los intereses económicos personales y familiares, la sombra de los intereses políticos, la interpretación libre de las Escrituras, la nula presencia de María Santísima y de los Santos, la carencia de Tradición, la búsqueda de protagonismo en el apostolado, la rivalidad de intereses y otros puntos que cabría señalar configuran un estilo de combate espiritual y de oración de sanación y liberación muy diferente al que nos señala María Santísima. Su Llama de Amor es totalmente católica. Si bien es el mismo Jesús el que sana y libera, la manera de vivir los procesos de liberación de la acción diabólica, es muy diferente a la no católica. En la Llama de Amor es María, la Madre de la Iglesia, la que opera el sometimiento diabólico. Ella es la protagonista y nosotros oramos con Ella y detrás de Ella. Su poder de intercesión sin límites y totalmente eficaz nos obtiene la gracia de sanación y liberación que brota de la Sangre de su Hijo. María nos lleva al sacramento de la reconciliación, al total rechazo al pecado y a la reparación del mismo. Madre e Hijo están íntima e inseparablemente unidos en el Misterio de la Redención. El Demonio tiembla ante la Madre de Cristo y de la Iglesia. María engendra Iglesia y nos lleva a la unidad con todos los demás miembros del Cuerpo de Cristo. No hay oración aislada e individual.
Toda oración es católica, en íntima unión con todos los miembros de la Iglesia, especialmente con los Santos del Cielo y con los Ángeles. Una característica de la oración con la Llama de Amor es la suavidad, la placidez, la dulzura en la oración, muy lejos del tono del exorcismo. La Virgen siempre es Amor, para con sus hijos, para con los malos y perversos y hasta con los demonios. Esto último parecería absurdo pero es real. La compasión de María para con los demonios es la misma del Padre Eterno. Dios ama al Demonio, a los demonios, a los condenados, porque como Él es esencialmente Amor, no puede no amar. El mayor tormento de Satanás es saber que es infinitamente amado por Dios. En la medida en que las familias aprendan a orar en unión con el Inmaculado Corazón de María se irán beneficiando de la inigualable cantidad de gracias extraordinarias que trae consigo la Llama de Amor. No en vano la Virgen nos dice que desde que el Verbo se hizo carne no había sido dada a la Iglesia una gracia más grande que ésta. Los tiempos que se avecinan serán testigos del ataque diabólico más grande de la Historia contra la humanidad y contra la Iglesia. Por eso necesitamos vivir la Llama de Amor y darla a conocer con urgencia.