CARTA No.243 La Sra. Leslie, de Managua, Nicaragua dice:
Le agradecería mucho que nos escribiera y grabara algunas fórmulas o ejemplos de oraciones de liberación con la Llama de Amor para utilizarlas en mi familia, con mi esposo y mis hijos. Tengo muchas oraciones de liberación que he ido coleccionado en internet y en libros que he comprado, pero las encuentro muy extensas y con demasiados detalles. Cuando he estado orando con Ud. en su casa veo que sus oraciones son cortitas y eficaces. Enséñenos a orar con la Llama de Amor.
Respuesta: Creo que más que “fórmulas escritas” de oraciones de liberación con la Llama de Amor es preferible aprender por experiencia propia a orar de manera espontánea. No niego la eficacia de las oraciones de sanación y liberación que encontramos en los devocionarios y en los libros de oraciones de sanación y liberación. Muchas son muy buenas y a través de ellas aprendemos a orar. Sin embargo, como dices, algunas son muy extensas y llenas de detalles. No dejan de ser cansonas. Las fórmulas solamente deben ser como un punto de partida o de apoyo para ayudarnos a orar de manera personal. Corremos el peligro de amarrarnos a las fórmulas y a no salir de ellas. Podríamos llegar a pensar que si no utilizamos esas oraciones escritas nuestra oración no tiene valor o eficacia. Tratemos de dejar libre el corazón para que exprese nuestro amor y nuestra confianza al Padre celestial. Como dice Santiago “toda dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre” (Stg 1,17). Jesús nos dice que cuando oremos no hagamos como los paganos que se imaginan que con fórmulas extensas van a ser escuchados. “No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que necesitan antes de pedírselo”(Mt 6:7–8). Toda oración debe ser una conversación íntima con el Padre celestial que conoce bien nuestras necesidades y quiere darnos más de lo que pedimos.
Al invocar la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María debemos tener en cuenta que esta gracia viene en primer lugar del Padre Eterno y en segundo lugar de la Virgen María. La Llama de Amor es Jesús. Al orar por sanación y liberación invocando la Llama de Amor estamos invocando al Padre Eterno y a su Hijo Jesucristo por medio del Inmaculado Corazón de María. Para nosotros, los cristianos, la relación con Dios debe ser la de un niño con su papá. Dios revela su intimidad a los que son como niños (Mt 11,25) y para entrar en el Reino de los Cielos hay que volverse niño (Mt 18,2-3). ¿Cómo oramos por sanación y liberación con la Llama de Amor? De la manera más sencilla. Hablando como un niño con la Virgen, nuestra mamá. Pidiéndole que por su poderosa intercesión nos obtenga de su Hijo y del Padre Eterno la sanación que necesitamos y la liberación de nuestras cadenas. Si tenemos fe en que estamos frente a la Madre de Dios y madre nuestra le hablaremos con la mayor sencillez y confianza. Prácticamente es una “conversación” con la Virgen María en la que vamos solicitando que “derrame el efecto de gracia de su Llama de Amor” sobre la persona por la que oramos, sobre los problemas que tiene. Los casos de personas afectadas por la acción de los espíritus malignos son diferentes.
Cada persona es única. Sin embargo debemos saber que los todos los entes espirituales que nos afectan, sean demonios, hechiceros, ángeles caídos o almas, o cualquier otro, se someten a Jesucristo y por lo tanto se someten a su Madre. Al orar debemos proceder con mucha paz, con gran humildad y sencillez, suplicando a Nuestra Señora que derrame el efecto de gracia de su Llama de Amor, que manifieste quién está actuando. Con frecuencia se manifiestan los demonios, los brujos, las almas. En cada caso repetimos la súplica:Madre, derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor. Con frecuencia encontraremos resistencia de los demonios y de los brujos, pero con la repetición de la jaculatoria se irán debilitando. Con las almas hay que pedir a la Virgen que derrame sobre ellas su ternura materna y les ayude a salir de la persona afectada. Las almas son muy variadas, pero todas responden al amor con que las tratemos. Las llevamos a los pies de Jesús para que Él las perdone, sane, libere y las lleve allí donde Él quiera. Es muy importante que la devoción a la Llama de Amor no se quede solamente en el rosario, sino que debe desarrollarse en el combate espiritual contra los espíritus malignos.