CARTA No.245: Juan Francisco, de Guadalajara, México, dice: Soy alcohólico. 

Bebo desde los catorce años. Mi vida ha sido un calvario. Mi padre fue alcohólico, mi abuelo también. Estoy casado. Tengo cuarenta años. Diecisiete años de matrimonio. Tengo tres hijos 15, 13 y 9 años. Mi mujer es una santa. Me ha aguantado todo este tiempo. He hecho sufrir mucho a mi mujer y a mis hijos. Quiero dejar este vicio pero no puedo. Hago el impulso, vivo sobrio unos meses, después vuelvo a caer y bebo todos los días durante tres, cuatro meses. Y así estoy. He estado a punto de perder mi familia. Mi mujer es de la Llama de Amor. Oigo los audios y veo los videos que Ud. publica.  Mi mujer me habla de la Llama, rezamos el Rosario, pero no me compongo. ¿En qué me puede ayudar la Llama de Amor? 

Respuesta: Cuando leo tu testimonio me recuerdo las enseñanzas de San Pablo en la Epístola a los Romanos. Deberías estudiar el capítulo siete (Rom 7,1-25). También las Epístolas a los Gálatas y Efesios. Allí el Apóstol revela que experimenta en lo profundo de su ser unas fuerzas carnales que lo arrastran hacia el pecado: “Yo quiero hacer el bien, pero no puedo. Hago el mal que no quiero y no puedo hacer el bien que quiero. Es el pecado que habita en mí el que obra. Hay una ley del pecado que me esclaviza. No comprendo lo que me pasa. Querer el bien lo tengo a mi alcance, pero no realizarlo”. Después: “Jesús nos liberó de la ley y del pecado”. En la Epístola a los Filipenses 2,13 dice que “es Dios quien obra en nosotros el “querer y el obrar”. Eso que experimentas nos pasa a todos los seres humanos. Por nuestras propias fuerzas no podemos vencer las tentaciones. En tu caso la embriaguez  es algo muy fuerte que viene arraigado en tu familia por herencia ancestral. Pero nada es imposible para Dios. Puesto que conoces teóricamente el poder de las gracias ligadas a la Devoción a la Llama de Amor, pónlas en práctica: La Virgen nos dice que cuando la invocamos con la jaculatoria Ella ciega a Satanás. 

Es necesario que utilices todos los medios que Dios pone a tu alcance para vencer la acción diabólica. Existen demonios que arrastran a la embriaguez. Igualmente hay almas de alcohólicos que ejercen influencias sobre las personas para inducirlas al vicio. Necesitas el auxilio frecuente del sacramento de la confesión. Es poderosísimo para arrancar cualquier pecado. En tu caso tienes que recibirlo cada semana o cada quince días. Reconocer que la embriaguez es pecado grave es importantísimo para la liberación. No hay pecado que resista a la confesión frecuente bien hecha. Tomar el Cuerpo y Sangre de Cristo, si es posible diariamente, fortalecerá de manera increíble tu voluntad para vencer la apetencia de alcohol. El apoyo de tu familia es indispensable: la oración diaria del Rosario de la Llama de Amor con tu mujer e hijos cegará indiscutiblemente a los espíritus malignos que te están atacando. Tienes que humillarte ante Dios por medio del ayuno frecuente. Jesús lo dice: estos demonios sólo se sacan con oración y ayuno. 

Es Dios quien nos da “el querer” y “el obrar” cuando se lo pedimos con humildad y perseverancia. La victoria sobre el alcoholismo o sobre cualquier otro pecado o tendencia carnal es fruto de la gracia de Dios. Es Dios quien te libera. Pero el Señor no te liberará si no te sometes a Jesucristo. La Llama de Amor te ayudará, tal como la Virgen lo dice, cegando los ojos de Satanás. Dios no permite que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas. Tienes en tus manos los instrumentos para vencer al enemigo, pues utilízalos. La repetición constante de la jaculatoria, tal como si fuera tu respiración, te liberará de la opresión diabólica que tienes. Y una última recomendación: apártate de los malos amigos que te invitan a beber. Tal vez esta sea lo más difícil, pero es lo más importante. Muchas personas están sirviendo a Satanás sin darse cuenta porque arrastran a otros al pecado. Evangeliza a tus malos amigos.

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