CARTA No.251: RECOMENDACIONES PARA ORAR CON LA LLAMA DE AMOR (3)
Uno de los frutos más importantes de la gracia de la Llama de Amor es que al orar con María Santísima vamos perdiendo el miedo a Satanás y a sus servidores. La estrategia diabólica consiste en aprovechar nuestras condiciones naturales para debilitarnos y engañarnos. Somos débiles ante el poder de los ángeles réprobos. Ignoramos lo que está más allá de nuestras facultades intelectuales y prácticas. El miedo a Satanás, a los espíritus malignos y a los difuntos nos paraliza y debilita. El mundo de las tinieblas utiliza la ignorancia y debilidad psicológica de la naturaleza humana para engañarnos. La gran realidad es que Satanás y los suyos son totalmente débiles ante la gracia de Dios que asiste a los seres humanos. Más aún, Satanás está totalmente vencido. En 1Jn 4,4 San Juan nos dice: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. La gracia de la serenidad y de la paz ante los ataques diabólicos de cualquier tipo y gravedad proviene del grado de fe que tengamos en Jesucristo. A medida de que nuestra fe en Jesús aumenta, aumenta nuestra paz ante el poder de las tinieblas. Cuando descubrimos que son los espíritus malignos los que nos atormentan y nuestra fe es débil o poco experimentada, nos puede invadir el miedo o el desasosiego. Se trata de un engaño. El perro que tiene miedo ladra desmesuradamente para defenderse e infundir respeto a su oponente. Eso le pasa a Satanás.
Tiene miedo ante el poder de Cristo y “se crece ante nosotros como un sapo” para hacernos creer que es poderoso. Si flaqueamos ante su estrategia nos debilitamos y confundimos. El Demonio y los brujos con frecuencia se presentan arrogantes, hirientes, despreciativos, insultantes. Se jactan de su poder; amenazan, maldicen, ofenden. Hablan con sorna, con ironía. Todo eso es puro engaño. Se están muriendo de miedo. Jesús le dice a Luisa Picarreta que era víctima de grandes ataques diabólicos: ¡desprécialos, búrlate de ellos! Efectivamente cuando Luisa los enfrenta con ironía y les echa en cara su debilidad, los demonios se retiran humillados y vencidos. Orar habitualmente con la jaculatoria de la Llama de Amor nos lleva a recibir de parte de María la gracia de la paz ante la presencia o ataques demoníacos. Sabemos que la hora de Dios llegará tarde o temprano. Lo importante no es ser liberado de la acción diabólica. Lo que importa es que el plan de salvación de Dios sobre la persona y la familia se vaya cumpliendo. Es necesario fortalecer nuestra fe en primer lugar por la “Lectio Divina”. Leer de manera orante y contemplativa los grandes textos de la Palabra de Dios. De allí viene nuestra fuerza contra Satanás.
La contemplación diaria, el estudio orante, la aplicación constante de la Palabra a nuestra vida ilumina nuestro proceder. Debemos descubrir y experimentar el amor infinito de Dios nuestro Padre, que nos entrega a su Hijo para salvarnos de la acción diabólica que nos arrastra a la muerte eterna. Saber que Jesús nos ha amado hasta el extremo y que el Padre ha puesto todo en sus manos es la fuente de nuestra mayor serenidad y confianza frente a Satanás y los suyos. El ejemplo de María que “conservaba todas estas cosas meditándolas en su Corazón” es el camino para derrotar al enemigo. La gracia de la Llama de Amor renueva las familias que recurren a Ella. Es indispensable creer en María, verla como aquella que está viva, resucitada, gloriosa, intercediendo por nuestra salvación ante su Hijo para que podamos recurrir a Ella con plena confianza. Debemos estar segurísimos de que la mejor opción que tenemos para transformar cualquier hogar, por destruido o enfermo que esté, es la Llama de Amor de su Inmaculado Corazón. Hay que orar junto con María, acompañándola en su poderosísima e infalible intercesión por nuestra salvación.